El 6 de febrero de 1932 nace en la barriada habanera de Lawton, Diez de Octubre, Camilo Cienfuegos Gorriarán. El que fuera sin duda, un buen hijo, amigo, compañero, un valiente, un revolucionario, un hombre impresionante…, en fin un verdadero cubano. Uno de los héroes más queridos y recordados de Cuba, que sigue siendo presencia viva.
La legendaria figura de Camilo crece con el paso de los años. Su fidelidad a la Patria, a la Revolución y a Fidel, contra quien no estaba ni siquiera en la pelota; demuestra la grandeza de ese hombre de pueblo que con franca sonrisa y temperamento jovial se convirtió en uno de los más carismáticos y paradigmáticos dirigentes de la Revolución cubana.
Desde la niñez mostró la personalidad extrovertida, dinámica y campechana de la mayoría de los hijos de esta tierra. Fue un criollo auténtico o un cubano de a pie, como se dice hoy. Hombre de pueblo, de ideas y convicciones revolucionarias.
Expedicionario del yate Granma. Integró la Columna 1 José Martí, al mando de Fidel Castro, y poco a poco se fue destacando, especialmente en el ataque al cuartel de La Plata, y cinco días después en Arroyo del Infierno.
Esto hizo que en 1957 Camilo fuera ascendido a teniente y recibiera el mando de la vanguardia. Cuando Fidel ordenó extender la guerra a otros territorios, Camilo recibió la responsabilidad de dirigir un pelotón en la zona del río Cauto, el 21 de marzo de 1958, convirtiéndose en el primer jefe guerrillero en combatir al ejército de la tiranía fuera del escenario natural de la Sierra Maestra.
Amigo inseparable de Ernesto Che Guevara, jefe capaz y audaz, tenía gran sonrisa y sentido del humor. Sus bromas eran conocidas como “camiladas”. Quienes convivieron con él afirman que detrás del joven gracioso, había una persona fiel y humana; llena de dignidad y principios, con una identidad y una ideología muy bien definida.
El comandante Ernesto Che Guevara dijo de él: “Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa... Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer”.
Fidel lo ascendió a Comandante, grado que pocos combatientes lograron alcanzar en los días más cruentos de la epopeya guerrillera. Era el premio a su lealtad, su valor a toda prueba, talento militar y dotes de jefe. En una carta dirigida al Líder de la Revolución, expresó: Gracias por darme la oportunidad de servir más a esta dignísima causa por la cual siempre estaré dispuesto a dar la vida. Gracias por darme la oportunidad de ser más útil a nuestra sufrida Patria. Más fácil me será dejar de respirar que dejar de ser fiel a su confianza.