Esta zanja donde hay residuos de hidrocarburos afecta las áreas de cultivo y está muy próxima a un camino real. Sin protección alguna, como se aprecia, está a merced de otro incendio.
Para nada es un asunto sin importancia la pérdida de alimentos. Nadie debiera despreocuparse si aunque sea una sola parcela para producir comida se contamina y, con ello, desaparezca o se convierta en cosa inservible lo que pudo estar en la mesa de alguien.
O mejor dicho: de muchos, porque estamos hablando de una siembra arrasada que, entre finales del pasado año y principios del presente, pudo aportar más de 250 quintales de productos agrícolas.
Pero el derrame de residuos de petróleo que afectó (y puede seguir haciéndolo) las cosechas de la finca donde trabaja el joven productor Raidel Hernández del Toro, es un problema de muchísimas más implicaciones que el mazazo dado al bolsillo de varios labriegos y a eso que llaman seguridad alimentaria.
Pero vayamos por parte.
El joven labriego Raidel, socio de la CCS Lino de las Mercedes, asegura que la contaminación por hidrocarburo de la tierra donde trabaja no estimula a quienes, como él, aman la agricultura.
El golpe y el desaliento
Al pie de un área recién surcada de la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Lino de las Mercedes Álvarez, ubicada en el kilómetro 2 de la carretera a Santa María, Raidel muestra a los reporteros lo poco que quedó en pie de la última siembra de frutabomba. Raquíticas y chamuscadas, las plantas dan señales de todo, menos de parir frutos.
El muchacho, de 26 años de edad, es graduado de Electrónica, empero dice que lo suyo es la agricultura, ''como una especie de herencia familiar en una tierra que hace un montón de años, cuando la Reforma Agraria, le entregaron a mi familia. Pero así no, periodista, a cualquiera se le quitan las ganas, porque te causan daños y todo se queda en el aire, en el vamos a hacer, y es mentira.
“Mire, el día 26 de octubre del año pasado, fue la primera afectación. Tenía sembrados, además de frutabomba, col, ají y boniato. En un momento en que estaba lloviendo mucho, soltaron los residuos allá en los grupos electrógenos, se desbordó la zanja que ellos hicieron y pasa por un lateral completo de nuestra finca, y acabó. Y eso se repitió hace poco”, explicó.
“Fui allá -dice, al tiempo que señala un cercano emplazamiento de tanques enormes de la Unidad Guantánamo 1, perteneciente a la Empresa de Mantenimiento y Generación con Grupos Electrógenos de Fuel Oil (EMGEF)- a quejarme y vinieron a verificar, en presencia de los directivos de la CCS, esto que les estoy contando.
“Efectivamente, le informamos personalmente al director de EMGEF de la situación y le mostramos el terreno y la documentación con todos los perjuicios. Fue receptivo en aquel momento y prometió resarcir el daño, que se calcula en unos 154 mil pesos, y solucionar el problema que lo origina”, confirmó a Venceremos el ingeniero agrónomo Leinier Fernández Rodríguez, presidente de la CCS, quien agregó:
“A los 15 días de notificarle el hecho, que de igual impacto ya había ocurrido antes, volvimos porque no se habían pronunciado en ningún sentido. La posición en esa oportunidad fue diferente: un no rotundo. Dijo que la finca estaba en el lugar equivocado y que no tenían nada que ver con eso. Y tal como piensan, así han actuado, como si no tuvieran responsabilidad alguna”.
“No pueden decir eso, deben responder y no solo por el daño a la producción”, “salta” el joven Raidel, presente en el intercambio en la sede de la cooperativa cuyas producciones se destinan al consumo social y a la población a través de dos puntos de venta de la ciudad de Guantánamo.
“Vamos conmigo, para que vean más”, nos invita el inquieto labriego.
Y a ver fuimos: en terreno de la finca hay un registro metálico, a cielo abierto y repleto de un residuo oscurísimo, viscoso y con el penetrante olor del petróleo. Está ubicado en medio de una zanja con máculas oscuras por donde escurre el agua y que se extiende desde las proximidades de la EMGEF hasta una alcantarilla situada en el kilómetro 2½ de la carretera a Santa María, exactamente frente al último bloque de edificios residenciales del reparto Rubén López Sabariego, al noroeste de la ciudad.
“Por aquí había otro registro con una tubería, pero está tapado con tierra”, testificó mientras seguimos sus pasos.
Con signos de quemadura en ambos costados, al pie de la larga y estrecha excavación, el muchacho nos lleva a un área donde varios metros de la cerca perimetral de la finca y sus alrededores están completamente devastados.
Cuando tomamos esta imagen hace poco más de una semana, salía agua por una de esas tuberías, pero es evidente que por ellas en algún momento vertió otra cosa, prieta y penetrante.
¿Y aquí qué pasó?, preguntamos.
“Un incendio tremendo a principios de este año. Los bomberos vinieron y apagaron, pero al otro día tuvieron que volver. Imagínense, si todo eso prieto que ustedes ven ahí coge candela fácilmente. Y ya ni pájaros vuelan por aquí”, refierió el trabajador agrícola.
Polvorín ¿en tierra de nadie?
Wílmer Ramírez Frómeta, jefe de operaciones del Cuerpo de Bomberos en la provincia, lo confirmó:
"Sucedió el 28 de febrero del presente año, tarde en la noche. Ese día sofocamos el fuego en las áreas afectadas de la cerca perimetral, y el área natural aledaña, pero cerca del mediodía del día siguiente nos comunicaron que seguía prendida en la zanja donde está el registro de los hidrocarburos, y volvimos a actuar”.
Aunque el entrevistado aclaró que, en este caso, no se emite acta o certifico del hecho, “porque ocurrió en tierra de nadie”, reconoció que la presencia de sustancias o residuos inflamables en el lugar constituye un peligro potencial para que ocurran siniestros, sean provocados por descuido o intencionalmente, como se sospecha de este, o no.
Pero está claro que no, que esta sí es tierra de alguien, como las causas del suceso. Por otra parte, nadie debiera descartar, con la inseguridad que reina en ello, que el registro atascado de hidrocarburos, sin tapa y al pie de un camino real, coja candela un mal día y la llama retroceda, por la tubería en la que está conectada a la instalación de donde procede.
En la Unidad Empresarial de Base (UEB) de la Empresa de Mantenimiento y Generación con Grupos Electrógenos, nos recibió Johanner Cuevas Fernández, su director.
“Es mejor, si así lo consideran, que vayamos al terreno”, sugirió el directivo, y así fue.
Nos llevó, por un largo y abrupto camino, hasta el lugar donde es visible la salida de una alcantarilla de concreto que, varios metros bajo tierra, parte del área donde están emplazados los equipos que participan en la purificación del combustible fuel oil para que llegue más fino y con la menor cantidad posible de agua y partículas a los motores.
“Como ven, por ahí lo que sale es agua, producto del proceso de decantación en las trampas de lodo, y ese es un procedimiento técnico que seguimos bien de cerca para que no se produzcan escapes de hidrocarburos, lo cual les puedo asegurar que no ocurre”, sentenció.
Al preguntarle sobre una tubería contigua (embadurnada de una costra negra y con olor a petróleo) que, como la señalada por él, vierte en la mencionada zanja, apuntó desconocer su procedencia. “Habría que hacer un estudio del sistema constructivo de las industrias aledañas para saber todo lo que hay allá abajo y a cuál de ellas pertenece”, opinó.
Recordando nuestro recorrido por la mencionada finca, le comentamos que nos hablaron de multas impuestas a la entidad que dirige porque ha sucedido lo contrario.
“Nos multaron, cierto, pero no por esa causa”, dijo categóricamente.
Nos mintió o, al menos, no dijo toda la verdad.
Lo corroboramos con Claudiet Brizuela Brooks, directora de la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental en Guantánamo, quien informó que “en los meses de marzo y junio del presente año, a la Empresa de Grupos Electrógenos Guantánamo 1, se le aplicaron dos contravenciones, con un monto total de 20 mil pesos por contaminación ambiental, a causa de derrames de fuel oil”, aseguró.
“Es lo que establece el Decreto-Ley 200 del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. Y también les hicimos saber que, según la Ley 81 de Medio Ambiente, en el capítulo referido al Sistema de Responsabilidad Civil, se plantea que toda persona natural o jurídica que por su acción u omisión dañe el medio ambiente está obligada a cesar en su conducta y a reparar los daños y perjuicios que ocasione”, recalcó la funcionaria.
Pero también el hecho fue revelado, en julio de 2022, en estas mismas páginas (http://www.venceremos.cu/guantanamo-noticias/27911-situacion-energetica-el-medico-de-los-fuel-oil) cuando, al destacar una de las inventivas más aplaudidas en el área de mantenimiento de EMGEF, el entrevistado mencionó la recuperación de la bomba de la trampa de lodo de la Guantánamo 1, para detener las fugas de ese desecho que, en los días de lluvia, corría hasta el reparto Rubén López Sabariego, por lo cual el Citma aplicó dos multas a su empresa.
“Gracias a esa solución, pudimos salvar varias depuradoras”, detalló. Varias dijo, no todas.
Yoel Peña Ramírez, delegado de la Circunscripción 4, del Consejo Popular Rubén López Sabariego, testifica que en días de lluvia se acumula el agua contaminada en este punto y se desvía para las plantaciones.
Esta y otras aristas del asunto, preocupan a Yoel Peña Ramírez, delegado de la Circunscripción 4 del Consejo Popular Rubén López Sabariego, y no únicamente por las afectaciones a la agricultura. Atestigua que lo planteó en el Gobierno municipal y ha insistido en el asunto en las reuniones del Consejo Popular.
“Es un crimen, además, ver aves muertas en las inmediaciones del río, porque beben de esa agua contaminada que, incluso, es empleada para regar plantaciones de alimentos en patios y parcelas de la circunscripción. En una reunión del Consejo lo dije hace tres meses y volvió a suceder; eso no se resuelve con multas a las empresas, pues ese dinero no lo desembolsa de su salario ningún directivo”, consideró el representante del Gobierno en la base.
Es eso, un poco de indolencia lo que rodea el asunto. Mientras, la irresponsabilidad seguirá golpeando y la responsabilidad rodando.