Cuando se llega a Macambo todavía se pueden ver en las viviendas y campos secuelas del panorama de destrucción que dejó la inundación provocada por el paso del huracán Oscar.
En medio de todo aquello que el agua y el lodo manchó, resalta por los nuevos colores azul y rojo vino que estrena, la escuela primaria Julio Delgado Reyes.
Verle ahora y compararla con el panorama de hace dos semanas, cuando sus pisos y paredes estaban llenos de fango y el mobiliario escolar colocados en un rincón de la carretera para que la lluvia limpiara y el sol secara antes de ver lo que podía servir; es un ejemplo del ritmo recuperativo que se impone ante lo dañado por Oscar.
Este sábado cuando llegamos a Macambo con la brigada Cabal de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), la escuela estaba en movimiento: en una aula se reunían los factores del barrio para dejar bien organizado el acto provincial del regreso a las clases este lunes 11, en el resto de los locales los docentes y demás trabajadores limpiaban con esmero los pisos y muebles ya “salvados”, al tiempo que tropas de la Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) tiraban material sobre lo que fue y volverá a ser la plaza de la escuela, justo frente a un busto del Héroe Nacional José Martí que no fue dañado milagrosamente por las inundaciones.
Detrás de la escuela, entre las montañas comienza a dibujarse una lluvia que se acerca con calma, explicación del fango que impera alrededor y que asombra todavía si se tiene en cuenta que Macambo se identifica como el lugar donde menos llueve en Cuba.
Tras intercambiar con algunas maestras, viene a nosotros José Del Pino Dalet, director del centro escolar. Nos recibe con cordialidad; en su rostro se nota el agotamiento de días tan intensos, pero su cuerpo se mueve con agilidad y fuerza, apoyando su disposición a devolver a la institución el habitual esplendor que la caracteriza como principal centro educativo y cultural del barrio.
“Estamos trabajando duro para que este lunes los niños vuelvan a las aulas. Ese es un paso importante para toda la comunidad, tan seriamente impactada por el huracán”, declaró José Del Pino, quien conduce un colectivo de 20 docentes y cinco trabajadores de apoyo, quienes a su vez atienden a 97 estudiantes (8 de preescolar, 15 de primer grado, 26 de segundo, 12 de tercero, 12 de cuarto, 14 de quinto y 10 de sexto), 10 de los infantes de la zona de El Rincón y otros cuatro de otra cercana, todavía semi-aisladas y para los que se utilizará la variante de maestros multigrado de la propia localidad que los pueda atender hasta que sea posible la asistencia directa.
Agua por todas partes
“Esa madrugada del huracán fue tremenda. Casi todos salimos de las casas con el agua en el pecho, porque el río se metió donde nunca; hasta la carretera no daba paso y hubo que sacar gente con sogas. Ni cuando el Flora pasó algo así, no quedó un animal en los corrales.
“La inundación del río llegó hasta el nivel del techo de la escuela. Habíamos evacuados los medios a una segunda mesa, por la costumbre de situaciones anteriores parecidas, pero ahora el agua llegó a donde nunca y todos fueron dañados.
“Siempre hemos sido afectados por inundaciones, porque nos encontramos muy cerca del cauce del río. Con lluvias en las montañas sin caer una gota aquí, ha bajado crecido y ha llegado a nosotros, lo que nunca de esta forma. Es un viejo planteamiento el poder mover la escuela de lugar, para una zona más alta, donde hasta para evacuación podría servir.
“Cuando el agua bajó y pude llegar hasta acá, descubrí que los locales estaban llenos de fango, afectados todos los medios audiovisuales, el mobiliario escolar, parte de las iluminarias, los medios didácticos, los libros de la biblioteca…, fue duro ver aquello.
“Lo más triste, que una de mis maestras sigue desaparecida. Tengo, además, 13 trabajadores con afectaciones parciales y pérdidas de colchones, equipos electrodomésticos y pertenencias. De los niños, nueve perdieron completamente sus casas; ha existido una respuesta de solidaridad desde la propia comunidad y se encuentran evacuados en viviendas de la misma zona.
Tenemos 14 niños que viven en caseríos a los que se hace muy difícil llegar todavía y posiblemente tengan que dar clases de forma alternativa hasta que puedan venir sin peligro”.
Nuevo despertar
“Apenas tuvimos la oportunidad iniciamos la recuperación de la escuela. Gracias a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en especial a las Tropas Especiales, a los factores de la comunidad, las direcciones municipal y provincial de Educación y contingentes que llegaron a Macambo desde otras provincias cargados de solidaridad, hemos podido avanzar.
“Se sacó la gran capa de fango y se limpiaron los alrededores, se arreglaron las 73 mesas del centro, a todas se le pusieron nuevos tablones arriba y algunas también se repararon en las patas, las iluminarias se colocaron, al igual que las pizarras, se pintó por dentro y en los exteriores. Nos faltaría terminar de conformar la plaza de formación y la jardinería, en la que ya se trabaja. La biblioteca se pintó y amigos de la Uneac, que ya nos trajeron algunos medios didácticos y ayudarán en la ambientación interior y exterior, nos ayudarán con libros. La recuperación de que va, va”.