La Orden Mariana Grajales la trajo con todo orgullo a sus montañas de El Salvador, donde ha escrito bellas páginas como productora y cafetalera.A Dignora Plutín Sánchez hace mucho tiempo no la llaman por su nombre. El seudónimo de Poca, que le pusieron sus padres cuando pequeña, es el que todos conocen, aunque ese sobrenombre no le hace honor a ella y, mucho menos, a su personalidad.
Delegada de la Circunscripción 14, en Palizada, municipio de El Salvador, diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, jefa de la insigne brigada de recogedoras de café Tania la Guerrillera y presidenta de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) del mismo nombre, figuran entre las responsabilidades que asume esta guantanamera, una de las cinco cubanas que recientemente merecieron la Orden Mariana Grajales, máxima condecoración que impone la Federación de Mujeres Cubanas.
“Cuando el presidente Díaz- Canel me colocó la medalla, me dijo que era un orgullo poder recompensar el trabajo de las campesinas del país, y yo le dije: Presidente, somos muchísimas las mujeres consagradas que trabajamos la tierra, cuente siempre con nuestro apoyo pa’ producir alimentos”, expresa Dignora, emocionada, con el equipo de Venceremos que acude a entrevistarla en su casa.
En la sala, la veterana productora agropecuaria rememora aquel día en la capital, donde compartió con otras cubanas como ella, dignas herederas de Vilma Espín…
“Pero tanta etiqueta no iba conmigo -revela-, no soy de andar tan emperifolla’, prefiero el campo, las botas, mi camisa de mangas largas, el sol y la tierra, en especial, esta última, porque ahí está el verdadero premio de la mujer campesina, cuando ve el fruto de su trabajo y sudor”.
En tiempo de cosecha es muy alta la productividad de esta líder de la brigada Tania la Guerrillera, un colectivo formado en las serranías de Palizada por la inolvidable Vilma Espín.
Los méritos
Dirigente de organizaciones sociales y de masas, delegada a varios congresos de campesinos, federada de cuerpo y alma, líder en su Comité de Defensa de la Revolución, Poca es un componente clave en la comunidad donde vive, sobresale su labor por incorporar nuevas muchachas al trabajo, y ese empeño constante por fortalecer el funcionamiento de las delegaciones y bloques de la FMC salvadoreña.
“Le prestamos especial interés a las amas de casa. Antes del triunfo de la Revolución, las campesinas se dedicaban solo a las labores hogareñas, a criar los hijos, y vivían de lo que les daba el marido, pero hoy, y aquí, las guajiras somos independientes”, dice mientras invita a bajar la empinada pendiente que lleva a la despulpadora de café donde suele pasar la mayor parte de su tiempo.
“En esta zona -explica-, cuando se termina la zafra cafetalera, las recogedoras nos incorporamos a las actividades del vivero y a la atención cultural a las plantaciones, que incluye poda, regulación de sombra, fertilización y limpieza manual. Nosotras no descansamos, porque en la agricultura el tiempo perdido afecta fácilmente la producción y el bolsillo del campesinado”.
Poca asegura que en Palizada muchas mujeres desempeñan con abnegación múltiples tareas dentro y fuera del campo. Menciona, por ejemplo, a Petronila Neyra Sánchez, Heroína del Trabajo de la República de Cuba, quien la antecedió al de Las Tanias, y la inspiró a dedicarse plenamente a la agricultura.
“¿Y Las Tanias? Pues son parte imprescindible de mi vida y del municipio, amigas todas, juntas recogemos café, en especial, durante los picos de maduración y mire, usted, que promediamos al día 10 y 11 latas, por eso llevamos casi un cuarto de siglo como Vanguardias Nacionales del Sindicato de Trabajadores Agropecuarios y Forestales, afirma satisfecha.
Ese ímpetu en el trabajo fue legado por Vilma Espín, quien las abanderara a inicios de los 80, y el relevo que viene creciendo será un fiel heredero de esa historia. Así lo asegura la campesina mientras habla de las “viveritas, unas jóvenes de la comunidad, que estudian en la sede universitaria de Bayate y, a la vez, trabajan en el vivero de la UBPC.
Dignora Plutín estuvo entre las cinco federadas cubanas condecorada con la Orden Mariana Grajales
“La continuidad hay que asegurarla, por eso siempre me verán hablando con los más jóvenes y motivándolas para que se pongan a trabajar. He logrado que muchas se incorporen a la agricultura, porque todavía son insuficientes las manos que se necesitan en Guantánamo para producir, se lamenta.
“El trabajo en el campo no es cosa fácil, persisten insatisfacciones, sobre todo, en los precios de insumos: un pantalón de trabajo te puede costar como mínimo 400 pesos, unas botas mil o 2 mil, las limas también están muy caras, y eso hay que seguir revisándolo”, insiste mientras regresa con el equipo de periodistas al hogar, para despedirse.
Hospitalaria y hábil conversadora, Poca agradece el apoyo de la familia en las labores en casa, pues detesta cocinar y que a pesar de que tiene 61 años, aspira a continuar trabajando, mientras el cuerpo lo permita, para ver a más Petronilas y Pocas multiplicadas, más Tanias, ejemplo del temple y la capacidad de las mujeres para echar a andar la obra de la Revolución con la fuerza y el entusiasmo que las caracteriza.