Clara Iglesias Camallery en el Festival Chocolate con Café 2021.
Clara Iglesias Camallery es, para decirlo sin rodeos, una de las poquísimas perfumistas del país, desde hace casi un lustro, dueña de un emprendimiento de perfumes artesanales que bautizó con la combinación de su nombre y segundo apellido, y la creadora del aroma que identifica al Festival Chocolate con Café.
La veo hacer. Una y otra vez, reclinarse sobre el mostrador, dejar un rastro de perfume -graciosamente- sobre la piel de los clientes que piden probar esta fragancia, y la de más allá, y esta otra, tan distintas…, y la mayor parte de las veces, concretar la venta y dar las gracias con una sonrisa que adivino tras el nasobuco.
Hay para escoger. Perfumes, colonias y gel de manos. Aromas de sándalo, orquídea, moras, girasoles, vainilla, coco, mango, y otros más elaborados como su creación más reciente, El Hechizo, diseñado para mujer.
En este contexto, el perfume inspirado en dos de los productos que identifican a esta tierra, es la estrella. “Ciertamente, ha sido muy aceptado. La primera vez que lo presentamos, en el bulevar de la ciudad, tuvimos una acogida impresionante, y ahora también: aunque con más organización, las personas no dejan de comprar”.
Pregunto por el proceso de creación, por el dónde comenzó todo, qué llevó a esta perfumista de La Habana a inspirarse en un festival promovido en el otro extremo del país. “Eso es sencillo. El director del Fondo de Bienes Culturales, al que pertenezco, es un guantanamero, y me presentó la idea. Ya antes había creado una fragancia para el Jazz Plaza, y acepté”.
La parte creativa, explica la también ingeniera química, “tenía naturalmente que partir de las esencias del chocolate y del café, combinados con muchos otros olores para recrearlos y lograr una fantasía, porque además no puedes crear un olor que parezca comestible.
“Así resultó, tras tres meses de trabajo, una fragancia de base dulce, sin llegar a serlo en exceso, que creé con esencias de esos dos productos, unidas por la canela, con toques de vainilla y otros compontes, y granos del cafeto macerados… combinados de manera artesanal, que resulta en un aroma afrodisíaco, personalizado, y, por tanto, único”.
Para completar, una etiqueta con el logo que, desde su creación hace unos cinco años, ha identificado al Festival orquestado por el cantautor Waldo Mendoza, que destaca entre el resto de sus creaciones.
Es parte del todo del evento, y así lo aprecia esta artista que, aunque reconoce la disciplina que implica dedicarse a la perfumería, a la creación de fragancias; se niega a hablar de sacrificios. “Amo mi trabajo. No sé si a los músicos, por ejemplo, les pasa lo mismo. Yo disfruto el proceso de crear y cuando termino, es una sensación maravillosa. Me hace feliz”.
Y ese amor se nota. Se podía sentir en sus inicios como perfumista en la empresa Suchel Fragancia, a la que aportó aromas emblemáticos como Camerata y El Toque, y ahora, dedicada de lleno a perfumes personalizados, grandes obras de arte en envases pequeños, diferentes.
Saber que el producto está a punto, es la parte más compleja. “Tengo un equipo, y hacemos muchas pruebas para ir sintiendo el perfume en sus diferentes olores, porque nunca es el mismo cuando te lo echas que cuando pasa el tiempo. Es una pirámide olfativa, que una vez terminada, no puede modificarse por respeto al cliente”, precisa.
La dejo hacer, mientras el aire se va perfumando de olores maravillosos, incluido el suyo: el aroma inconfundible de una mujer feliz.