Viviendas impactadas por los ríos crecidos, principal afectación asociada a la tormenta tropical Oscar. La madrugada del lunes 21 de octubre de 2024 será inolvidable en el poblado cabecera del municipio de San Antonio del Sur. Una avalancha de agua furiosa, provocada por el huracán Oscar, en minutos inundó el pequeño valle: las viviendas, las instalaciones estatales, los sembradíos, el vial principal, las calles y todo cuanto estaba en pie o encontró a su paso.
Cientos de lugareños, tal vez miles, sorprendidos por el aluvión, no tuvieron tiempo de salvaguardar los bienes inmuebles más valiosos, ni siquiera los más imprescindibles.
La lucha por salvar sus vidas y no perecer ahogados superaba con creces el precio de lo que atrás quedaba, o quedaba debajo, porque no pocas personas se treparon a las cubiertas de placa, a las zonas altas y hasta a los árboles, y desde allí, a la intemperie, soportaron estoicamente, durante horas, el azote de las precipitaciones.
Aún así, lamentablemente, las aguas quitaron la vida a varias almas (seis hasta la tarde del miércoles), incluyendo una niña de cinco años.
Dantesco fue el panorama dejado por la avenida. Casas y centros de trabajo cubiertos de lodo hasta la “garganta”, miles de equipos electrodomésticos afectados o inservibles; camas, colchones, escaparates, muebles destruidos o averiados; ropa y otros bienes personales desaparecidos, o en el mejor de los casos cubiertos de fango… pero, sobre todo, dejó familias enlutadas, llenas de dolor por la pérdida de seres queridos.
Elías Sánchez Matos, delegado del Poder Popular, conocedor del poblado, y de cada rincón del municipio, asegura que ni él ni los habitantes de más edad en San Antonio del Sur recuerdan una inundación tan repentina y de tal magnitud.
Según algunos entrevistados, en unos 15-20 minutos el agua rebasó el metro de altura y en su furia copó el terreno de béisbol, las áreas aledañas de la farmacia (ella incluida), la zona del frente de esa institución de Salud, las viviendas y colectivos a la izquierda, al centro y derecha del poblado, se extendió por cientos de metros por los viales que conducen al Valle de Caujerí y a Baracoa. Afectó al policlínico y a todas las moradas que lo rodean.
Ante tanto daño se ha erguido la solidaridad del país y de organizaciones internacionales, que garantizarán alimentos y otros recursos imprescindibles para el retorno a la normalidad de un pequeño pueblo no pocas veces erigido en gigante, como ha sido con sus movilizaciones agrícolas al Valle de Caujerí, a la apertura de refugios, a las donaciones de sangre y otras convocatorias.
Ninguna familia quedará desamparada, reiteró el Presidente Díaz-Canel en su encuentro de este miércoles con pobladores de San Antonio del Sur, un sitio que más temprano que tarde recuperará su verdor semidesértico, su rutina y su esperanza.