La playa de Imías, en el municipio de igual nombre, es reciente ejemplo de cómo la geografía de un lugar puede transformarse en unas horas.
Sucedió en la madrugada del 21 de octubre, cuando las embravecidas aguas del río Imías desbordaron el cauce, destruyeron la duna y crearon una especie de nuevo río frente a las instalaciones recreativas allí erigidas, las cuales quedaron en medio de los dos embates: el del torrente original, por el Este, y el del brazo recién formado, por el Oeste.
Lo que quedó del ranchón. En la parte anterior funcionaba una cafetería y otros inmuebles, desaparecidos en su totalidad.La pinza acuática se fue estrechando hasta destruir todas las cabañas, la cafetería y otros inmuebles en la playa. Del desolador panorama apenas quedó la parte posterior del ranchón, como para hacer el cuento de lo que allí existió y pasó.
Tal fue la fuerza del aluvión que algunas cabañas fueron arrancadas de sus cimientos y puestas “con la cabeza pa bajo y los pies pa riba”, como expresara un lugareño al relatar lo sucedido.
Obsérvese el brazo de río creado y a ambos lados la dimensión del daño a la duna.Equipos electrodomésticos, utensilios de cocina-comedor y diversos recursos materiales fueron desaparecidos por las aguas, que en su abrazo con el mar Caribe destruyeron parcialmente la playa como área de baño, legando un área grande de afloramiento rocoso, producto de la violenta erosión.
Destrucción total de las cabañas.
El tiempo, solo el tiempo será el encargado de dictaminar cuánto demorará el restablecimiento de ese espacio del litoral imiense, uno de los más concurridos por la población cada verano.