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Melba Ramírez RomagueraDoctora Melba Ramírez Romaguera, especialista de Segundo Grado en SiquiatríaLa conducta suicida es prevenible, pero exige detectar a tiempo las manifestaciones de autodaño, sean estas por trastornos siquiátricos o cambios en los adolescentes, que pueden generar en ellos insatisfacciones, mal humor, tristeza, depresión…  

 

Un informe del Centro provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, hasta septiembre de este año, notifica 124 intentos suicidas, con mayor incidencia en el universo femenino, 71 casos de 15 a 18 años, seguido de 10 a 14. El masculino, con 53 intentos en los grupos de 19 a 24 años, seguido de 15 a 18.

La doctora Melba Ramírez Romaguera, especialista de Segundo Grado en Siquiatría, del Hospital Luis Ramírez López, de Guantánamo, entrevistada por Venceremos, insistió en la conveniencia de promocionar el tema para incidir en la prevención de ese fenómeno que deviene “tragedia que afecta gravemente no solo a los individuos, sino también a las familias y a las comunidades”.

¿Cuándo estamos en presencia de una conducta suicida?

Es cuando una persona presenta algún grado de intención de acabar con su propia vida, lo planea, amenaza con hacerlo, se lesiona… y puede tener un final lamentable: el suicidio.

¿Se puede decir que la mortalidad por suicidio está entre las primeras causas de muerte en el país y la provincia?

Según informes epidemiológicos, en el país al igual que en la provincia constituye la décima causa de muerte, y aunque los fallecimientos disminuyen respecto a igual etapa del año anterior (nonestre) en 14,4 por ciento, aumenta el riesgo en los municipios de Caimanera, Guantánamo y Niceto Pérez.

¿Cuáles son los factores de riesgos que propician la ocurrencia de conductas suicidas?

Las causas pueden ser multifactoriales, entre ellas, por enfermedades crónicas graves, siquiátricas como el trastorno bipolar, el cual incide en el estado de ánimo y se manifiesta con episodios depresivos, maníacos; la esquizofrenia; las adicciones al alcohol y a otras sustancias...

Cualquier persona sin distinción de sexo puede afectarse con depresión y manifestar una conducta suicida, pero en la adolescencia son más frecuentes los intentos de autolesión, sobre todo, porque durante esa etapa de la vida ocurren cambios físicos, síquicos y sociales, todo ello hace que se comporten inseguros, ansiosos; a veces se sienten incomprendidos y se frustran con facilidad, cambian la conducta, se tornan rebeldes, agresivos…

Generalmente en la adolescencia es más recurrente, porque se abochornan con facilidad ante las burlas, no soportan el trato ridiculizante, humillante u ofensivo.

Con frecuencia al hospital nos llegan adolescentes que ni siquiera quieren suicidarse en realidad, pero cuando analizamos cada caso encontramos que entre las causas están los sentimientos de dolor, culpa; los antecedentes de suicidios en la familia, la imitación a sus iguales o por “obligar” a los padres a cumplir sus demandas.

La tercera edad es otro grupo vulnerable, pues muchos no aceptan secuelas de enfermedades crónicas, como incapacidades; aflora la tristeza por la soledad y los problemas económicos por los que atraviesan.

¿Qué importancia le concede al trabajo de Salud de conjunto con sectores y organizaciones sociales como Educación, Deportes, los CDR y la FMC… para disminuir los intentos de autolesión?

Es imprescindible abordar la prevención de los intentos suicidas desde el punto de vista de la salud mental, social, familiar, educativa; urge reforzar las acciones de promoción y educación para la salud en barrios y comunidades para incrementar la percepción de riesgo en los más vulnerables.

Hay que hablar más del tema en barrios y comunidades, independientemente de que, desde 1989, existe el Programa Nacional de Prevención y Atención a la Conducta Suicida, el cual, en 2021, incluyó nuevas acciones para la prevención de comportamientos suicidas desde la comunidad, con el fin de potenciar la atención integral a los vulnerables, bajo el principio de que el suicidio es prevenible.

¿Qué recomienda?

Son muchas las acciones que se pueden realizar, pero lo primero es sensibilizar a la población sobre el problema e identificar a las personas de mayor riesgo, como los más jóvenes y los adultos mayores; ayudarlos a afrontar el estrés en el ámbito familiar y social, donde se debe generar un ambiente de paz, confianza y buenas relaciones, y fomentar actividades de esparcimiento, entre otras.

 

Enseñar a los adolescentes a tener un pensamiento crítico hacia las referencias que existen en la música o las redes sociales sobre las autolesiones, y no se puede pasar por alto la supervisión, así como regular el uso de Internet en este grupo de edades, porque muchos han sido víctimas de acoso y agresiones desde las redes sociales.

 

Revitalizar las campañas de comunicación, a partir de efemérides de salud como los Días mundiales para, desde los medios de comunicación, las escuelas, los barrios y comunidades abordar el tema sin tabúes en función de la prevención.