Trabajadores de la Escuela de Integración Deportiva y de combinados deportivos de la provincia cooperan en la misión.Ronny Borges Rodríguez dice que su nueva tarea es más de técnica que de fuerza; como entrenador de tiro deportivo nunca imaginó que en 2021 sería estibador, ayudaría desde el hospital general docente Dr. Agostinho Neto, de Guantánamo, a la carga y descargar de los balones de oxígeno venidos y devueltos de Santiago de Cuba. Se cuenta entre los tantos a quienes la COVID-19 le cambió rutinas.
Por las manos de Borges Rodríguez pasa algo más que el metal calentado por el sol durante kilómetros de viaje entre la heroica Santiago de Cuba y la ciudad del Guaso, carga vida, por eso cuando las autoridades de la provincia solicitaron al sector deportivo fuerza para esa tarea, apartó los cuestionamientos de algunos, se aferró al autocuidado y decidió apoyar.
“Hay amistades que temen por colaborar en un lugar como este, pero el día de mañana cualquier familiar, amigo e incluso uno mismo, podría estar necesitando un balón de oxígeno en esas salas. Si nos dejamos llevar por el miedo la batalla sería mucho más complicada”, es la sencilla reflexión tras la cual el joven profesor encuentra motivos para estar ahí.
Tras la respiración de decenas de personas en el Agostinho Neto, que dependen por momentos del vital gas contenido en esos balones, está el esfuerzo de alrededor de quince trabajadores del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Índer), quienes distribuidos en tres brigadas ponen energías y brazos para tributar a los alientos ajenos.
Parece sencillo, pero la tarea no cree en horarios de sueño y en el hospital hay que estar entre seis y media y siete de la mañana, cuando se carga el primer lote de cilindros vacíos para enviar a la vecina provincia.
A veces alrededor del mediodía arriban los 120 primeros balones que se descargan en la institución. El sol advierte sobre la piel que corre agosto por el calendario, pero la temperatura impuesta por el astro no frena la tarea.
Sobre Francisco Arnold Bornot Quiala pesan 55 años de vida, es posiblemente el de mayor edad entre la tropa del Índer que está en el lugar al momento de la llegada de Venceremos, lleva pocos días en la misión, conoce de los sacrificios, como también muestra la seguridad de sus motivos.
“Estamos conscientes de la necesidad de esta ayuda a la provincia por la situación actual con la COVID-19. El momento demanda esfuerzos; llegamos temprano en la mañana, y a veces salimos de aquí a las 10 de la noche porque no siempre el segundo envío del día arriba en horario fijo”, afirma Bornot Quiala.
Richard Cruz Salcedo afirma que su tropa está preparada para apoyar la descarga de cilindros en la madrugada de ser necesario.
Desde las salas de atención a pacientes positivos proceden algunos de los balones que pasan por las manos de Julio Rodríguez Pérez; cada uno de ellos debe desinfectarse, y el proceso exige lavarse las manos constantemente, llevarse el virus a casa sería un pecado imperdonable.
“Optamos también por tener un pomo con solución para desinfectarnos las manos. Hemos cogido habilidad con el manejo de los cilindros, ha sido lo más complejo, pero con la práctica lo vamos logrando”, explica Rodríguez Pérez, profesor de la Escuela de Integración Deportiva (EIDE), quien aunque en los meses de verano tiene su garantía salarial, decidió colaborar en el lugar.
“Vamos que faltan pocos”, afirma alguien casi al completarse sobre una rastra la carga de 142 balones vacíos que se enviarán a llenar a la planta santiaguera en El Caney, una cadena de compañeros los mueve por pequeños tramos desde las afueras del banco de oxígeno hasta el transporte, el trabajo en equipo hace más fácil el proceso, mientras el sonido de los cilindros sobre la superficie de metal del vehículo se mezcla en el ambiente.
Fuerza que compensa
Carlos Rafael Castillo Illas, jefe de brigada y operador de planta de fraccionamiento de la Unidad Empresarial de Base de Gases Industriales de Santiago de Cuba, la cual tiene una dependencia en áreas del hospital, divide su tiempo entre muchas tareas, vigila la distribución del gas hacia las salas a través del sistema de tuberías, habilita los balones que se envían también hacia esas áreas, y participa en la carga y descarga del camión.
Para Castillo Illas el apoyo de la tropa del Índer ha sido esencial para agilizar los procesos en esa área del banco de oxígeno, aunque al momento de la visita de Venceremos hay más calma en el ambiente respecto a días anteriores, cuando la disponibilidad del gas era más limitada frente a la alta demanda, afirma que el empleo de los 46 concentradores de oxígeno en las salas y la erradicación de salideros en el sistema de tuberías alivian tensiones.
Unos 73 balones llenos dentro del banco escuchan la conversación y de Santiago de Cuba acaban de llegar 120 más, en la tarde se espera otro lote de igual cantidad, que completará los 240 diarios que normalmente se reciben.
Narciso Martínez Samón, jefe del taller de gases de Guantánamo, explica que en meses anteriores la cantidad de oxígeno que recibía diariamente el hospital estaba muy por debajo de esas cifras, al agotarse la reserva del lugar y la de la provincia, el territorio depende de los balones que llegan diariamente de la ciudad vecina. Él mira al grupo del Índer y la grabadora del celular se lleva sus palabras de alivio por el apoyo.
Richard Cruz Salcedo, subdirector general de Deportes en la provincia, quien lidera al equipo, recuerda que la misión inició en aquellos días tensos, añade que el trabajo que antes hacían allí una o dos personas, en medio de la vorágine actual, tiene el apoyo de entre cuatro y siete más, cifra de mayor correspondencia con lo que impone el momento.
Ganar tiempo en el proceso de descarga y carga de los balones, cuando, además, había que enviar a otros centros era una cuestión decisiva, a pesar de la aparente calma lo sigue siendo, por eso los brazos y la voluntad continúan en el lugar.
Ronny Borges Rodríguez afirma que se extrañan los viajes, las competencias, la rivalidad sana que antes marcaba entrenamientos y jornadas, mientras la COVID-19 demora en devolverle todo eso él y sus compañeros están ahí, retados por una pandemia, entregando esfuerzos que agradecen decenas de vidas.