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Dr Iván Cintra“Una de las cosas más difíciles es tratar a seres queridos. En esos momentos tienes que sacar toda la profesionalidad, toda la ética y el conocimiento”, asegura el doctor Iván.

Dice el doctor Iván Cintra Leguén que de niño quería ser bombero. Pero ese sueño duró solo hasta los ocho años, cuando vio a un médico quitarle el susto a una madre que llegó, nerviosa, al Cuerpo de Guardia de un hospital de Las Tunas, donde vivía entonces.

Fueron, cuenta, solo unos minutos, la diferencia entre el llanto y la tranquilidad, entre la muerte y la vida. Pero suficientes para que cambiara su norte hacia la profesión que todavía le ocupa y le llena la vida. “Ese día, le comenté a mi mamá que quería ser médico, y aquí estoy…

“Empecé en la medicina familiar, tras graduarme en 1988, porque era lo que el país necesitaba. Me hice Médico General Integral, y en estos años me he ido superando. Recibí cursos de Apoyo Avanzado Cardiológico y Prehospitalario, y aprendí todo lo que pude de mis jefes y compañeros. Eso es fundamental, sobre todo, si trabajas en el SIUM.

Aquí uno encuentra situaciones muy difíciles, tanto para nosotros como para los pacientes que, por lo general, están en peligro. Asumir eso, que tenemos la vida de las personas en nuestras manos, exige dedicación y preparación. Esas son nuestras armas”.

En un sitio donde no hay situación sencilla, ¿qué es lo más complejo?

Lo más difícil son las paradas cardiorrespiratorias en cualesquiera de las edades que puedan ocurrir. Es una persona con el corazón detenido, que tienes que traer de la muerte con múltiples maniobras que debemos realizar bien y rápido. El tiempo, en esos momentos, más que oro, es vida.

La verdad es que las experiencias complicadas son muchas. He atendido partos extrahospitalarios, que ocurren, aunque se trabaja para evitarlos, pues son peligrosos tanto para la madre como el bebé.

Hace unos años, por ejemplo, asistí a un niño que se electrocutó con un cable caído mientras jugaba pelota con sus amigos bajo la lluvia. Cuando llegamos, lo estabilizamos y lo llevamos al hospital. Gracias a ello, y a pesar de que hizo varias complicaciones, incluida una insuficiencia renal con necesidad de hemodiálisis, logró sobrevivir y reincorporarse a la sociedad.

Hay casos así, que no se terminan cuando los entregas en el hospital.

Además de vocación, ¿qué características debe tener un médico, un trabajador del SIUM?

Lo principal en todos los oficios es el empeño y las ganas de realizarlo. Nosotros, en particular, debemos ser responsables, estudiar mucho, estar preparados sicológicamente para enfrentar la muerte, incluso las más difíciles, las más cercanas.

Tenemos que crecernos, asumir el liderazgo del equipo cuando es necesario, aplicar los conocimientos y la ética al máximo.

Lo viví con mi madre, hace algunos años. Estaba de guardia y recibimos una llamada al 104. Me monté en la ambulancia como con cada urgencia, y cuando llegué me la encontré con un AVE (Accidente Vascular Encefálico), comúnmente conocido como infarto cerebral.

Había, lógicamente, mucho sentimiento en medio, pero en ese momento supe que debía estar más calmado que nunca, y eso hice. Me ajusté a los conocimientos adquiridos, a la experiencia, a la destreza de mi equipo, y la salvamos.

¿Qué ocurre cuando el peligro también los toca, por ejemplo, durante los tiempos más complejos de la COVID-19?

Fueron días especialmente duros. El personal se redujo, algunos se fueron por ser vulnerables, otros fueron llamados a centros de aislamiento. Así que quienes nos quedamos tuvimos que asumirlo todo: las urgencias regulares y los traslados de pacientes con coronavirus, muchas veces hasta Santiago de Cuba, sobre todo, en los inicios de la pandemia.

Normalmente trabajamos 24 horas y descansamos tres días, pero durante los momentos más complejos, había que entrar antes de tiempo. Era lo necesario.

El peligro estaba latente para todos, incluso para los jóvenes, para los no tanto que, como yo, a mis 56 años no tengo las patologías que se consideraban de riesgo.

Te puedo decir que tomamos todas las medidas, pero igual algunos se enfermaron, y murieron. Golpes fuertes.

Pero está aquí… ¿Qué le diría a los nuevos? ¿Cómo permanecer en una profesión tan compleja tanto tiempo e insistir en ella?

Yo no pienso en eso. Estoy aquí porque me gusta, y pienso quedarme hasta que pueda. A los nuevos, solo puedo darles lo que me dieron a mí doctores como José Alfredo Esteva, nuestro primer director, Ernesto Trujillo y Reinaldo Elías, para mí, los padres fundadores del SIUM en Guantánamo: apoyo, dedicación y conocimientos.

De todo eso hay que tener para quedarse en esta profesión que no cree en cumpleaños ni fechas festivas, y que muchas veces te pone en circunstancias de las que la mayoría de la gente saldría corriendo.