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Dice que es introvertido y que nadie se hubiera imaginado a Dairon Martínez Tejeda de periodista. Quizás sí ingeniero, médico, matemático, diplomático, arqueólogo. “Soy demasiado introvertido y el periodismo es de gente valiente”, me dice por WhatsApp, así que no puede ver mi cara de… “¿en serio?”

Insiste, como si la intuyera, que es en serio. “Yo llegué a la carrera porque no ofertaron las que yo quería, y como segunda opción… A la prueba de aptitud fui por mis amigos, por Dayana Natacha y Roxana, Edelman. Y ellos mismos me halaron para Venceremos”.

Eso sí, me dice, “ya en la secundaria básica, una profesora que tuve empezó a insistir en la redacción, en mejorar la coherencia, la claridad de las ideas, la ortografía… Primero me obligó -se sincera-, pero luego me enamoró y eso me ha servido hasta ahora”.

Lo hago “aterrizar” en Venceremos. ¿Cómo fue la llegada? ¿Qué sentía en esos primeros tiempos? ¿Cuánto tuvo que crecerse? ¿Alguna vez sintió que no encajaba, que era un pez fuera del agua?, inquiero.

“Llegué al periódico y empecé a atender la juventud. Pensándolo ahora, me hubiera gustado que me exigieran más, que me sacaran de mi zona de confort, porque me quedé un poco atrás”, rememora.

A Adriel Bosch, hoy subdirector del medio, agradece haber visto que, en aquel grupo de graduados, él también podía hacer más. Me dio las redes sociales, y responsabilidades: cosas que yo no iba a pedir, pero sí cumpliría”.

Sentirse fuera de lugar, confirma, pasa. “A veces me pregunto por qué no estudié Medicina, así hubiera podido ir de misión y ayudar a mi mamá a construir… Me siento como un pez fuera de su medio cuando no se me ocurre qué publicar, o cómo abordar un tema, pero entonces me pongo a escribir, y entro al agua”.

Y avanza. En estos años se le ha visto crecerse en muchas direcciones. Por la mañana lo dejas haciendo una entrevista para la página cultural del periódico, poco después del mediodía lo puedes escuchar en algún espacio radial o televisivo, y más tarde, en alguna reunión para coordinar la comunicación en el Gobierno, y luego en un concierto, un evento…

¿Será que el tiempo lo perdona?, le pregunto sin descartar la oportunidad de alguna fórmula. Y se ríe.

“Mi día tiene las mismas horas, pero me planifico tratando siempre de aprovechar la mañana, porque mucha gente me pide cosas, y yo no sé decirles que no. Trato el tiempo como si fuera una noticia, en pirámide invertida comenzando por la mayor prioridad, que es el periódico”, aclara.

Va más allá. Dice que la pertenencia le queda prendida en la piel incluso ante el micrófono, ante la cámara… “Siempre estoy pensando qué puedo hacer en el periódico, qué puedo aprovechar. Ese, por cierto, es uno de mis sueños, que todos los medios se articulen, se complementen”.

La posibilidad de pasar tantas horas trabajando, ocupado en mil cosas porque le gusta, pero, sobre todo, para poder ganar algo más, se la agradece a su madre: “Ella me facilita muchas cosas, y hasta ayuda con las redes sociales, me sugiere temas, cuestionarios”.

Las redes sociales son, de hecho, su medio de aguas más cálidas. Se mueve con soltura, y logra, como si fuera fácil, lo que a otros cuesta. “Tenemos el deber de estar en Internet, pues hay mucho público sin buenos referentes, que no saben diferenciar o no lo hacen por pereza, y ahí entramos nosotros para decir rápido y bien, con todos los elementos”, precisa.

Hay, en ese treinteañero que -como aquel santiaguero ilustre de apellido Cedeño- recorre la ciudad “calle arriba, calle abajo” en su bicicleta, que no es china, mucho de inconformidad, de querer ser mejor para el periódico donde ha crecido, “y me ha dado un nombre, que además, quedará para el futuro entre sus páginas”.

Me salgo del guion y le lanzo una “tanda” de “bolas rápidas”:

¿Qué tipo de periodista aspiras a ser?

-Uno que publica trabajos que le importan a la gente, y ayudan a cambiar las cosas.

¿Qué género prefieres y cuáles te gustan menos?

-Prefiero la entrevista… Me encanta conversar. Del otro lado, la crónica y el artículo.

Si pudieras elegir a un periodista, vivo o muerto, para que fuera tu mentor, ¿quién sería?

-Eduardo Galiano u Oriana Fallaci, para que me sacaran de mi zona de confort.

A riesgo de muchos celos, ¿con quién te irías, sin pensarlo, para un lugar apartado a hacer periodismo, sin celular, sin regreso seguro?

-Con un fotógrafo… Es que se me da muy mal hacer fotos.

Vamos a decir que existen los viajes en el tiempo. ¿Volverías a escoger periodismo y periódico?

-Si existieran, yo iría más adelante, para ver si todavía estoy en Venceremos.

¿Entonces, existe alguna posibilidad de que seas tú quien me haga la entrevista a mí, de aquí a dos décadas?

-Yo creo que sí. Incluso si no estoy aquí, quisiera que contaran conmigo.

¿Me dices eso porque no sabes decir que no?

-No. Creo que ya estoy aprendiendo a decir que no, en algunos casos.