"Siento mucho dolor, preocupación y estrés por lo que está pasando en mi hogar, por todo lo que están sufriendo mis hermanos, mis padres y demás familiares. Por el creciente genocidio al que está sometido mi pueblo", así habla Murid Abukhater, joven palestino estudiante de Medicina en Cuba.
Él participa -por vez primera- en la actual edición del Seminario Internacional por la Paz y la Abolición de Bases Militares Extranjeras, que tuvo lugar en los salones de la Plaza de la Revolución Mariana Grajales Coello. No necesitó de mucho para percatarse de la trascendencia de este evento.
"Estamos aquí para denunciar las bases militares extranjeras en todo el mundo, en especial, la Base Naval de Guantánamo, ocupada ilegalmente por más de 120 años, porque -asegura- solo alcanzaremos verdaderamente la paz cuando todas estas ocupaciones militares se eliminen.
Murid mira a los ojos mientras habla, sin titubear. Su convicción es profunda, y su modo de actuar lo demuestra. Sabe que, por mínimo que sea su esfuerzo, denunciar el crimen contra su pueblo está en el lado del deber.
"Estas bases afectan la soberanía de muchas naciones. Solo hay que ver lo que está pasando en la Franja de Gaza, en Palestina; en Siria, en el Líbano. En casi todos los países del Medio Oriente. Toda la maldad sale de estas bases militares extranjeras.
"Aquí están reunidos representantes de varios países que, si se impregnan del apoyo a Palestina, transmitirán el mensaje a los demás cuando regresen a sus pueblos. Solo así ganará reconocimiento la causa", expresa.
Minutos más tarde, -y posterior a esta entrevista- defiende sus ideales frente a los casi 90 delegados que, junto a él, forman parte de la cita por con la paz. "El imperialismo ha puesto su cuerpo sobre el mundo. La cabeza en Asia oriental, el corazón en Oriente Medio, sus arterias llegando a África y América Latina", y llama a combatirlo, donde sea que se esté.
Quizás se deba al momento histórico que le ha tocado sufrir, pero Murid lleva en el pecho lo que se necesita -por dentro- para ayudar a la gente. Salvará vidas como futuro galeno, desde luego, pero desde hoy defiende el derecho a una vida plena de aquellas personas cuyas voces han sido apagadas por el estruendo de la guerra.