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encuentro vocacional escuelaDe amistad, valores y compromisos fue la historia protagonizada por más de un centenar de graduados guantanameros de la entonces Escuela Vocacional José Maceo Grajales, luego Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE), a 40 años de su entrada a las aulas de ese coloso de la Educación, en la provincia de Guantánamo.

Algunos vinieron desde La Habana, por encima de obstáculos personales, de transporte o de salud, otros lo hicieron desde varios municipios del territorio, pero lo más importante era saldar, este 15 de junio, el abrazo pendiente que muchos esperaron en cuatro décadas.

Fueron los últimos muchachos, con apenas 12 años de edad, del llamado de séptimo grado para la escuela vocacional; los primeros en experimentar el IPVCE y las pruebas de ingreso a la Universidad, en un centro de gran rigor académico que desde su creación, el 15 de octubre de 1981, tuvo el encargo de formar a los futuros profesionales de las ciencias exactas de Guantánamo.

Se reunieron apenas cuatro meses después de creado un grupo de Whatsapp, Amigos para siempre, ideado por los entusiastas Miroslava Díaz Boloy, licenciada en Enfermería y actual miembro del secretariado provincial de la Central de Trabajadores de Cuba, y Gil Gustavo Robert, abogado.

Después de un primer encuentro en 2013, pensamos en cómo juntar a la mayor cantidad de amigos de la vocacional y el 5 de febrero pasado surgió el grupo con los primeros contactos que teníamos, los cuales buscaron a otros y ya sumamos 146, que están en Guantánamo, otras provincias y fuera del país, y que estudiamos en la etapa de 1984 a 1990, refirió Díaz Boloy.

Lo más lindo y maravilloso es el apoyo que nos hemos ofrecido en tan corto tiempo en las tristezas, alegrías, enfermedades, duelos, el objetivo se ha cumplido y seguiremos con esta loca idea feliz de unirnos, por mucho tiempo, subrayó.

Entre abrazos, risas, lágrimas y las fotos para el recuerdo, volvieron a recorrer los pasillos de la entrañable escuela, en la cual los recibieron estudiantes y profesores del proyecto Andando plus y el Consejo de Dirección del plantel, fruto de una idea del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, de extender en el país un novedoso sistema educativo que combinara la formación vocacional con el estudio y el trabajo.

De aquellos años en que estaban internos habló Esmil Ortíz Leonard, actual trabajador de la Empresa Provincial Porcina, quien calificó esa etapa como la mejor de su vida, con excelentes profesores y elevada  formación en valores humanos, al tiempo que consideró de excelente la idea del grupo, un ejemplo de amistad duradera y sincera.

Mientras, Gladiuski Pérez Ramírez, especialista en Medicina Física y Rehabilitación, recordó que eran educandos de toda la provincia seleccionados por sus resultados docentes, con un riguroso régimen disciplinario, que debía mantener un mínimo de 85 puntos de promedio en cada curso, lo cual les exigía mucho estudio.

Con varios años de residencia en La Habana, Dirgelis García Flores, supervisora en el hotel Presidente, habló también de la añoranza al volver al IPVCE, donde hizo travesuras que le costaron el regaño de su mamá, exigente profesora de la vocacional.

Agradeció al grupo la oportunidad del encuentro, ha sido un bálsamo esta idea, mi esposo me pelea porque a veces me río mucho de las ocurrencias de mis compañeros y no lo dejo dormir, pero es lo más lindo que me ha pasado, me saca del estrés, en la capital somos como 20, pero pudimos venir ocho.

Entre el equipo de profesores de aquella etapa, algunos aún activos como Eduardo Osley Nolazco, de la asignatura de Física y con 41 años en la escuela, calificó de entusiasta a la generación de entonces.

Fueron muy responsables, independientes, estudiosos, con objetivos bien marcados en la vida, como lo evidencia que la mayoría se convirtieron en excelentes profesionales o técnicos, con un destacado servicio a su provincia, el país y otras partes del mundo.

No faltó el recuerdo de los compañeros fallecidos, el cariño a los padres en su Día, el reconocimiento a quienes contribuyen a mantener vivo el grupo, el baile, la alegría y las anécdotas interminables, pero sobre todas las cosas, el calor humano y la amistad que defenderán para siempre.