Maryanis Moral López es hoy, en la provincia de Guantánamo, la delegada más joven que lidera, por vez primera, el proceso de rendición de cuenta del delegado a sus electores. Una responsabilidad difícil, sobre todo, en el actual contexto marcado por carencias de las más diversas, pero la muchacha, tímida, en tono pausado y con mirada serena, afirma sentirse lista.
“Soy trabajadora social y delegada a la vez, de la misma circunscripción: la 45 del Consejo Popular de Limonar de Monterruz, en el municipio de El Salvador, y conozco bien de cerca las preocupaciones de allá. Además, no dejo que se acumulen males. Siempre que me es posible, les doy respuesta o gestiono su solución, porque al final tengo que verlos todos los días.
“Por eso decidí ser delegada, para ayudar, y porque, hay quien vive diciendo que los jóvenes no dan el paso al frente cuando se les necesita, y yo lo hice. El delegado es la figura más importante de la comunidad, quien la defiende, la representa…
“Desde que comencé en mi puesto hemos realizado trabajos voluntarios, logré que se rehabilitaran los viales, que son la mayor queja de esta zona y así poco a poco, día a día, voy atendiendo las demandas que surgen, como dice el presidente Miguel Díaz- Canel, quitándole un pedacito a los problemas”, afirma Moral López.
Maryanis es madre de un niño pequeño de tres años, ama de casa, casada con un trabajador cafetalero, que sale desde temprano y no vuelve hasta el anochecer, por eso ella es la primera en levantarse, hacer el desayuno, dejar al bebé en el cuido, y salir para el trabajo.
“Esa es mi rutina, ahora le sumo las misiones como delegada, el despacho con los electores, la visita a las entidades estatales... Hago tiempo para todo, porque por lo general debo estar en casa pronto para las labores hogareñas y más cuando hay zafra cafetalera, pues mi esposo vuelve muy tarde al hogar.
“Como decía, conozco bien mi comunidad. Allí, entre las mayores dificultades está la existencia de familias con piso de tierra, tengo cinco en esa situación y que lamentablemente por ahora no hay cómo ayudarles. Tengo cuatro madres numerosas, 25 adultos mayores. Hay sala de televisión, dos escuelas primarias, dos Cooperativas de Crédito y Servicios, una Unidad Básica de Producción Cooperativa, todos apoyan siempre mi labor de delegada.
“Las viviendas allá, por suerte y gracias a la Revolución, están bastante buenas, con techo de fibro-cemento, fueron construidas hace tiempo y son muy resistentes. Para resumirte, más allá del problema con los caminos, en mi zona tengo todos los planteamientos resueltos o con causa de no solución bien explicada, y así llegaré a la asamblea de rendición de cuenta”.
Maryanis considera que hoy la labor del delegado es cada vez más imperiosa, para ayudar a las personas en estado de vulnerabilidad, las cuales necesitan vías de solución a sus complejos problemas o, al menos, la seguridad de que su situación no le es ajena al Estado.
“En casi un año que llevo como delegada no he tenido quejas de mi gestión, quizá porque me ven diariamente mis 159 electores, que no son mis vecinos porque vivo bien distante del pueblo, pero no los dejo desatentidos.
“Tengo solo ocho jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo, pero ya estamos dándoles tratamiento para ver en qué los incorporamos, sobre todo, priorizamos la agricultura, porque somos una comunidad que se autoabastece y para mantenernos así, hay que tener fuerza de trabajo calificada.
“Hoy mis electores más exigentes son las personas mayores, porque saben lo difícil que es esta tarea y siempre que pueden se sientan conmigo a hablar, a darme consejos y compartir esas experiencias que me ayudan a ser mejor”.
Moral López tiene muchos sueños para su comunidad. Sonríe y piensa…
“Me gustaría transformar mi pueblo, modernizarlo, que hagan más actividades culturales, deportivas, científicas, imagino un concierto en pleno corazón de la localidad… Recuerdo que estuvo por acá la televisión guantanamera, una vez, yo ni pensaba ser delegada, pero sabía que ese era un hecho importante para la gente, que se sentía motivada y en estos tiempos la motivación es imprescindible para resistir y vencer los obstáculos de la vida.
“¿Una anécdota? Cuando me postularon como delegada, muchos creyeron que estaba loca, ¡eso es una candela!, me decían, pero no hice caso. Mi gente me necesita -pensé- y ¿quién mejor que yo, una trabajadora social, para echar p’alante mi comunidad?
“Esta etapa ha sido una gran experiencia, estar en los debates de las Asambleas Municipales, participar en el amplio proceso de consulta legislativo, hablar de economía y desarrollo local… me ha enseñado mucho y a mis 23 años sé que aprenderé más, porque me queda mucho camino por andar”.