El jefe del Segundo Frente tenía suficientes pruebas de que los aviones de Batista, arrojaban bombas de napalm y rockets, sustancias criminales suministradas por Estados Unidos y pertrechados en la base naval de Guantánamo. En los últimos días del mes de mayo, Raúl Castro recibió una foto y documentos de gran importancia de manos del Departamento de Inteligencia Rebelde que probaba lo anteriormente expuesto. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.Por estos días se recuerda la Orden Militar No. 30, más conocida como Operación Antiaérea, emitida por el comandante Raúl Castro Ruz, jefe del Segundo Frente Frank País. Era el 27 de junio de 1958.
Cumpliendo la decisión estratégica del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz de multiplicar los focos guerrilleros más allá de la Sierra Maestra, Raúl parte desde la Pata de la Mesa y llega el primero de marzo de 1958 a San Lorenzo, sitio de la caída en combate de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, al mando de 54 combatientes.
Diez días después está en Piloto del Medio, al norte de San Luis, donde proclama oficialmente la creación del II Frente, que el 26 de enero establece en El Aguacate, Guantánamo, la primera Comandancia de un vasto territorio de 123 mil kilómetros cuadrados, abarcador de las regiones de Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo.
Los combates no se hicieron esperar, y como apoyo a la huelga del 9 de abril los rebeldes atacan el cuartel de Imías. Acciones sucesivas anotan ofensivas contra las tropas de Fulgencio Batista en Caimanera, Jamaica, Soledad… En respuesta, la tiranía recrudecía las incursiones aéreas con armamento suministrado por Estados Unidos desde la ilegal Base Naval de Guantánamo, con genocida impacto en la población civil.
Esos recuerdos los compartía el General de Ejército en marzo de 2009 en el teatro Karl Marx, con Alfredo Guevara, Eusebio Leal y la periodista Rebeca Chávez, quien dejó testimonio en el artículo La creación y la disciplina: A propósito de la "Orden Militar Número 30: Operación Antiaérea", publicado por Cubadebate.
Reflexionaba entonces el hoy Líder de la Revolución:
“…las acciones del enemigo que más se hacían sentir eran los efectos de sus bombardeos indiscriminados, causándole, indudablemente, más daños a la población civil que a los propios miembros del Ejército Rebelde. Conscientemente desataban toda su cobarde furia contra la población, con el fin de aterrorizarla y hacerle pagar un alto precio por el apoyo que brindaban al Ejército Rebelde. Además de las muertes (…) lo más lamentable era el terrible efecto psicológico que, sobre todo a los niños, ocasionaban los bombardeos. Muchos campesinos que no comprendían el objetivo de la lucha, que vivían rodeados de una gran miseria y padeciendo una brutal explotación, al ver aparecer el Ejército Rebelde por sus respectivas zonas, a sus desgracias anteriores había que sumar la peor de todas, según ellos consideraban, era la de los bombardeos señalados. Los más atrasados y menos comprometidos razonaban así: “Antes vivíamos mal, pero desde que llegaron los rebeldes vivimos peor”.
En el mes de mayo, Raúl recibió una fotografía tomada dentro de la Base Naval norteamericana en Guantánamo, donde se veían dos aviones de Batista cargando armamento; también un documento arrancado de los registros de embarques que detallaba la salida el 8 de mayo de uno de los envíos.
Ante la difícil situación de la fuerza enemiga para penetrar las fuerzas rebeldes del Segundo Frente Oriental “Frank País García” en la zona oriental de Cuba, la aviación enemiga intensificó sus crueles bombardeos contra la población civil en la mayoría de los caseríos de las zonas liberadas en 1958, en la que, mujeres, niños y ancianos eran las principales víctimas. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
El Comandante relató que desde que recibió los papeles, “…frente a cada bombardeo, frente a cada cadáver de cada civil muerto, mujer o niña destrozado por las bombas, frente a cada poblado arrasado por la aviación, pensaba en la forma de detener esos métodos bárbaros (…)
Alrededor del 17 de junio, en el Puesto de Mando del Comandante Efigenio Ameijeiras los sorprendió un bombardeo. Buscaron refugio en una cueva conocida del lugar y la encontraron repleta de familias campesinas con el espanto reflejado en los rostros.
Recuerda Raúl que “Un viejo campesino, con pesar y hasta con cierta indiferencia, mirándome fijamente me preguntó: ¿Cuándo se va a acabar esto? No encontraba mucho que decirle, me limité a contestarle: no se preocupe que esto se va a acabar pronto. Si, será cuando hayan acabado con nosotros, concluyó el anciano mientras seguía sentado en el suelo.
Raúl decidió capturar a ciudadanos norteamericanos con el objetivo de impedir que continuaran los bombardeos, cosa que ocurriría al estar estos prisioneros en la zona rebelde. Estos fueron los dos grandes objetivos de la Operación Antiaérea en Segundo Frente. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
“Frente a esta situación incómoda decidí salir de la cueva, sentarme cerca de su entrada y a la sombra del cafetal esperar el final del bombardeo (…) y fue precisamente allí, después de pensar un buen rato, donde tomé la decisión de proceder a detener a los ciudadanos norteamericanos y producir un escándalo internacional, utilizando las pruebas que ya teníamos en nuestro poder…
“…el 22 de junio de 1958, después de una reunión con diferentes oficiales del Estado Mayor, (…) les impuse de la decisión que había tomado, e inmediatamente nos dimos a la tarea de analizar las repercusiones, así como las consecuencias, sin ignorar, por lo tanto, la gravedad del paso que estábamos dando.
En primer lugar, la responsabilidad en que yo incurría al tomar esta decisión “por la libre”, sin consultar con la Comandancia General de la Sierra Maestra.
¿Serían capaces de intervenir militarmente en Cuba? ¡Legalmente, el Estado estaba representado por su títere Batista, y las intervenciones descaradas, con cualquier pretexto, al estilo de 1898, no eran posibles a mediados del siglo XX, ni podía permitirlo la opinión pública mundial y, sobre todo, la opinión continental. Ellos no tendrían más remedio que venir a parlamentar con nosotros la libertad de los norteamericanos que pensábamos capturar… “.
El 22 de junio de 1958, el Comandante Raúl Castro redactó la orden No 30 que disponía la detención de todos los ciudadanos norteamericanos que residían en los punto indicados en la instrucción, allí se especificaba que lo dispuesto no alcanzaba a las mujeres y los niños. También se emitieron instrucciones en la que precisaban los métodos que se debían seguir en el proceso de detención y custodia con énfasis en el trato respetuoso. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
El 26 de junio todas las unidades sabían la misión que tenían que cumplir. Los ataques contra dos cuarteles en Moa marcaron el inicio de la “Operación Antiaérea”, en uno de los cuales cayó el capitán Pedro Soto Alba.
Esta acción fue el único combate en el desarrollo de la Operación. Las unidades rebeldes capturaron 49 norteamericanos: componían el grupo Infantes de Marines (29 detenidos en La Sombrilla, Guantánamo) y empleados de un grupo de Compañías: United Fruit Sugar Company, Moa Bay Company, Nicaro Níckel Company.
Al despedir el duelo del capitán guerrillero, Raúl habló de la importancia de la Operación: el mundo conocería que el pueblo de Cuba estaba dispuesto a pagar cualquier precio por la victoria, y la opinión pública mundial que la dictadura de Batista asesinaba al pueblo con armas proporcionadas por el Gobierno Norteamericano desde la Base Naval de Guantánamo.
La Orden Militar No.30 se había cumplido a plenitud.
A finales de junio llegó el Cónsul del Gobierno norteamericano a Santiago de Cuba y paradójicamente el último avión de la tiranía batistiana, que operó durante esos días por el territorio del II Frente, una avioneta artillada, ametralló el jeep donde viajaba el diplomático yanqui.
Luego -relataba el General de Ejército-, “la aviación desapareció completamente de los cielos del II Frente. Las mujeres y los niños salieron de las cuevas volviendo a sus hogares; a los rostros infantiles volvió nuevamente la alegría; los campesinos, conociendo ya hasta el nombre de la Operación, y viendo los resultados de la misma, cuando se encontraban con algunos de nuestros combatientes, les decían en tono jocoso: “Óiganme, mándenos para el barrio nuestro un par de yanquis, de esos antiaéreos, y no vayan a soltarlos de ninguna manera”.
Raúl comprendió que si no hacía algo, si no provocaba un giro en la situación, esos campesinos no iban a confiar en el Ejército Rebelde. Tenía que conquistar esa confianza y corresponderles: ese era el significado y esencia de la Operación Antiaérea.
Durante la operación antiaérea hubo un total de cuarenta y nueve apresados, de ellos veintinueve marines de la base naval de Guantánamo, también se produjo la toma del centro industrial minero de Moa y del cuartel de la guardia rural de ese poblado. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
Raúl Castro en los días de la Operación Antiaérea. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
La Operación Antiaérea tuvo un gran impacto en la opinión pública nacional e internacional, logró el objetivo de frenar las operaciones aéreas que destruían al territorio y causaban muchas víctimas en la población civil. Foto: Archivo de la autora
Otro hecho importante de la Operación Antiaérea fue el "Llamamiento de la Juventud del mundo", emitido desde esas históricas montañas, documento que denunciaba los crueles ataques de la tiranía y el apoyo militar de EEUU. Foto: Archivos de la autora.