Un Fabio Rosell del Río hoy estaría disfrutando de sus vacaciones estudiantiles. La vida le regalaba 19 años, un hogar común guantanamero de costumbres cívicas, un futuro mejor por ganar…
El veterano es Gustavo Fraga Jacomino. Sus 55 años acumulan servicios destacados para revolucionar la sociedad cubana. Ganarse la vida como obrero de multioficios fue su sino desde muy temprano, en diferentes sitios de Cuba.
Fraga maduró su ideología política en el obrerismo, enfrentando a la dictadura machadista, y luego, en la Joven Cuba de Antonio Guiteras, combatió el terrorismo batistiano que se ensañó en el pueblo, cuando "la Revolución del 30 se fue a bolina”. Antimperialista, anticapitalista convencido, lo probó desde la acción y la teoría confirmada por la práctica.
El prontuario revolucionario de Fraga, en particular en Guantánamo, enriquecería hoy un audiovisual apasionante de acción al modo contemporáneo, basado en hechos reales. Organizador de sindicatos, huelgas, y otros medios de lucha de la clase más explotada, destacó por su experticia pirotécnica para la lucha armada.
El bisoño Rosell y el veterano Fraga, junto a otros convocados por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, seguían aquel 4 de agosto de 1957, poco después de la una de la tarde, la rutina de la lucha popular, impuesta por la sangrienta dictadura batistiana desde el golpe de estado del 10 de marzo de 1952.
El asesinato de Frank País García y Raúl Pujol Arencibia, en Santiago de Cuba, el 30 de julio de 1957, anima en Guantánamo la huelga general, con paro ferroviario, cierre de comercios y otros servicios, sabotajes y acciones que desafían a los represores de la dictadura. "Una ciudad casi en Estado de sitio", la describen los investigadores. Son días intensos para los revolucionarios guantanameros.
Confeccionan explosivos: bombas, petardos, niples, cócteles Molotov..., sobre una mesa en el "laboratorio" establecido en Aguilera entre Santa Rita y San Gregorio, donde también han cavado un oculto almacén subterráneo de medios y productos, en una casa en construcción, al fondo de la de Enrique Rodríguez Picaso, con frente en la esquina de Santa Rita.
Rodríguez Picaso, 32 años, acondicionó, con otros comprometidos, el depósito o almacén. Su hogar, que habita con su esposa Bertha, extendía su dedicación a la dirección y organización de células combativas, protección a perseguidos y preparación de acciones. Es caracterizado como valiente y patriota. Ha perdido una pierna accidentalmente, durante una de las acciones en que participó.
La tensión, el cansancio, un descuido en la manipulación de los peligrosos materiales... provocan la explosión accidental en el laboratorio.
Fraga y Rosell perecen de inmediato, entre los escombros de la placa de cubierta y la mampostería de las paredes demolidos por la onda expansiva; Rodríguez Picaso, malherido, fallece tras ser conducido por soldados quienes lo maltratan de palabra.
Abelardo Cuza Navarro, 44 años, carpintero ebanista, es cuñado de Enrique, y también su vecino, como Jesús Martín Leyva, de 41, hombre tranquilo y dedicado a su familia. Ambos colaboran con los revolucionarios, y acuden de inmediato a prestar ayuda entre los restos derruidos.
Abelardo y Jesús acababan de entrar en la historia. Luego aparecen asesinados de bala en la carretera a Santiago de Cuba, tras ser apresados en el lugar del siniestro, conducidos y torturados en el cercano cuartel de la tristemente célebre Guardia Rural.
Mártires revolucionarios del 4 de agosto de 1957 en Guantánamo podrían haber sido varios más, entre los miembros activos del MR26-7 y colaboradores del laboratorio. El propio Demetrio Montseny (Canseco, nombre de guerra como coordinador designado del movimiento para Guantánamo) resultó herido en la cabeza por un fragmento de mampostería, y libró por circunstancias azarosas de ser asesinado por los represores.
El túnel bajo tierra no estalló, "como a veces se ha dicho", precisan Luis Figueras Pérez y Maricel Salles Fonseca, en La lucha clandestina en Guantánamo, investigación publicada por la editorial El Mar y la Montaña (2011). "Hasta el presente continuamos ampliando y detallando datos sobre estos hechos, que merecen ser bien conocidos por las nuevas generaciones", declaró Figueras Pérez, con su característico apasionamiento, a propósito del aniversario 66 de los hechos.
Tras el triunfo revolucionario de 1959, el 4 de Agosto es considerado el Día de los Mártires Guantanameros. Es lugar sagrado, de homenaje y recordación a los caídos por la libertad de los cubanos. El monumento erigido en el propio sitio de la explosión accidental perpetúa solemne el homenaje a los caídos, donde se leen sus nombres y la expresión de José Martí: La muerte no es verdad, cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.