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La represa Faustino Pérez, inaugurada en diciembre de 2000 y conocida popularmente como La Esperanza, supera hoy con creces la media de llenado provincial de las principales obras hidráulicas almacenadoras de Guantánamo.

El parte entregado a la Agencia Cubana de Noticias por el Puesto de Mando de la Delegación del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, precisa que los embalses del territorio, diseñados para recibir 347,5 millones de metros cúbicos (m3) de una sola vez, guardan solo 108,7 millones, apenas un tercio de la capacidad total.

Aunque la “Faustino”, concebida para recibir en su vaso 26 millones de m3, almacena solo 12,5 millones, la cifra equivale a casi la mitad del agua que puede recibir su vaso, suficiente para impedir, por ahora, el alargamiento del ciclo de distribución en la sexta ciudad cubana con más habitantes.

El ingeniero hidráulico Raúl Mesa Belón, experto en esa materia y especialista de la Dirección Provincial de Acueducto y Alcantarillado, calificó a la situación hidráulica de algo tensa, pero no mucho, en un territorio donde la sequía, hace seis décadas, solo cede terreno en presencia de fenómenos hidrometeorológicos extremos.

Tanto es así que los dos principales reservorios del Alto Oriente: La Yaya y Jaibo, exhibidores ahora de los mayores volúmenes de la provincia (48,2 y 37,2 millones de m3, respectivamente), muestran los menores promedios de llenado (30,16 y 31,02 por ciento), excepción hecha de la represa Pozo Azul, en el Valle de Caujerí, a punto de adentrarse en el denominado volumen muerto.

En ese emporio hortícola, visitado por Fidel a principios de julio de 1977 y el 17 de mayo de 1981, la noticia más aleccionadora es que no cesa el trasiego de agua desde el río Sabanalamar hasta la presa Pozo Azul, mediante el trasvase Norte-Sur, uno de los más importantes ejecutados por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos en el país.