Tocar las puertasAutoridades comunitarias cooperan con los brigadistas.Alexei Palacio Pereira observa el papel en el cual están los nombres y direcciones de personas que faltan por recibir la segunda dosis de Abdala en la ciudad de Guantánamo. El documento define un recorrido para él y sus compañeros en busca de las razones de quienes no han continuado el proceso de vacunación.

Palacio Pereira, junto a otros estudiantes de la Universidad de Guantánamo, integra una de las brigadas Jóvenes por la Vida que desde inicios de agosto respondieron al llamado de la máxima dirección del Partido en la provincia para apoyar el enfrentamiento a la COVID-19 en la urbe del Guaso. Varias fueron las misiones asignadas.

“Todos los días en la tarde recogemos en el policlínico Sur un listado con la cantidad de nuevos casos sospechosos y positivos que están en sus casas. Indagamos sobre el estado de salud de estos y si han recibido visita del médico de familia.

“Reportamos las incidencias al policlínico y al Comité provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). A través de este último se exponen en el Grupo Temporal de la provincia para el enfrentamiento a la enfermedad”, explica el estudiante de Cultura Física de la UG.

El joven sabe que, en ocasiones, luego de los reportes, después de finalizar la jornada de trabajo que lidera junto a su tropa, hay personas positivas que fueron trasladadas de sus viviendas a los centros de aislamiento, aunque en otras ocasiones no ha sucedido así. No pocas veces él y sus compañeros cargan con las inquietudes de quienes se desahogan cuando los ven llegar a los hogares.

“Conocimos personas en el área Sur que durante varios días de estar positivos en casa no habían sido visitados por un médico. Hay percepción en la población de que algunos galenos tienen miedo, porque no entran a las viviendas a examinar al paciente y solo se limitan a preguntar desde fuera. Eso preocupa”, explica, mientras cita direcciones, detalles... y uno advierte que conoce bien la zona.

A veces la ruta se modifica cuando en una cuadra hay más casos que los que definen desde el papel el rumbo hacia cada domicilio. Y los vecinos que ven a esos equipos juveniles en el intercambio comunitario enseguida se interesan por reportar otros positivos o sospechosos. Las preocupaciones frente a un escenario en el que todo no está funcionando como debería, hacen que los diálogos con la población se extiendan.

Otra cara de la misión

Tailiset Díaz García es otra de las brigadistas. Ella trabaja en el barrio Ho-Chi-Minh, y afirma que se percibe el agradecimiento y la cooperación de los guantanameros con la labor que ellos realizan.

Conocer de las razones por las que médicos y otros especialistas del sector sanitario se han visto impedidos de continuar trabajando, es parte del quehacer de las brigadas Jóvenes por la Vida. También lo es la labor de motivación para que en la medida de las posibilidades ese personal se reincorpore a la lucha contra la pandemia, en tiempos en que el SARS-CoV-2 también ha golpeado y causado bajas en el gremio de la Salud.

Mariannis Laffita Nicot, miembro del Buró provincial de la UJC, explica que en el intercambio de los brigadistas con algunos médicos, estos han manifestado que no contaban con los medios de protección necesarios en los centros de aislamiento donde trabajaban y otros carecían de opciones para el cuidado de sus hijos durante la jornada de labor.

“No se trata de cuestionar a nadie, sino de buscar alternativas para resolver sus situaciones, como se ha hecho a través de los círculos infantiles y posibilitar que se reincorporen”, explica Laffita Nicot y añade que más de 200 trabajadores sanitarios han regresado a sus labores en los últimos días.

La miembro del Buró provincial pone como ejemplo una doctora de la zona Norte, cuyo régimen de trabajo en el hospital Dr. Agostinho Neto, en el actual contexto epidemiológico, le dificultaba cuidar a sus hijos, pero explicó que de coordinarse su traslado al policlínico podría incorporarse, y ello se logró.

Voluntad pero...

Beatriz Martínez Tey es otra estudiante de la UG, miembro del equipo del área Centro, que atiende igualmente zonas como Primero de Mayo y Raposo. Ella ha tocado varias puertas para saber lo sucedido con quienes han quedado pendientes de alguna dosis de la vacuna Abdala e informar a los consultorios y vacunatorios.

“La mayoría de quienes faltaban se habían contagiado con la COVID-19, otros iniciaron el esquema y luego viajaron fuera de la provincia. Hay casos de postrados que al principio se trasladaron hacia los vacunatorios por gestiones propias o de la familia, pero para la próxima dosis les resultó difícil volver, y nos pedían informarle al médico del consultorio para que fueran a vacunarlos en la vivienda”.

Conocer de estas situaciones es parte del control que precisa la provincia para el avance exitoso del proceso de vacunación. En ese y otros empeños en la cabecera provincial avanzan desde inicios de agosto estos jóvenes.

Roberto Falcón Padilla, también de los brigadistas de esa área, afirma que algunas de las personas visitadas resultaron positivas al test rápido, pero nunca supieron el resultado del PCR y desconocían si podían vacunarse. Agrega que hay quienes se basan en principios religiosos para negarse a recibir el fármaco.

Javier Alcántara Savón, jefe de la tropa juvenil que atiende la zona Centro, deja claras sus inquietudes: han visitado comunidades donde hace tres meses la pesquisa no llega, personas en ingreso domiciliario con más de 10 días sin recibir visita médica, así como situaciones reportadas que nunca tuvieron respuesta. El estudiante señala que todo ello dañó al inicio la credibilidad de la brigada y causó una desmotivación que debieron superar.

Reportar las incidencias diarias directo al policlínico resulta una vía más rápida para que se conozcan las problemáticas. Pero no funciona así con los equipos de todas las zonas, pues algunos las reportan a la UJC para que mediante esta se expongan en la reunión del grupo temporal provincial. Ese es un mecanismo más largo que pudiera simplificarse, aunque los del sur de la ciudad analizan los reportes a través de ambos canales.

Alcántara Savón precisa que las áreas de Primero de Mayo y Raposo son las de mayores dificultades en cuanto a la atención primaria de salud. Reconoce que en ello también ha incidido el contagio del personal sanitario, y la sobrecarga que tiene este, pero considera que se podría aprovechar más a los estudiantes de Medicina para una mayor vigilancia comunitaria.

La respuesta juvenil está en la calle, camina, toca puertas mientras busca frenar las conspiraciones de una terrible pandemia. Empero, todavía falta algo más que la voluntad de esos estudiantes que respondieron a una ciudad que clamaba por mayores esfuerzos en la lucha contra el SARS-CoV-2 y también pide que a tales empeños se sumen mejores soluciones.

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