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crisis de octubreAnte el agravamiento de la situación creada por la política guerrerista del Gobierno estadounidense, que había destinado 250 mil hombres para invadir a Cuba, el 22 de octubre de 1962, a las 17:00 horas, una antes de que hablara el presidente Kennedy y declarara el bloqueo naval contra Cuba, el Comandante Fidel Castro ordenó la alarma de combate y moviliza en pie de guerra a todo el país. 

 

Al recibirse la orden en Guantánamo, el comandante Raúl Castro, al frente del Ejército de Oriente, indica la movilización de los efectivos de los ocho batallones de la División 1632, unidad bajo el mando del capitán Rigoberto Rodríguez. Por su parte el Batallón 89 (Bon Fronterizo), cubrió posiciones en los límites con la ilegal Base naval estadounidense.

 

Los batallones 2684 y 2686 fueron los primeros en desplegarse en los sectores defensivos al sur y sureste de la ciudad, respectivamente, bajo el mando de Amado Lomba y Joaquín Llauradó.

 

Se había valorado la posibilidad de un fuerte ataque proveniente de la Base naval y un desembarco aerotransportado en el área de Santa Rosa, acciones con las cuales quedaría sitiada la ciudad de Guantánamo, urbe que en esas condiciones debía resistir, mientras se desarrollaran los combates principales en la dirección Vilorio-Yerba de Guinea.

 

En los planes operativos de las FAR se reconocía que teniendo en cuenta la presencia de la Base yanqui en el sureste de Oriente, la dirección estratégica Santiago de Cuba-Guantánamo tenía alta prioridad en el mando revolucionario.

 

La movilización se efectuó bajo fuertes lluvias, pese a la inclemencia del tiempo se cumplieron los objetivos. El batallón de obstáculos ocupó la primera línea al sureste de Filipinas. El batallón 533 consolidó su defensa en el segundo escalón, que se extendía desde las alturas de Sabana del Vínculo-Canabacoa.

 

En las proximidades de esta fuerza, los aliados soviéticos establecieron un grupo de cohetes antiaéreos SA-75, mientras enviaron una unidad de radiolocalización a la loma de La Mesa (Manuel Tames), a unos 15 km al noreste de la Base.

Los restantes cuatro batallones de infantería ocuparon posiciones combativas en las alturas de sierra de Canasta, Santa María y loma de La Candelaria. En Sabana del Vínculo, en un punto próximo al alto de Loreto, fue desplazado el batallón de tanques 1420 del capitán Luis Aíra. El Estado Mayor divisionario se movió de su sede permanente en las proximidades de Yerba de Guinea, hasta La Cueva, parte oeste de la Sierra de Canasta.

En ese contexto, las fuerzas del enclave yanqui fueron reforzadas por un regimiento de infantería de marina con más de 3 mil 700 efectivos; baterías de cohetes tierra-tierra “OneYon”, conjuntamente con tanques y piezas de artillería de 105 mm se pusieron en posición de tiro.

 

El portahelicópteros LPH-4 “Boxer” y otros buques permanecieron en aguas próximas. Mientras, a unas tres millas, un regimiento de infantería de marina se mantuvo en sus buques, lo que constituía un segundo escalón de refuerzo.

 

La violación del espacio aéreo del valle de Guantánamo se multiplicó en esos días de crisis, más de 200 vuelos a baja altura provocaron alarmas en las filas revolucionarias.

 

En el perímetro del enclave los marines incrementaron las provocaciones contra los integrantes del Batallón Fronterizo, efectuando disparos y violando la línea divisoria. La respuesta precisa fue elevar la disposición combativa y la disciplina de los aproximadamente 500 combatientes de esa primera trinchera.

 

Ya para esos momentos de tensión se encontraban en plena disposición combativa en la base soviética de Mícara, Mayarí Arriba, los cohetes tierra-tierra FKR, con cabezas nucleares, mortífera arma para golpear la Base naval de Guantánamo, así como los buques estadounidenses.

 

En Baracoa el batallón 2349 cubrió el amplio perímetro costero. La artillería fue situada en el malecón de la ciudad. Se minaron partes del tramo de playa del río Miel. La jefatura del Sector Serrano se mantuvo en el fuerte Sanguily y el segundo batallón se estableció a la altura de La Farola.

 

Una veintena de estudiantes de la Universidad de La Habana enviados por Fidel se encontraban también en la zona. Con ellos, en la capital del país, se había reunido el Comandante en Jefe y los había impuesto del gran peligro nuclear que se cernía sobre la nación. Los conminó a partir a sitios escogidos del Archipiélago porque ante un ataque atómico fallecerían muchos compatriotas y “en esta situación ustedes se encargarán de continuar la obra de la Revolución”, les indicó.

 

En Maisí, cumpliendo la orden de movilización, se emplazaron las unidades de milicias en forma escalonada a partir del Faro. En Imías el mando local fortaleció la defensa de la costa desde Cajobabo a Yacabo, con la colaboración de un batallón de Santiago de Cuba. El subsector de Guaibanó, en el valle de Caujerí, envió su batallón al tramo lomas de La Herradura-El Bagá, dándole cobertura defensiva a la unidad soviética de radiolocalización de La Mesa.

 

Por su parte, las direcciones políticas de las regiones de Guantánamo, Baracoa y II Frente orientaron, en coordinación con los mandos militares, tareas que contribuyeron al fortalecimiento del poder revolucionario. Se crearon reservas materiales y combativas acorde con las necesidades y existencias físicas.

 

Igualmente, se protegieron los equipos ferroviarios y automotores que podían ser blancos de los bombardeos aéreos y terrestres; crearon hospitales de campaña fuera de las ciudades y en áreas rurales se intensificaron las labores agrícolas para garantizar parte del abastecimiento al frente.

 

La defensa popular y las Milicias Obreras trabajaron con ahínco en las patrullas de los poblados y ciudades, la protección de los centrales azucareros, nudos ferroviarios, puentes y fábricas, y cumplieron múltiples tareas que garantizaron una mayor incorporación del pueblo a la defensa.

 

La Seguridad del Estado, en estrecha coordinación con las organizaciones políticas y de masas, y en particular con los vigilantes CDR, cumplieron con eficiencia sus misiones y garantizaron la estabilidad interna frente a las acciones enemigas.

 

En particular se destacó la labor de combatientes y cederistas en la neutralización de ciudadanos con antecedentes contrarrevolucionarios. Se retuvieron en el antiguo colegio La Salle aproximadamente un centenar de ellos. En dicho centro fueron retenidos y recibieron alimentación. Cuando cesó la orden de combate fueron devueltos a sus hogares.

 

Sobresalió, también, la labor política desarrollada en octubre y noviembre de 1962, bajo la dirección de Rita Díaz, secretaria del PURS, cuando se intensificó el trabajo de agitación y propaganda, sobre todo, la labor directa con los obreros, campesinos, estudiantes y combatientes. Los orientadores políticos del PURS, los jóvenes graduados de las escuelas políticas del ejército y maestros fueron pilares en este sentido.

 

Alta fue desde el primer día la movilización y la moral revolucionaria y combativa de soldados y milicianos, quienes dejaron sus hogares para defender la Patria amenazada. Las lluvias golpearon con fuerza durante los primeros días de la crisis y la ropa se secaba en los cuerpos de los movilizados.

 

Nada, ni siquiera la falta de alimentos, menguaron la alta moral combativa y disposición a defender la Patria a toda costa; los recios milicianos se mantuvieron firmes.

 

En tales circunstancias, el primero de noviembre actuó en el antiguo teatro Campoamor, para el pueblo y los milicianos de Guantánamo, Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba. El día antes había actuado en la unidad militar de Yerba de Guinea.

 

El 30 de noviembre se desmovilizaron las últimas unidades después de más de 35 días en las trincheras. El recibimiento tributado por el pueblo a los milicianos y combatientes fue espectacular.

 

La columna procedente del Matabajo y Vilorio, bajó por la avenida Camilo Cienfuegos. La emoción se reflejó en los rostros de los jóvenes combatientes. Esta entrada constituyó una reafirmación de la decisión del pueblo de defender la soberanía e integridad de la Patria al precio que fuese necesario.

 

Fuente: José Sánchez Guerra: “Conflictos en Guantánamo, 1959-1962”. Premio Regino Boti, 2019.