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BrianFrancis Brian Johnson.En unos meses, Francis Brian Johnson se graduará de médico en Cuba, a pesar de la pandemia que ha venido a ralentizarlo todo. Le pregunto, entonces, si seguirá una especialidad, y me responde que es su deseo, “también la necesidad de mi país, donde, actualmente, muchas cirugías menores no se realizan”.

Será el especialista que Sierra Leona requiera y retribuirá la solidaridad que lo trajo hasta aquí “a formarme como médico, por medio de una beca, en el mismo país que ayudó a la libertad de mi continente, y que fue de los pocos en asistirnos cuando el brote de ébola”.

Todo lo que tiene en su corazón para Cuba, asegura, “es amor y gratitud, por eso me duele tanto ver cómo desde una potencia extranjera se aprovechan de las necesidades de las personas, para intentar provocar estallidos sociales, para instigar a una intervención que solo será buena para los interventores”.

Tiene en su mente los recuerdos de la Guerra Civil que acompañó buena parte de su niñez, y todavía hoy -en tiempos de paz- se escuchan historias de esos años conflictivos “que no le deseo a ningún país, porque sin tranquilidad ciudadana no hay prosperidad posible, no hay desarrollo”, asegura.

Lo dice con conocimiento. Es africano y ha vivido, visto, escuchado... “como becario extranjero, pero también desde mi puesto como presidente de la Junta de Naciones, que no solo es un espacio para organizarnos dentro de la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo, también es una oportunidad de socializar nuestras experiencias, de conocernos”.

Y ese conocimiento lo hace crecer, labra su sentido de la necesidad, sus criterios políticos, su visión del mundo. “Por eso, siempre hablo con mis amigos, porque me parece que se dan muchas cosas por sentadas, como naturales..., que no lo son en la gran mayoría de los países de este mundo”.

Habla de lo que, para cualquier cubano, es realmente un tópico. “Las personas no saben lo que es preocuparse por cómo su hijo se superará, pues sin importar nada, tu hijo podrá cursar todos los niveles de enseñanza, y hacerse profesional, si es lo que quiere”.

Un entretejido de conquistas que ha creado un pueblo “con gran cultura, con educación, con aspiraciones, y muy amable. En el trabajo, en las aulas..., las personas se tratan con respeto, y te quieren. Los profesores te enseñan, pero también te reciben en sus casas, te apoyan”.

Todo eso, me indica, hay que defenderlo, porque vale la pena. “Y cómo se hace, me dicen a veces..., yo creo que se logra participando más y criticando menos, acercándose al Gobierno, aportando ideas, trabajo. Distanciarse no es la respuesta”.

A veces, expresa, le preocupa la liviandad de quienes hablan de intervención en Cuba, de los que la piden -casi siempre desde afuera- y de quienes no se enfrentan a la idea. “Hay que saber que si un país interviene en Cuba lo primero que hará será privatizarlo todo, sacar ganancias..., y la seguridad, la tranquilidad del pueblo, que lo resuelva el pueblo.

“Después, llegarán las mafias y las organizaciones internacionales de crimen y droga... como ha pasado en Libia, que en los tiempos del ‘dictador’ Muamar el Gadafi era una de las potencias económicas de África, con altos índices de bienestar, y ahora ‘con libertad’ es un centro de tráfico humano, de armas y de órganos, un país fracasado, con guerras internas y con gran fuerza del Estado Islámico, ISIS”.

Hoy, agrega, “da algo de pena escuchar a los libios decir que quisieran volver el tiempo atrás..., y saber que es imposible, pues la historia no funciona de esa manera. En eso pienso cada vez que oigo de quienes aspiran a ese tipo de cambio en Cuba, en que todo lo que se tiene, a pesar de las carencias, podría perderse...

“Sé que el entorno es difícil, que a veces las redes sociales influyen con sus mensajes, que las campañas contra el país son fuertes, mas igual tengo confianza en los cubanos, en esa mayoría que apoya a la Revolución. Tengo confianza en el espíritu de resistencia y de lucha de este pueblo, en su capacidad para defenderse”.

Y esa seguridad en la Cuba que ha llegado a conocer y a amar, lo acompaña.