1 RanchoLa mujer unge la obra con la miel de su cariño. Norma Febles Fornéses es una de los 64 trabajadoras de la Unidad Empresarial de Base Rancho Casimba, de Flora y Fauna, en Manuel Tames, incluida en el proyecto de Apoyo a la Producción de Alimentos y la Reforestación (APAR). Ella y su esposo crían conejos. Ambos son obreros pecuarios.

Este proyecto de colaboración internacional promueve la equidad de género en el empleo. Se ejecuta hace cuatro años liderado por la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (Actaf) en la provincia de Guantánamo.

Norma mejora su economía familiar desde que se encarga de cuidar conejos en la nave donde se fomenta el módulo pecuario cunícola, de 46 hembras y 24 machos, de las razas Chinchilla y Nueva Zelanda, y las crías obtenidas del cruce de estas dos especies.

La aludida es de las nueve mujeres incorporadas a la actividad pecuaria en Rancho Casimba, a instancias del APAR que, entre otros aspectos, promueve la equidad de género en las vidas de las comunidades rurales de Ciro Frías y Casimba, ambas en Manuel Tames.

La entrevistada describe al detalle su dedicación para que los animales de la nave cunícola se alimenten, reproduzcan cada mes y no enfermen, en lo cual emplea, preventivamente, hierbas medicinales como albahaca y sábila. Además, dice, evita que personas ajenas entren al local.

Cuenta que cuando ella y su esposo enfermaron simultáneamente de COVID-19, la nave quedó por obligación a cargo de otras personas. “Al retornar once días después, ya las cosas no estaban igual: los animales habían bajado de peso, y eso nos disgustó, porque los conejos no estaban como los dejamos”, rememora.

Conejos con toque femenino

“Tengo algunas hembras montadas. Hay que producir más, para justificar el salario que obtengo desde que comencé a trabajar alentada por el proyecto APAR”,2 RanchoNorma, de la UEB Rancho Casimba, en Manuel Tames. dice.

Por su propia iniciativa, ella crea bebederos de agua para los animales con envases plásticos en desuso, ante la carencia de los recipientes adecuados. Por tal motivo tiene que cambiar constantemente los improvisados abrevaderos, para mantener la limpieza requerida para la cría cunícola.

“Tengo que estar ahí, buscando pomos, lo que aparezca y lavarlos siempre, yo les paso un paño todos los días porque el agua tiende a formar una babaza”, dice la hacendosa mujer.

Afirma que incluso el domingo, día que reserva para sus actividades domésticas y religiosas, cuida de la camada: “¿Qué hago? Vengo aquí temprano, ayudo a mi esposo a acotejar todo para que le eche el forraje, bajo a mi casa, lavo, y voy luego para la iglesia; entonces, por la tarde vuelvo aquí otra vez.

“Eso nadie me lo ha impuesto, yo misma me he hecho ese programa porque mirándolos (a los conejos) es que me siento confiada”.

Las palabras de Norma transmiten conocimientos y experiencia, en cuanto a la variada dieta vegetal administrada a la conejera durante cada jornada.

Una mano con la otra para ampliar

En la alimentación cunícola incluyen hojas de orozuz, guácima, morera, bejuco de boniato y moringa, plantas de alto valor nutritivo.

Los obreros agrícolas cultivan estas especies vegetales en las áreas de Rancho Casimba, también para suministrarlas en la dieta de otros rebaños pecuarios que allí fomentan en 360 hectáreas, como aves, cerdos de capa oscura y caballos, últimos que distinguen tradicionalmente al coto.

Los equinos atendidos en esta unidad son de la selecta variedad nombrada Cuarto de Milla (Quarter Horse), pues el objeto social original de Rancho Casimba es conservar el fondo genético equino de esos particularmente apreciados nobles brutos.

Sin embargo, a ese propósito del centro, se le incorpora ampliar y diversificar las producciones para la alimentación de la población, como es el caso de las demás dedicaciones pecuarias mencionadas.

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