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EntrevistadaLa cesárea es de los avances más importantes de la medicina perinatal contemporánea y tiene, indiscutiblemente un impacto extraordinario, presenta algunas ventajas sobre el parto natural como, por ejemplo, el menor sufrimiento del bebé. Sin embargo, las desventajas de esa técnica quirúrgica son mayores y, por eso, la recomendación general es aplicar la cesárea solo en casos puntuales, donde el parto vaginal no sea posible, pues los estudios apuntan que la intervención califica entre las principales causas de muerte materna.

La Organización Mundial de la Salud sugiere el uso de las cesáreas solo cuando sea necesaria para salvar la vida de la madre o del niño, es decir, únicamente por razones médicas, asegura la doctora Katiuska Cecilia García Mariño, microbióloga clínica, especialista en Medicina General Integral, quien dirige el laboratorio de exudados vaginales y uretrales, en el Centro provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología.

La investigadora, ganadora del Premio Anual de Salud, en 2022, con la tesis Caracterización de las infecciones en heridas quirúrgicas poscesáreas en pacientes ingresadas en el servicio de ginecobstetricia, al acceder al encuentro con la prensa convirtió la entrevista, en una clase magistral.

¿Qué la motivó a realizar un estudio sobre las infecciones en la herida quirúrgica poscesárea?

Como profesora instructora he participado en disímiles eventos, con aportes al desarrollo de investigaciones para el mejoramiento de la salud. El problema que motivó el desarrollo de este análisis se corresponde con el incremento de las infecciones en las cesáreas, pues está demostrado que las pacientes que desarrollan alguna complicación con la herida quirúrgica tienen 60 por ciento más de probabilidad de ingresar en la Unidad de Cuidados Intensivos; cinco veces más de reingresar al hospital, y el doble de posibilidad de fallecer. En la provincia era insuficiente el conocimiento sobre microorganismos que provocan infecciones en ese tipo de intervención, y tampoco existían publicaciones relacionadas con el tema.

Tras la cesárea, la complicación más común es la infección, que se presenta en alrededor del 19,7 por ciento de los casos intervenidos, con un riesgo de cinco a 10 veces mayor que en un parto vaginal. A pesar de los avances de la ciencia por el conocimiento de los factores de riesgo y del empleo de modernos y potentes antibióticos, la afección puerperal continúa siendo de las principales causas de morbilidad, por lo que es necesario establecer parámetros que garanticen una atención de calidad.

Todas esas incidentales nos llamaron la atención, y decidimos investigar -hablo en plural, porque es un trabajo en equipo: Lourdes Margarita Expósito Boué, Luis Antonio Gan Fong y Edith Arias Álvarez fueron mi apoyo, a quienes agradezco, porque trabajaron junto a mí cada etapa del proyecto para garantizar los excelentes resultados.

Primeros pasos

Se realizó un estudio descriptivo y transversal durante un año. El universo estuvo formado por 38 pacientes cesareadas que tuvieron infección de la herida quirúrgica, con cultivo bacteriológico positivo. Los microorganismos encontrados fueron Staphylococcus aureus, Staphylococcus epidermidis, Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae, con franca resistencia a los antimicrobianos de uso común.

Todos los microorganismos aislados del sitio quirúrgico mostraron patrones de multirresistencia, al menos, a un antibiótico, fenómeno que constituye un problema a escala mundial por exigir de la industria farmacéutica nuevos y más efectivos antibióticos.

¿Cuáles son las pacientes más propensas a ese problema?

Las pacientes en estudio tenían algunos antecedentes asociados, los cuales se podrían considerar causales de riesgo: presencia de anemia -antes del parto provoca alteración del sistema inmunológico y la hiperferremia (tener demasiado hierro en sangre) inducida por el tratamiento temprano con hierro satura la transferrina sérica e incrementa el hierro libre, que permite a la bacteria tener mayor supervivencia; las intervenciones urgentes, que tienen dos veces más riesgo de infección en comparación con la cirugía electiva; la ganancia insuficiente de peso, entre otras…

Los microorganismos que mayormente complican la operación por cesárea se consideran intrahospitalarios, y en los últimos 50 años han desarrollado mecanismos de resistencia a los antibióticos, por lo que la prueba del antibiograma es fundamental para un adecuado tratamiento.

¿Qué factores son los que más inciden en el aumento, en los últimos tiempos, de las infecciones de ese tipo en nuestros hospitales?

Aún con el empleo de las más rigurosas técnicas asépticas, existe algún grado de contaminación de la herida quirúrgica, la que puede ocurrir durante la cirugía o el período posquirúrgico. Los microorganismos infectantes pueden provenir de los sitios de colonización de los propios pacientes, tales como las fosas nasales, la cavidad bucal, el tracto urogenital o la piel (flora endógena), pero también adquirirse a través del personal o la sala de cirugía (flora exógena).

Si bien los mecanismos de defensa de la paciente pueden ser suficientes para evitar el desarrollo de infección en la mayoría de los casos, hay determinadas circunstancias en las cuales pueden ser superados. El protocolo que se cumple en los salones de operación es una prioridad, pero no es ajeno para nadie que también sufrimos los embates de la escasez, y los recursos no son óptimos, sin contar que en no pocas ocasiones se violan las medidas higiénico-sanitarias.

Los aportes de la investigación…

La Organización Mundial de la Salud, al igual que distintos organismos internacionales, ha mostrado en las últimas décadas un interés en el estudio de los problemas de la mujer y, en especial, lo relacionado con la disminución de la mortalidad materna.

Nuestra investigación identifica los agentes etiológicos causantes de la infección, da a conocer nuevos patrones de resistencia antimicrobiana que contribuyen a realizar estudios epidemiológicos y aconseja abandonar la terapia empírica (tratamiento administrado a partir de la experiencia, sin conocimiento preciso de la causa o la naturaleza de una afección); indica el procedimiento adecuado para la eliminación del microorganismo; sus conclusiones ahorra el uso de medios diagnósticos y contribuye a mejorar la calidad de la atención a la puérpera, con el consiguiente resultado en el Programa de Atención Materno-Infantil.

¿Quedan sueños por cumplir?

Por supuesto, aún hay mucho por hacer, la presencia de factores de riesgos modificables, evitables y controlables sigue en auge, el mundo evoluciona, y con él la resistencia de las bacterias y los microorganismos causantes de infecciones, por lo que es necesario mantener una vigilancia epidemiológica y microbiológica permanente, y ahí estamos nosotros, porque es la única forma de mejorar los diagnósticos y los tratamientos clínicos aplicados para preservar la salud. Poner en práctica lo que investigamos ayudaría a prevenir males innecesarios, y es un sueño por cumplir.

Daños y beneficios

Los beneficios deben sopesarse con sus riesgos. Aunque es una operación muy segura, no deja de ser una cirugía mayor, con sus riesgos asociados. Los cuales pueden ser:

►Daño de órganos vecinos (vejiga urinaria, vasos sanguíneos, intestino). Se producen aproximadamente en el uno por ciento de todas las cesáreas.

►La infección del útero (endometritis) depende, en gran parte, del mecanismo mediante el que se desencadene el parto y de la rotura de la bolsa de las aguas. Se trata con antibióticos. Las infecciones de las heridas suelen aparecer de cuatro a siete días después de la cirugía. Además de con antibióticos, las infecciones de las heridas a veces precisan que haya que volver a abrirlas para permitir que salga la infección y limpiar los tejidos.

►Hemorragia. El dos por ciento de las cesáreas precisan transfusión de sangre. En raras ocasiones puede ser necesario extirpar el útero (histerectomía).

►Formación de trombos que pueden obstruir los vasos sanguíneos. El embarazo y el posparto inmediato son momentos en los que se eleva el riesgo de sufrir trombosis en las piernas (trombosis venosa profunda) o en los pulmones (trombo embolismo pulmonar). Las mujeres con un riesgo muy alto pueden necesitar tratamiento anticoagulante para disminuirlo.

►El período de recuperación es más largo que el de un parto vaginal.

►Puede favorecer la localización anómala de la placenta en el útero en embarazos posteriores (placenta previa).

►Las cicatrices en el útero aumentan el riesgo de rotura uterina en futuros embarazos.

►Puede producir cierta dificultad respiratoria en el recién nacido por los efectos de la anestesia y por la forma de nacimiento, aunque suelen durar poco tiempo (uno o dos días).