La Educación Especial es garantía de formación y desarrollo para los estudiantes con necesidades educativas especiales.Alicia recuerda cómo hace 10 años la idea de ver a su hijo en una escuela especial le atormentaba y dolía. Ni siquiera las visitas de la psicopedagoga y especialistas del Centro de Orientación y Diagnóstico (CDO), lograban convencerla de que su niño era diferente, que necesitaba asistir a un ambiente y enseñanza especialmente creado para personas como él.
“Siempre aclararon que no era obligatorio trasladarlo de escuela, pero de que era necesario, lo era. Mi pequeño no aprendía a la misma velocidad que los demás, se quedaba muy rezagado en clases y sufría, pero yo creía que era algo temporal, confiaba en que con el tiempo lo superaría.
“Por eso me oponía rotundamente a llevarlo a una escuela especial, porque sentía que preferían rechazarlo a darle una mano, como a cualquier otro, con repasos extras. Creía que los maestros carecían de métodos para tratarlo. El amor de madre me cegaba e impedía reconocer que necesitábamos ayuda”, rememora Alicia (quien prefirió permanecer en el anonimato para este trabajo periodístico).
El tiempo y la necesidad le dieron a ella los argumentos que requería para participar en los primeros intercambios con los maestros de la nueva escuela. Al escucharlos, se sintió segura. La profesionalidad y el cariño hacia los educandos, y el vínculo con otras instituciones, las actividades que hacían y promovían dentro o fuera del centro, confortaron el corazón afligido de la joven madre.
“Son increíbles las habilidades que desarrolló mi hijo en el tiempo que estuvo en el centro, aprendió a valerse por sí solo, a socializar fuera del ámbito familiar, y hasta recitó una poesía en público, algo que aplaudí eufórica como el regalo más bello que hubiese recibido en la vida”, dice y sonríe.
Hoy el hijo de Alicia tiene 19 años y labora en un taller de mecánica automotriz estatal, oficio que aprendió desde la propia escuela, esa que le abrió las puertas al mundo, para que nada ni nadie pueda cerrarlas.
En pleno siglo XXI aún persisten familias que, erróneamente, consideran que al llevar a los hijos a instituciones educativas especiales se les excluye, y en realidad es todo lo contario. Gracias a ese tipo de enseñanza personas con limitaciones físicas, motoras y hasta mentales logran desarrollar su talento a plenitud para insertarse en la vida social y animarse a conquistar sus sueños.
Referentes
La Educación Especial en Cuba antes del triunfo de la Revolución era prácticamente inexistente. En 1959 solo ocho instituciones atendían a 134 niños con deficiencias intelectuales, auditivas, visuales, y trastornos del lenguaje.
La mayoría eran mantenidas de forma privada o financiadas por patronatos, no tenían uniformidad de juicios teóricos y metodológicos en relación con el tipo de enseñanza, sino que cada centro era regido por los criterios pedagógicos de quienes lo dirigían.
Después de 1959, la realidad cambió. El 4 de enero de 1962 se crea el Departamento de Enseñanza Diferenciada, una de las ideas más nobles y humanas del Líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, entre cuyas tareas esenciales estuvo el rescate de los pocos medios que poseían las instituciones especiales. A la par comienza la capacitación a especialistas, la formación de cuadros dirigentes, y la elaboración de planes y programas de estudios.
El programa avanzó, impulsado por el amor y el anhelo de construir una sociedad inclusiva, con oportunidades para todos, sin distinción. Así, de las ocho escuelas que existían antes, nacieron 357, con 35 mil 607 educandos matriculados y 15 mil 278 docentes.
Seis décadas han transcurrido desde aquellos primeros esfuerzos por lograr que estudiantes con necesidades educativas especiales tuvieran oportunidades iguales al resto de la población, hasta en los lugares más recónditos de la geografía cubana.
El Máster en Ciencias José Moreira Ruiz, quien dirige hace más de 14 años un centro de este tipo en las serranías del municipio de Yateras, da fe de la grandeza de estas instituciones docentes.
Desde la Escuela Especial Salvador García Agüero, con una matrícula de 84 estudiantes, 34 docentes, y 22 de apoyo a la docencia, enumera las ventajas de contar con una entidad, con régimen interno ubicada en Palenque, poblado cabecera del municipio, a la que pueden llegar los niños con discapacidad intelectual de los seis Consejos Populares del montañoso territorio.
“Los estudiantes adquieren habilidades a partir de las asignaturas que se imparten, de conjunto con la preparación laboral en tres talleres docentes. Aquí aprenden carpintería, técnica básica agropecuaria, educación doméstica…”, explica el también maestro.
La Salvador García Agüero es, además, el centro cultural más importante de Palenque, y así lo demuestra el programa de actividades que desarrollan vinculada con las entidades que la rodean.
“Desarrollamos proyectos comunitarios con los instructores de arte y alumnos con talento, también trabajamos con las nuevas tecnologías mediante visitas al Joven Club de Computación. Somos una gran familia, tan inseparables, que dos niños que se mudaron para La Güira, en Manuel Tames, y San Vicente, en Guantánamo, solicitaron continuar estudios acá”, comenta Moreira Ruiz.
Lograr el máximo desarrollo integral posible de los estudiantes es el principal objetivo de la institución, destaca el Máster en Ciencias, de ahí que realizan contratos con entidades como Servicios Comunales, la Planta de beneficio de café o el aserrío de La Alegría, ubicado en una de las últimas zonas del territorio, las cuales pueden emplear la fuerza de trabajo calificada que gradúan cada año.
“Los estudiantes realizan prácticas laborales mientras cooperan con los Consejos Populares donde residen y, al egresar de la escuela, cuando cumplen 18 años, pueden ser trabajadores fijos de los organismos que apoyan la escuela o tener otro vínculo laboral”, detalla.
Una obra de infinito amor
En la Escuela Especial Desembarco del Granma, de la ciudad de Guantánamo, equipos multidisciplinarios conformados por especialistas y pedagogos se encargan de la preparación con esmerado cuidado de pequeños con estados del desarrollo cualitativamente complejos.
María del Carmen Ramírez Fernández, máster en Ciencias de la educación especial, y directora de la institución, señala entre las acciones básicas en el tratamiento de estos alumnos los ejercicios de desarrollo de habilidades motrices y del lenguaje, para propiciar que estos se valgan por sí mismos y se relacionen con sus compañeros.
Con una matrícula de 54 niños, de los cuales 10 reciben clases ambulatorias en el hogar, por estar postrados, el centro coopera con el servicio de equino- terapia en el parque de diversiones Elpidio Valdés, y cuenta con atenciones médicas y psicológicas.
“La familia juega un rol fundamental por las propias características de los niños que atendemos, ellos facilitan la vinculación de los educandos a todas las actividades que dentro y fuera de la institución educativa realizamos”, destaca Ramírez Fernández.
Este tipo de enseñanza es costosa, requiere de personal capacitado y especializado, pero también de recursos. Varios materiales audiovisuales que se adquieren en el exterior, se encarecen al tener que comprarlos en un tercer país por causa del bloqueo, explica la Máster en Ciencias.
“A pesar de las limitaciones, los procesos de integración y las alternativas para suplir los materiales escolares no se detienen. Somos un equipo de aniristas que recientemente diseñó un corrector multifuncional, al cual se le agregó letras, números, colores, y hoy sirve para rehabilitar al niño en todas las disciplinas”, detalla.
Resalta que quienes trabajan con estos niños se distinguen por su vocación, porque la educación especial es una enseñanza de sublime amor, donde se va a la individualidad de cada infante, para hacerlo dueño de su destino.
“En todos los municipios guantanameros hay un escuela especial con profesionales especializados y de alta calificación”, explica Maritza Romero.
Desafíos de la enseñanza
Para los especialistas, el principal desafío de esa enseñanza está en conducir y proporcionar a los estudiantes las herramientas para su incorporación futura a la sociedad, significa la Máster en Ciencias Maritza Romero, jefa de la enseñanza especial en la provincia.
Guantánamo cuenta con 21 escuelas destinadas a este tipo de aprendizaje, en las cuales se atienden niños con discapacidad intelectual, con necesidades educativas en la visión y la audición, alteraciones en la conducta, y retardo en su desarrollo psíquico. Esa enseñanza va también puertas afuera, porque los educandos se insertan en la red escolar regular donde están otros niños.
“En el territorio tenemos especialistas de alta calificación, unos 450 de ellos frente a aulas; 300 másteres en ciencias de la educación especial, y cinco profesionales del sector están en la formación doctoral, junto a un ejército de jóvenes que hoy egresan de la Escuela Pedagógica, quienes se insertan directamente a la universidad a continuar la licenciatura”, explica.
A 60 años de creada la Educación Especial, se mantiene el reto de elevar la preparación de los maestros para brindar enseñanza personalizada, vinculada con posibilidades, intereses, niveles y ritmos de aprendizajes de quienes asisten a estos centros, reflexiona la Máster en Ciencias.
“Que todos puedan tener acceso al aprendizaje lleva también sumar el empeño de los factores, necesitamos más apoyo de la familia, los vecinos, la comunidad para hacer de estos centros el eje transformador de nuestra sociedad”, concluye.