Autoridades sanitarias alertan sobre el incremento de los casos con sospecha de leptospirosis en Guantánamo (44 contra 32 en la misma etapa del año anterior), y apuntan que algunos llegaron a desarrollar síntomas graves de la enfermedad infecciosa debido, en lo fundamental, a la asistencia tardía al facultativo.
Mileidys Gómez Irsola, responsable del programa de zoonosis de la Dirección provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, indicó que en los municipios de Imías y Maisí se reportan sendos fallecidos a causa de leptospirosis, enfermedad confirmada en ambos casos por el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, de la Habana.
Los municipios con mayores incidencias son Baracoa, Maisí, Guantánamo y Yateras, y las principales fuentes de infección están relacionadas con labores agrícolas en terrenos húmedos y altamente infestados por roedores, principales, agentes transmisores de la enfermedad zoonótica causada por la bacteria Leptospira interrogans.
El incremento de la incidencia, abundó Gómez Irsola, se asocia en general a la gran infestación por roedores debido a la falta de rodenticida para la desratización, la crianza de animales en comunidades urbanas sin condiciones higiénicas, y el no uso de medios de protección en expuestos permanentes.
Además, afectan la prevención y control de la dolencia, el déficit de vacunas antileptospírica y la baja percepción de la población ante las condiciones de riesgo y la aparición de síntomas sugestivos como malestar general, fiebre, escalofríos, dolores de cabeza, abdominal, en las pantorrillas y musculares, ictericia, vómitos y diarreas.
La leptospirosis es una enfermedad tratable si se asiste el médico de manera temprana, donde se realiza el diagnóstico clínico epidemiológico y se aplica tratamiento, pero con asistencia tardía o sin ella, puede desencadenar en síntomas graves como insuficiencia renal y pulmonar, hemorragia y colapso hemodinámico, entre otros.
Gómez Irsola abundó que la leptospirosis se transmite al hombre a través de la piel y las mucosas, por contacto directo o indirecto por medio del agua, suelos y alimentos contaminados con orina de animales infectados, sobre todo roedores, pero también perros, vacunos, caballos y otros animales silvestres.