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Jaibo bano conductora 1A pesar de la roca dura y algunas dificultades, la obra marcha a buen ritmo, asegura el jefe de brigada y confirma Luis Mora, el experimentado operador de la retroexcavadora. Ya se ven, con solo asomarse, las huellas de la conductora Jaibo Bano en la carretera de El Salvador, como una serpiente entre el verde irregular de la maleza.

Oscar Hodelín Pérez, jefe de la brigada de conductoras de la UEB de Mantenimiento y Rehabilitación de Obras Hidráulicas, EMROH, me advierte que lo que observo es solo una de las “cabezas” de la tubería de 9,6 kilómetros -de 630 y 500 milímetros- desde la segunda presa más grande de la provincia de Guantánamo y la estación de bombeo Bano, en el reparto Caribe.

La otra punta anda monte adentro. “Trabajan dos brigadas, ahora en la zona conocida como El Jobito, esta -la que vemos serpentear al lado de la carretera- que va hacia la ciudad, y una segunda -de la empresa, aunque radicada en Santiago de Cuba- que trabaja en el otro extremo, y avanza hacia la presa.

En general, al cierre de este mes deben estar colocados cuatro kilómetros de conductora entre ambos colectivos, y a juzgar por el ritmo de trabajo de las excavaciones que avanzan unos 400 metros por día, y los 3,5 kilómetros ya listos, es una cifra posible.

Para garantizar la continuidad del trabajo, mientras la retroexcavadora se afana en roer la roca dura, otro grupo de hombres se ocupa de unir, con máquinas de termofusión, los tubos de 12 metros de polietileno de alta densidad (PEAD).

La idea, precisa el jefe de la brigada de conductoras, “es terminar la obra, que iniciamos el 10 de febrero, en tres meses. Un plazo que, gracias a las dos brigadas en el terreno y la estabilidad del trabajo, podemos cumplir”.

A trabajo limpio

La brigada local llega a un punto de giro. “Antes de hacer las zanjas, había que desmontar los árboles, desbrozar, retirar la capa vegetal y llevar el terraplén a la cota (nivel) previsto en el proyecto. Ahora, como estamos al lado de la carretera, esa parte es más simple”, explica Hodelín Pérez.

Jaibo bano conductora 2Los atrasos, asegura el ejecutor Oscar Suárez Favier, se recuperan al día siguiente. Es una obra urgente, y los constructores lo entienden.

Empero, la cercanía con la carretera impone retos propios. “Debemos tener más cuidado, velar porque las personas ajenas mantengan la distancia, pues trabajamos con equipos pesados y electricidad”, advierte Oscar Suárez Favier, ejecutor a pie de obra de la escuadra guantanamera.

Como parte de las precauciones para esta nueva fase se han dispuesto, en las cercanías de los trabajos, una serie de señaléticas, en coordinación con la Unidad de Tránsito. Pero todo cuidado es poco.

Igual se avanza a buen ritmo. En su retroexcavadora, el operador Luis Mora fractura el suelo, arrastra, saca y alza la tierra sobrante de la zanja, que debe tener los dos metros justos de profundidad, según comprobará el ejecutor más tarde, cuando se aleje el ir y venir del potente cuello hidráulico.

La roca, en este tramo de monte antes de sumarse al trazado del vial, a veces se resiste. “Pero eso no es problema, mientras avanza la retro, otro grupo viene detrás con un martillo rompedor que no cree en piedra dura, y avanzamos sin problemas”, dice Suárez Favier.

En general, tercia Hodelín Pérez, “todo marcha a buen ritmo y se cumple con el cronograma de ejecución, a pesar de los vaivenes del combustible en estos días, que afectó a todos”.

La prioridad de la inversión, prevista entre las respuestas estratégicas ante un evento de sequía en la mayor urbe de la provincia, pero acordada finalmente a inicios de febrero con la presencia de Antonio Rodríguez Rodríguez, presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, es evidente.

Las tuberías de 630 milímetros que se colocan en los primeros siete kilómetros, elemento más importante de esta fase, están llegando sin dificultades desde la provincia de Holguín.

“Súmele a eso el interés del hombre, porque nuestras familias también dependen de esa agua. Entendemos, porque lo sufrimos, la necesidad de andarnos rápido, de recuperar las horas perdidas, trabajar desde el amanecer y hasta que el sol nos deje, y hacerlo bien”, se confiesa Suárez Favier.

Mirada de inversionista

Bien lo han hecho, así que hasta la fecha no fueron necesarias rectificaciones. Alexey Aranda Bonne, director de Inversiones de la Delegación provincial de Recursos Hidráulicos da fe de ello: “Son constructores de experiencia, y las revisiones, de todos los niveles, son periódicas”, dice.

Es una gran noticia para una obra que, en general, debe costar unos 90 millones de pesos, de los cuales 57 corresponden solo a la colocación de las tuberías, que además requiere la instalación de nueve desagües, igual cantidad de ventosas y tres válvulas.

Porque Jaibo Bano, además de la tabla salvadora para la ciudad ante la severa depresión de su principal fuente de abasto, beneficiará a las poblaciones y entidades a su paso, “como el centro penitenciario y la localidad conocida como Monte Sano”, precisa el directivo.

El resto del dinero se destinará al montaje mecánico: piezas de metal que habrá que armar para la entrada y la salida de la conductora, “y cuyo proyecto ya tenemos en las manos, con la idea que cuando los tubos estén colocados, conectar y dar valor de uso sin dilaciones”.

Cuando esté operativa, la conductora Jaibo Bano permitirá usar de manera regular el agua de ese embalse, el segundo de mayor capacidad en la provincia con su vaso de 120 millones de metros cúbicos, y sumará 300 litros por segundo a la ciudad, que hoy solo recibe unos 650 de los 900 que demanda.

Hay urgencia. Se sabe y se trabaja, que es lo más importante.