Pese al esfuerzo de los trabajadores, contra el pan conspira no solo el suministro de harina, también el tiempo de elaboración, la entrega de extensores, la correcta información administrativa a los consumidores y últimamente la electricidad.
En la calle, el pan es lo que está en boca de todos, al menos figurativamente. Su falta, su atraso, las irregularidades de horarios y calidad preocupan al guantanamero y motivan preguntas, cada vez más airadas, sobre ese trozo de masa que, mala o buena, nos hemos acostumbrado a dar por sentada.
Los problemas con la harina, “arrastrados” como fardos desde hace unos tres meses, en las últimas semanas se hicieron más evidentes y los carteles de: “No hay pan por falta de harina” -con algunas variantes ortográficas- empezaron a aparecer en el paisaje.
Sobre esta situación, Venceremos conversó con Alvis Hernández Díaz, directora de la Empresa provincial de la Industria Alimentaria, acompañada por parte de su consejo de dirección.
¿Qué pasa con el pan exactamente? ¿Es cierto que no hay harina?
La realidad es que no hay cobertura de trigo, debido a atrasos de barcos e incumplimientos de contratos. Hoy trabajamos con la materia prima justa y en más de una ocasión, el país ha tenido que disponer de las reservas.
En la práctica, nos garantizan la harina. El problema es que la mandan poco a poco, a veces diariamente, y así mismo nosotros tenemos que distribuirla a los municipios y estos a las 160 panaderías que tenemos en todo el territorio.
Además de un gasto inmenso en transportación, crea atrasos, porque si la harina llega tarde o no lo hace hasta el día siguiente, y además tienes que elaborar un pan que, al menos, requiere un proceso de seis horas por cada tanda (unas 480 unidades), todo se desfasa.
Para que se tenga una idea. Al día necesitamos 32 toneladas (t) de harina para los casi 500 mil consumidores censados, y en marzo hubo jornadas en las que solo nos llegaron 20 t.
Lo ideal es tener una cobertura de harina en los municipios de, al menos, cinco días. Distribuir a diario no solo dispara los costos, también nos hace muy vulnerables a cualquier dificultad con el combustible y el transporte, u otra eventualidad.
Hace solo unos días, por ejemplo, mandamos la harina de Maisí y, por averías, se pasó tres días en camino. Y no es un caso aislado. Este lunes a Baracoa no pudo llegar, y eso implica un atraso de, al menos, 48 horas.
Esos panes atrasados ¿se restituyen o, para decirlo en buen cubano, se pagan?
Es lo orientado, porque la harina está ahí. El problema es que, por falta de capacidad, sobre todo en la ciudad de Guantánamo, no es posible reponer dos o tres días de una sola vez y, además, cumplir con la entrega de la jornada.
Alvis Hernández: “Existen Mipymes, que pueden importar y no solo harina”, respondió inquirida sobre la producción de pizzas, panes y dulces en el sector privado, cuando el Estado no tiene la fécula.
Sin embargo, nos constan quejas de personas a quienes los administradores les han dicho que el pan “no se paga”, y otras que refieren que en algunas zonas sí se cumple y en otras no.
El pan que no se puede dar el día que toca, se repone así no pueda ser al siguiente. En cuanto a las diferencias en el municipio de Guantánamo, se debieron a una mala distribución interna, que benefició a algunas partes de la ciudad sobre otras, y eso no puede ser.
Los administradores deben informar de manera detallada a la población. Decirle a la gente si hay cambios en el horario, cuándo se dará el pan faltante, las causas del problema… y no hacerlo por medio de las dependientas, sino ellos mismos, aliados con los delegados y presidentes de CDR del barrio.
El pueblo debe saber que no dejaremos de producir el pan de la población y el de los organismos priorizados: hospitales, escuelas…, aunque haya atrasos; y pueda entender el sacrificio de los trabajadores de la Alimentaria, de los transportistas, que laboran a cualquier hora y no siempre con todas las condiciones, aseguramientos y atenciones.
En estos días, además, se suman los cortes de luz o apagones…
Como hicimos en ocasiones anteriores, la alternativa será concentrar la producción en los establecimientos con grupo electrógeno, solo una docena en el caso de Guantánamo.
Y usar también las panaderías como El Progreso, que se encuentran en el centro de la ciudad, y tienen menos afectaciones al servicio. Todo eso, por supuesto, implica tener tres turnos de trabajo y una sobreexplotación de la técnica que, si no le prestamos atención, nos pasará factura en algún momento.
¿Se tienen los otros componentes del pan? ¿Por qué las variaciones en la calidad?
No estamos ajenos a las dificultades en la distribución de azúcar y aceite, pero de forma general se garantizan. La calidad depende de a qué molino llega la harina. Si viene de Cienfuegos y La Habana, es buena, pero en Santiago de Cuba la tecnología no es tan avanzada y se siente.
¿Se han buscado otras alternativas de producción?
El uso de extensores, a partir de harina de yuca, boniato…, que puede componer hasta el 30 por ciento de la masa sin afectar la calidad, no es posible pues la agricultura no entrega la cantidad necesaria de viandas, debido a la sequía.
Las unidades que disponen de estos productos los usan y emplean la harina en otros surtidos, en algunos lugares se producen frituras…, pero son una excepción.
Para mucha gente es una paradoja que no haya pan normado, y sí pizzas, dulces en los particulares.
Existen empresas del sector privado, Mipymes, que pueden importar y lo hacen, y no solo harina. La Alimentaria, de hecho, está haciendo contratos con ellas para elaborar una serie de productos que, por supuesto, tendrán un costo acorde con los gastos.
No obstante, el control será siempre una herramienta fundamental para garantizar el uso eficiente de los recursos, y producir con la mayor calidad posible, incluso en circunstancias tan difíciles.