Marianela Cintra Arencibia: “Un suelo de calidad es sinónimo de productividad y sostenibilidad”.
En el corazón de Guantánamo, tierra entre ríos y montañas, existe una institución dedicada a comprender y mejorar el recurso más básico para la vida: el suelo. Detrás de esta labor está Marianela Cintra Arencibia, Máster en desarrollo agrario sostenible, y directora del centro, quien en diálogo con Venceremos, y nso revela cómo ciencia y experiencia se unen para enfrentar los desafíos de una tierra singular.
Más allá de los cultivos, los paisajes y los desafíos de la agricultura en el territorio más Oriental, existe una realidad que a menudo se pasa por alto: la complejidad de su suelo, cuyas diferentes características impone retos para transformarlo en fuente de prosperidad.
¿Cómo definiría "calidad" del suelo?
En el Instituto evalúan la calidad evaluando para los cultivos, no solo la fertilidad química del suelo, sino características físicas como la compactación, la textura y la porosidad, que afectan directamente el desarrollo de las raíces.Para nuestros agricultores, un suelo de calidad es sinónimo de productividad y sostenibilidad. Es aquel que nutre sus cultivos, garantiza buenas cosechas y no se agota con el tiempo. En el Instituto, evaluamos esta calidad considerando no solo la fertilidad química, con elementos esenciales, materia orgánica y pH, sino también las características físicas, como la compactación, la textura y la porosidad, que afectan directamente el desarrollo de las raíces.
¿Qué diferencias existen en los suelos guantanameros y cómo influyen en la elección de los cultivos?
Nuestros suelos son variados. Tenemos desde los rocosos que limitan el crecimiento radicular, hasta valles fértiles, con mayor potencial agrícola. La clave está en entender que cada uno tiene sus particularidades y que, por lo tanto, no todos los cultivos se adaptan de la misma forma. Nuestro trabajo es guiar a los agricultores hacia las mejores opciones, en función de las condiciones del terreno.
¿Cuáles son los principales desafíos en Guantánamo, considerando factores en los suelos como la erosión, la salinización y el clima semiárido?
Los retos son múltiples. La erosión, tanto hídrica como biológica, es un problema grave, especialmente en las zonas montañosas. La salinización afecta a los suelos de pendientes suaves, dificultando la absorción de nutrientes. Y no podemos olvidar que el clima semiárido, especialmente en la zona sur, impone condiciones muy específicas. Abordar estos desafíos requiere un enfoque integral que combine la ciencia con la experiencia de los agricultores.
¿Cómo traduce el Instituto de Suelos su conocimiento científico en acciones concretas que beneficien a los agricultores guantanameros?
La ciencia tiene que estar al servicio de la producción. A través de los polígonos de conservación, ponemos a disposición de los agricultores información detallada sobre las características de sus suelos, recomendaciones para el uso de fertilizantes, tanto orgánicos como químicos, y el manejo del agua de riego. Nuestro objetivo es que puedan tomar decisiones informadas para optimizar sus cosechas.
Tras el paso de fenómenos naturales como el huracán Oscar, ¿cómo están trabajando para restaurar los suelos y qué medidas proponen para la gestión de riesgos futuros?
El huracán Oscar dejó una huella profunda con deslizamientos de tierra que arrastraron suelo fértil. Estamos trabajando en la reubicación de áreas de cultivo y en la restauración de suelos afectados. Además, promovemos la gestión sostenible de cuencas y riberas, y recomendamos prácticas que minimicen el impacto de fenómenos naturales.
Mirando al futuro, ¿cuáles son las prioridades del Instituto para proteger este recurso vital y garantizar la sostenibilidad agrícola en Guantánamo?
Nuestra prioridad es proteger y mejorar la calidad del suelo guantanamero, garantizando su sostenibilidad a largo plazo. Para ello, seguiremos investigando para entender mejor los problemas de erosión, salinización y baja fertilidad; promoveremos prácticas agrícolas sostenibles y facilitaremos el acceso de los agricultores a la información y los productos necesarios. La tierra es nuestro mayor tesoro, y es nuestra responsabilidad cuidarla para las futuras generaciones.
Cada palabra de la directora del Instituto de Suelos está avalada por el compromiso con la tierra guantanamera. Su labor, que combina la rigurosidad científica con la cercanía humana, revela la importancia de entender el suelo como un sistema vivo, y nos recuerda que el cuidado de este recurso es fundamental para la prosperidad y el futuro de la provincia.
La pasión de la experta inspira a valorar la tierra bajo nuestros pies, a trabajar por ella, y nunca contra ella.