Miguel Ángel está complacido con la oferta y asegura que en Los Coquitos de Jaibo, donde vive, están al tanto de las ventas por medio de la delegada y los anuncios que se dejan en la bodega.
“La verdad, - me dice Orelis Parada Aguirre, de la comunidad de Los Coquitos de Jaibo, en la ciudad de Guantánamo-, es que el pan está bueno y a un precio asequible. Hace falta que se mantenga, sea menos el tiempo entre una compra y otra…, y vendan más, porque a mí me dan cinco bolitas y somos seis”.
Pregunto un poco más a otras personas, pero si no lo hiciera, pudiera poner en piedra, sin temor a equívocos, que el anterior es un deseo compartido; a unos días de que la Cadena Cubana del Pan (EMPAN) anunciara que se retomaría la venta del alimento a la población, de manera regulada.
La orientación es expender, por núcleo, una bolsa de cinco panes manzana de 50 gramos por 25 pesos o una con igual número de unidades, pero del tipo crosst, de 80 gramos, por 55 pesos: algo, pero no es suficiente para cubrir la alta demanda de pan entre la población: un sentir también frecuente.
Como está dispuesto, se cumple en la Fábrica Guantánamo uno, la “panadería especial” de Emilio Giró entre Calixto García y Los Maceo, en la cual confluyen las bodegas de los Consejos Populares Centro, Centro-Oeste y parte de San Justo, y donde, el día de nuestra visita, prácticamente no se hace cola.
Yanelis Utria Pardo, dependienta de turno, dice que la poca concurrencia es normal cuando corresponde a las bodegas más lejanas, “pero en cuanto le toca a las cercanas, usted ve esto lleno, pues el producto tiene una gran calidad y, por supuesto, aceptación”.
Una pregunta fundamental es cómo se garantiza que tantas personas estén enteradas de la venta. Yoel Tuzón Leyva, administrador, asegura que informa a cada presidente de Consejo Popular y mantiene, siempre que haya disponibilidad de harina, los carteles “frescos” en las afueras de la panadería.
Otros consumidores, como Miguel Ángel Jarlys, aseguran que el cómo y el cuándo del pan regulado se informa con tiempo suficiente también por medio de notas en zonas visibles de las bodegas, como una práctica que, empero, parece no ser efectiva, ni para todos ni por igual en los diferentes barrios.
Hablan de ello las muchas personas que llegan, se detienen frente al cartel informativo que tiene el cronograma de venta hasta el miércoles -justo cuando hacemos estas entrevistas- y piden permiso a quien esté en el mostrador para preguntar cuándo les corresponde.
Tuzón Leyva: “no tenemos quejas por calidad cuando usamos materia prima importada y “si hay alguna es que vendamos con mayor frecuencia”.
También lo hace Sara Durruty, consumidora del Centro-Oeste: “En mi barrio esa comunicación no existe -asegura ante buenas experiencias. Por suerte, trabajo cerca y puedo pasar, pero creo que sería mejor si ponen la lista en orden numérico, así uno podría seguirla de manera más fácil”.
Israel Santana Córdova, jubilado de Comercio, tiene una opinión parecida. “El listado debe publicarse completo, sin importar si existe harina o no. Así uno sabe detrás de quién le toca, y se evitan ilegalidades y que luego ese pan aparezca en la calle hasta en 40 pesos”.
Puntos de vistas
Clara Lidia Digurnay Durruthy, presidenta del Consejo Centro, me invita a su grupo de WhatsApp Gente de Barrio, donde comparte todo tipo de informaciones relacionadas con ventas de pan y otros alimentos que, siempre, la administradora manda a replicar por los medios posibles.
¿Entonces, fluye?, insisto. “Hacemos todo para que así sea. Tenemos contacto cercano con los administradores de las panaderías -además del establecimiento de Emilio Giró, sus electores compran en Paseo entre Luz Caballero y Carlos Manuel- que nos avisan en cuanto llega la harina, hasta con una semana de antelación”.
Lo otro, advierte, “es que todo el mundo se entere. Tengo el WhatsApp actualizado, y a los delegados con la orientación de que deben publicar los turnos en las bodegas, y sitios concurridos, informar en los barrios…, porque este pan no resuelve la situación, pero alivia”.
Asegura que la oferta, como también se informó en el perfil de Facebook de la Asamblea Municipal del Poder Popular de Guantánamo, “debe ampliarse en los próximos días, pues en el horario de la tarde debe empezar la venta de pan elaborado con harina de otros suministradores, a un precio superior”.
Cuando eso pase, opina la curtida representante popular, “sería bueno que las personas que van a comprar su pan por la mañana puedan adquirir también el otro, eso ahorra tiempo y evita acaparadores. Es algo que tenemos que discutir con la empresa”.
Algunos puntos
Ante Marbely Paumier Legrá, directora de la UEB de Guantánamo de la Empan hace casi un lustro, llego con algunas preguntas bajo la manga y la necesidad de algunas aclaraciones, sobre todo, de cuanto está por venir.
Responde a la inquietud de algunos consumidores que no tuvieron la opción de decidir entre el manzana y el crosst, “que la mayor parte de la producción es del primero. En Emilio Giró, por ejemplo, de siete u ocho carros, solo dos son de la variedad de más gramaje, y casi siempre se acaban en las primeras horas”.
Explicó que la venta del pan regulado en las 17 panaderías de la provincia se hará de 7:00 a 11:00 am y en horario vespertino los nuevos surtidos: pan de corteza dura (300 gramos) a 80 pesos y perro (100 gramos) de 15 pesos con materias primas del mercado cambiario; y de los nuevos actores, flauta de corteza suave (200 gramos) de 60 pesos y especial de corteza dura (200 gramos) a 70 pesos.
“Estos panes tendrán gramajes, formas y precios en correspondencia con el lugar de dónde venga la harina y su costo: ya sea la suministrada por el país, de una importadora estatal a la que accedemos con divisas que adquirimos en el mercado cambiario, y de seis mipymes de otras provincias, con las que tenemos contratos”, abunda.
La diferencia, recalca, la determina el precio de la harina. “No es lo mismo pagar 30 mil pesos por una tonelada del balance, entre 150 y 120 mil pesos si viene de la importadora que hasta los 300 mil que nos cuesta ese mismo trigo cuando nos proveen las mipymes”.
Paumier Legrá: “Hoy, tenemos que adaptarnos a que solo vamos a recibir el 50 por ciento de la harina del balance (suministrada por el país), el resto debe llegar por la importadora y, fundamentalmente, por las mipymes”.
Esa experiencia ya se aplica en otras provincias, con precios por unidad incluso más “alterados”, y buena recepción entre las personas; aunque Paumier Legrá tiene sus reservas de cuánta salida tengan las nuevas producciones y piensa ir adaptándose según lo exija el mercado.
Igual, la directiva no renuncia a regular los precios del mercado. “Por eso, buscamos los mejores acuerdos con privados con capacidad de importar sin intermediarios internos y acordamos no pagar más de 300 mil pesos la tonelada”, pues lo contrario sería encarecer aún más el producto.
No será un problema, aclara, la capacidad productiva: “Cada panadería puede hacer hasta una tonelada al día, y hoy apenas hornean un cuarto de esa cantidad. Planeamos, además, mantener, en lo posible, las producciones alternativas que nos salvaron de pérdidas, incluso, en los meses en los que no entró ni un gramo de harina”.
Claro que, reconoce, “la vida es más rica y nos irá diciendo qué hacer, en todos los sentidos. A nosotros nos toca adaptarnos, buscar alternativas, los mejores precios posibles y la satisfacción de la población en un escenario que es, realmente, muy complejo”.