Norge Raúl en plena cosecha de flores de caléndula. La Clarita, comunidad montañosa del sur yaterano, adquiere notoriedad en Guantánamo, sobre todo, por su clima fresco, idóneo para cultivar caléndula, manzanilla y otras plantas medicinales, difíciles de fructificar en sitios castigados por el calor.
En ese altiplano, el productor Norge Raúl Leyva Hernández asume el compromiso de obtener esas especies, de las cuales se aprovechan las flores para la elaboración de fitofármacos de reconocido uso popular.
Su finca, recibida en usufructo gratuito en 2013, lleva por nombre La Laguna, y exhibe como estandarte el certificado de Referencia Nacional, concedido por el Grupo Nacional de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar.
Rememora Norge Raúl que la única condición exigida por la Agricultura, cuando se le entregó el área, fue que debía dedicarla a la producción de plantas medicinales, a partir de la necesidad de la provincia de cosechar las mencionadas especies, las cuales sí se podían lograr allí prácticamente durante todo el año.
“Jamás pasó por mi mente dedicarme algún día a la producción de matas medicinales, de las cuales no sabía prácticamente nada”, cuenta este usufructuario afiliado a la Empresa Agroforestal Yateras.
“Ante la tarea encomendada no podía quedar mal, por eso de inmediato comencé a estudiar las características de esas especies. El resultado no se hizo esperar, y en apenas un año el Grupo Nacional de Agricultura Urbana me entregó la mencionada condición”.
Sus cosechas las comercializa con la Granja Estatal de Plantas Medicinales, entidad que lo asesora técnicamente y le suministra semillas. Asegura que en el presente año no pudo proveer manzanilla, pues estas no florecieron por problemas con la germinación de las simientes, pero sí entregó 2,3 toneladas de flores frescas de caléndula, entre las más elevadas cifras desde que es productor.
“En noviembre y diciembre debo realizar las próximas siembras y ya para enero lograr la primera cosecha del año”, explica Leyva Hernández, quien en diferentes etapas también ha incursionado en el fomento de la pasiflora, la menta y el jengibre.
Confiesa que el trabajo es duro, sobre todo, el de la cosecha de la manzanilla, por lo diminuto de sus flores, la fuerza de trabajo que demanda y su recolección en posición de cuclillas.
La caléndula, por su parte, normalmente admite de ocho a 10 cosechas en su ciclo vegetativo de alrededor de 105 días, aunque en la finca La Laguna Norge Raúl ha logrado hasta 27 recogidas (dos veces por semana). Eso se debe a su favorable comportamiento en esta zona montañosa y las atenciones culturales, entre las que resalta la limpia adecuada, además de la fertilización con materia orgánica y la construcción de barreras vivas para la protección del suelo y los cultivos.
Las flores de caléndula, afirma nuestro entrevistado, poseen propiedades antinflamatoria, antiséptica, antiulcerosa, cicatrizante, depurativa y además tienen uso tópico contra la conjuntivitis.
Mientras que las de manzanilla son digestivas, sedantes, antinflamatorias, antisépticas, emenagogas (estimulan el flujo sanguíneo), disminuyen el colesterol y, según estudios recientes, también son anticancerígenas.
Noviembre es el mes óptimo para la siembra de ambas, y pasados unos 30 días aparecen las primeras flores, argumenta el campesino yaterano.
La Empresa de Farmacias y Ópticas en Guantánamo emplea la caléndula en la elaboración de extracto fluido y como jarabe, mientras de la manzanilla obtiene tintura y crema.
Plausible entonces el aporte de Norge Raúl a la salud del pueblo.




