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HaroldHarold Urgellés considera que la clave para enseñar bien es la atención individualizada y sistemática.

Harold Urgellés Sayú nunca se imaginó a sí mismo frente a un aula, pero su pasión por las Matemáticas y las ganas de ser útil lo llevaron a hacerlo.

 

Estudiante de cuarto año en Ingeniería Industrial, del curso por encuentro de trabajadores de la Universidad de Guantánamo, el joven asume hoy la enseñanza desde la Secundaria Básica Regino Eladio Boti, donde ayuda a aliviar la tensa situación del municipio con la disponibilidad de profesores.

 

A sus 28 años, Harold se siente orgulloso de contribuir a la formación de las nuevas generaciones, que es también una forma de continuar la Revolución.

 

“De mí depende ahora que surjan nuevos maestros, ingenieros, médicos, obreros…y aunque no soy pedagogo asumo el reto con gran responsabilidad.

 

“Además me toca impartir Matemática, mi asignatura favorita de toda la vida, que permite desarrollar la capacidad de análisis y discernimiento, el razonamiento lógico, el intelecto. Los números están presentes en la naturaleza y en la sociedad, dependemos de ellos para contar, medir, comprar, a la hora de organizarnos en casa, de distribuir el tiempo o los recursos.

 

“Es un mundo maravilloso y así se lo muestro a mis estudiantes, para que se sientan atraídos por la materia y la entiendan mejor. Por ejemplo en estos días estudiamos la estadística y sus conceptos básicos: la población, muestra, promedio; como motivación les pongo ejemplos de la vida práctica: calculamos las notas del aula, identificamos datos del territorio…”

 

Esta no es la primera experiencia como docente de Urgellés Sayú, antes trabajó en el preuniversitario Primero de Mayo, donde sobresalió por sus resultados en tan solo dos meses, allá en Máximo Gómez entre 11 y 12 Sur.

 

“Cuando escuché por la TVE que había déficit de profesores, pensé: creo que voy intentar dar clases y mi familia me incentivó. Indagué con personas del sector y enseguida me abrieron las puertas. Entonces supe que de las dificultades que había con la Matemática y más me motivé.

 

“Impartir clases es muy complicado –admite-. Comencé con la descomposición factorial, trabajo con variables, problemas… desde el primer día me senté con el aula y acordamos trabajar unidos para aprender mejor.

 

“Casi llegué a crear un círculo de interés de fanáticos de las Mates, pero me llegó la propuesta de ir a otro sitio donde mis servicios eran más requeridos y vine para la secundaria Regino Boti, donde hoy estoy feliz y soy más útil”, afirma.

 

Harold confiesa que, si bien ser educador no estaba en sus planes, mientras cursaba el décimo grado había sido monitor, o sea que estar frente a un aula tampoco fue un gran desafío para él.

 

“La clave está en la comunicación, el intercambio con el educando, en conocer a todos y atender desde el más activo hasta el más tímido, además de lograr más participación, para ello uso la técnica de preguntas y respuestas orales o escritas. Las tareas extra clases son otra forma de sistematizar conocimientos porque no me gusta iniciar nuevos contenidos sin tener claro que la mayoría del aula domina los saberes que impartí con anterioridad.

 

“Para motivar también suelo usar medios didácticos como láminas, cuadros y otros objetos que ayuden a aterrizar los conocimientos.

 

“Hoy creo que mi trabajo ha sido bastante efectivo en los cinco grupos de octavo grado que atiendo con más de 30 niños cada uno. Cuando llegué tenían muchos atraso por el impacto de la COVID-19 y el reducido número de matemáticos (hoy somos tres), pero actualmente estamos mejor.

 

“Los padres están muy contentos conmigo. En las reuniones trato de caracterizarles a sus hijos para que sepan cómo deben contribuir en la formación de ellos. Si se trata de alguien con notas sobresalientes, les pido que no se confíen y le estimulen la inteligencia para que no decaiga y en el caso de los menos destacados, explico mi disposición a repasar todos los días al concluir la docencia. Cito a los alumnos y trabajo los elementos que le afectan.

 

“La Matemática es una cadena en la que si no sabemos la tabla de multiplicar es imposible hacer ecuaciones o resolver problemas, pero ahí está la tarea del maestro que no solo debe enseñar nuevas sapiencias, sino detectar las lagunas en el conocimiento y saldar esas deudas”, detalla.

 

Cuando Harold Urgellés está en el aula se percibe la cofradía y el cariño que sus pupilos sienten por el joven, a quien no dudan en catalogar de amigo. Incluso hay quien confiesa gustarle más Matemática.

 

“Por eso creo que voy a seguir aquí mientras me necesiten, aún cuando el año próximo tendré que asumir el reto de la preparación en noveno grado y mi tesis al mismo tiempo (voy para 5to año de la carrera); pero sé que podré hacerlo porque amo lo que hago. Ojalá más jóvenes conocieran de cerca la maravilla que es educar y se decidieran por la profesión a tiempo completo o parcial, como yo.

 

“Claro que para ello debemos reivindicar más y mejor la labor del docente, crear materiales que muestren su día a día. Hay que cuidar la labor del maestro porque de él depende plantar la semilla de un futuro mejor”, concluye.