Imprimir

Rincon martiano

Comenzaba 1953, año del centenario del natalicio de José Martí. Periodo convulso para un país desgobernado por Fulgencio Batista Zaldívar, dictador de turno ante quien se alzaba el pueblo con la juventud al frente.

La represión estaba a la orden del día. El 15 de enero, en La Habana, era profanado el busto de Mella, que el estudiantado había develado días antes, frente a la escalinata, en conmemoración al aniversario 24 del asesinato del líder por orden de otro testaferro: Gerardo Machado.

La indignación colmó a los universitarios. En la Colina, estos protagonizaron violentos choques con la policía, que trató de detener a una masa ya fundida con el pueblo y que marchaba hacia el monumento erigido a los ocho estudiantes de Medicina asesinados por el régimen español en 1871. Los gendarmes abrieron fuego y cayó mortalmente herido Rubén Batista Rubio, exalumno del Instituto de Segunda Enseñanza de Guantánamo y primer mártir de la lucha contra la tiranía.

En ese contexto, el 28 de enero, los estudiantes guantanameros, encabezados por los alumnos del Instituto de Segunda Enseñanza, organizaron la manifestación Cuba Encadenada. La formación desfiló por la avenida de los Estudiantes (Paseo) expresando consignas contra Batista. Continuaron por la calle Pedro A. Pérez, en una marcha en la que la joven Rosalina Guerra, rodeada de cadenas, simbolizaba a Cuba. Llegaron hasta el estrenado Rincón Martiano, y depositaron ofrendas florales al Héroe Nacional. Después fueron reprimidos por la policía batistiana, obligándolos a dispersarse.

En otro escenario, pero en el mismo contexto, jóvenes guantanameros se daban cita en el cementerio Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba. Ante la tumba de José Martí juran seguir la doctrina del Maestro y luchar por la Patria oprimida. Se trasladan a Guantánamo, crean el Bloque Estudiantil Martiano, organización que fortalecía la promoción del pensamiento del Apóstol y la lucha contra la tiranía.

Ese ambiente de rebeldía prevalecía el 28 de enero, cuando se inaugura el Rincón Martiano en el parque principal de la ciudad de Guantánamo. Miembros de organizaciones fraternales partían desde la logia Humildad, encabezados por la Banda Juvenil de Cárdenas, el alcalde municipal, el Comité proRincón Martiano, Veteranos de la Independencia, y seguidos por las logias Fraternales y Masónicas, colegios públicos y privados, instituciones locales y el pueblo en general para inaugurar el monumento a la memoria del Héroe Nacional de Cuba.

La Estatua, debelada por el poeta Francisco Domínguez y Miguel Momparlé, presidente de la Asociación de Veteranos, es de mármol blanco, de Isla de Pino, a tamaño natural. Fue situada originalmente en el centro del rincón que formaban dos paredes escuádrales de 3,20 metros por 8,10, por 1,30 de alto.

La estructura era de ladrillos, formaba losetas de piedras naturales, al igual que el piso, fundido sobre tierra de los 124 municipios del país. Con separaciones de césped, la estatua se erige sobre un montículo de piedras y exhibe a Martí sentado con un libro en la mano y en gesto de profunda meditación. Obra y proyecto del escultor santiaguero René Valdés Cedeño, quien contó con el apoyo del maestro constructor Juan Jover Mas.

Las paredes del Rincón contaban con siete nichos. Estos, a su vez, contenían cinco libros escritos sobre Martí, otro con la bandera cubana del Regimiento Mambí Guantánamo, unidad que dirigió en la Guerra Necesaria el coronel Enrique Thomas, y la relación de los miembros que integraron el Comité proRincón Martiano. Y en el último, arena de Playitas de Cajobabo, así como un balde, una pala y un par de zapaticos de color de rosa, que aludía a Pilar, la del célebre poema.

Entre los nichos se apreciaban cinco libros de bronce, expresión de pensamientos del Apóstol, y delante de la estatua bancos, un jardín de rosas blanca y tres farolas coloniales de finales del siglo XIX. Así era entonces el Rincón Martiano erigido el 28 de enero de 1953, en los días convulsos de un centenario que no dejaría morir aquella juventud heroica que tuvo su expresión más altruista y patriótica el 26 de Julio, con los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Fuentes consultadas:

Periódico La Voz del Pueblo, Guantánamo, enero de 1953.

Testimonios de Enrique Soto Gómez y Orlando Sánchez Ortiz.