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fidel salustiano

El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz se persona a la casa del campesino Salustiano Delgado Leyva, cumpliendo así su compromiso realizado al cineasta Santiago Álvarez.

 

Fidel llega sin presentación alguna, ni identificación como un periodista o una persona más interesada que quiere conocer el hecho histórico ocurrido, ya que tenía la intención de darle una sorpresa al humilde campesino Salustiano que declaraba con todo fervor revolucionario y amor propio que Martí y Fidel eran sus hermanos.

 

Así que parte del desarrollo de la entrevista de Fidel con Salustiano, él desconoce quién es su interlocutor, ya que a sus años había perdido la visión.

 

Comandante en Jefe Fidel Castro: Buenos días.

 

Salustiano Leyva: Buenas.

 

Comandante en Jefe: ¿Cómo está Salustiano? Está bien. Quítese el sombrero un poco, que así, no lo veo, así. Cómo se siente.

 

Salustiano Leyva: Malo de la cintura, no puedo caminar… arengado completamente.

 

Comandante en Jefe: ¿Sabe que vengo a hacer una visita por acá, por Playita?

 

Salustiano Leyva: De Martí.

 

Comandante en Jefe: Sí.

 

Salustiano Leyva: Mi hermano Martí.

 

Comandante en Jefe: Usted vivía por acá.

 

Salustiano Leyva: Nosotros vivíamos allí, donde está el parquecito. (Señalando con la mano hacia donde está el mismo).

 

Comandante en Jefe: Muy lejos de aquí… muy lejos de aquí.

 

Salustiano Leyva: No, allí donde está el obelisco ese que está Martí.

 

Comandante en Jefe: Eran una familia numerosa la de ustedes.

 

Salustiano Leyva: Éramos… no era grande… éramos como cuatro nada más.

 

Comandante en Jefe: Usted se acuerda qué edad tenía entonces.

 

Salustiano Leyva: Yo, 11 años.

 

Comandante en Jefe: ¡Ah!, es correcto entonces, es verdad, porque a mí me habían dicho que tenía 7 años, pero yo calculé que si hace 81 años que desembarcó Martí y usted tenía 11 años, ahora tiene correctamente 92 años.

 

Dr. José Miyar: Sentado a la izquierda de Fidel, pero en el interior de la cocina interviene… Pero yo había leído…

 

Salustiano Leyva: (Interviene afirmativamente) Yo, tengo 92 años.

 

Comandante en Jefe: Usted se acuerda.

 

Salustiano Leyva: ¡Pero cómo no me voy acordar! Martí era un hombrecito blanquito él, de los bigoticos negros latiguito, Máximo Gómez, alto.

 

Comandante en Jefe: Máximo Gómez era más alto que Martí.

 

Salustiano Leyva: He.

 

Comandante en Jefe: (repite). Más alto Máximo Gómez que Martí.

 

Salustiano Leyva: Oh… un hombrón alto y Marco del Rosario un hombre trigueño gordo, y ellos parece que de allí arriba reconocieron la fortaleza que estaba allá bajo en La Tintorera.

 

Comandante en Jefe: Había… había militares.

 

Salustiano Leyva: He.

 

Comandante en Jefe: En la fortaleza había militares españoles, la fortaleza a qué distancia estaba de su casa.

 

Salustiano Leyva: A casi…, no había un kilómetro.

 

Comandante en Jefe: Entonces ellos pasaron a un kilómetro de las tropas españolas.

 

Salustiano Leyva: Sí… Si ellos cogen… porque aquí en aquel entonces todo esto era montaña, aquí solo existían como siete u ocho vecinos, si ellos aciertan a coger el trillito ese, van derechito a la fortaleza, se hubieran entregado, pero ellos…

 

Comandante en Jefe: ¿Algunos de los que venían en el grupo conocían la familia de usted?

 

Salustiano Leyva: No.

 

Comandante en Jefe: No, ellos llegaron como por casualidad a la casa de ustedes, ¿verdad?

 

Salustiano Leyva: Ellos reconocieron la casa y ahí se tiraron.

 

Comandante en Jefe: Ellos durmieron allí mismo al lado de su casa.

Salustiano Leyva: Sí.

 

Comandante en Jefe: ¡No era demasiado peligroso!

 

Salustiano Leyva: No… entonces mi mamá se volvió loca; cogió, los metió entre la poceta y le pareció mal por una ronda que hubiera, lo sacó de ahí, lo escondió más p’alante.

 

Comandante en Jefe: En el monte.

 

Salustiano Leyva: En el monte.

 

Comandante en Jefe: Ellos llegarían aquí como a las 11:00 de la noche, ¿verdad?

 

Salustiano Leyva: Como a las 12.

 

Comandante en Jefe: Como a las 12:00; como tuvieron que caminar todo ese tramo. Ellos llegaron a las 10:00 y ese camino es muy malo.

 

Salustiano Leyva: Muy malo.

 

Comandante en Jefe: Tienen que haber llegado como dos horas después. ¿Usted ha visto la tarja que pusieron en el año 1947?

 

Salustiano Leyva: Sí, hombre.

 

Comandante en Jefe: Fue en el mismo lugar que desembarcaron.

 

Salustiano Leyva: En el mismo lugar.

 

Comandante en Jefe: Allí fue… como encontraron de noche esa playa, había podido llegar a la zona de costa rocosa, ¿verdad?

 

Salustiano Leyva: Allí… ese Marco del Rosario era práctico, porque ese Marco del Rosario estuvo aquí.

 

Comandante en Jefe: Ah, Marco sabía.

 

Salustiano Leyva: Marco sabía.

 

Comandante en Jefe: Ellos venían a este lugar.

 

Salustiano Leyva: Ese del Rosario, ese Marco del Rosario.

 

Comandante en Jefe: Usted era un muchacho que tenía 11 años cuando llegaron a las 12:00 de la noche. Usted se despertó y se levantó también.

 

Salustiano Leyva: Cómo que no, todos nos levantamos.

 

Comandante en Jefe: ¿Todo el mundo se levantó?

 

Salustiano Leyva: Todo el mundo se levantó.

 

Comandante en Jefe: Y por la mañana usted los vio, antes de irse.

 

Salustiano Leyva: Cómo no.

Comandante en Jefe: También. ¡A qué hora salieron ellos?

 

Salustiano Leyva: Ellos salieron de ahí como a las 3:00, una cosa así.

 

Comandante en Jefe: De la mañana.

 

Salustiano Leyva: De la mañana.

 

Comandante en Jefe: Entonces qué tiempo tuvieron ahí.

 

Salustiano Leyva: Bueno, durante que vinieron los que lo sacaron: Fernando y Silvestres.

 

Comandante en Jefe: Entonces tuvo tres horas o cuatro horas nada más en su casa. ¿Usted estuvo todo el tiempo ahí?

 

Salustiano Leyva: …todo el tiempo, todos levantados.

 

Comandante en Jefe: ¿Otros vecinos no los vieron?

 

Salustiano Leyva: No… no, aquí no los vio nadie.

 

Comandante en Jefe: Entonces los únicos vecinos que los vieron fueron ustedes.

 

Salustiano Leyva: Nosotros nada más… Nadie más los vio, así que quien le cuente de Martí, todo es mentira, porque aquí todo lo que meten es mentira, porque yo, ya hay quien dice que yo no sé nada de Martí, mira, allá arriba hay uno, pues que dice cuando Martí desembarco la mamá era una muchachita y él vio a Martí… Yo no sé por dónde lo vio. (Risas).

 

Comandante en Jefe: Oiga, es que siempre que ocurren estos acontecimientos históricos muchas gentes después se imaginan que vio y surgen muchas leyendas alrededor de todo eso. Pero todo el mundo sabe que usted sí lo vio, todo el mundo lo sabe. ¿Por qué usted dice que usted es hermano de Fidel?

 

Salustiano Leyva: Porque yo soy hermano del general Martí, y Fidel es hermano del general Martí, también porque él hizo las veces de Martí, Socialista, Comunista… y yo muero por Fidel, así como estoy que no puedo, arengado, si se ofrece, yo gateando camino.

 

Comandante en Jefe: ¿Pero usted no lo conoce?

 

Salustiano Leyva: Yo lo vi una vez.

 

Comandante en Jefe: Dónde lo vio.

 

Salustiano Leyva: Allá bajo, en la playa.

 

Comandante en Jefe: ¿A quién se parece?

 

Salustiano Leyva: Yo no me acuerdo bien a quién se parece.

 

Comandante en Jefe: ¿No sabe que a mí?, me confunden muchísimo con él.

Salustiano Leyva: Bueno, se parece. (Con cierta duda, ya que todavía le están realizando la graduación de la vista).

 

Comandante en Jefe: Cierto parecido, es por la barba y eso.

 

Salustiano Leyva: Sí.

 

Comandante en Jefe: Yo le voy a proponer una cosa, que lo lleven allá por Imías, que le traigan un oculista, que le traigan un oculista aquí para que le pongan los espejuelos, para que conozca a los amigos; se da cuenta, así que somos hermanos y usted no me conoce… (le dice cariñosamente) si yo soy Fidel.

 

Salustiano Leyva:(emocionado, ya con espejuelo) ¡Que tenga mucha felicidad, mucha prosperidad y mucha vida, que dure por lo menos 300 años!

 

Ya con espejuelos, Salustiano podía contemplar de nuevo su entorno natural y familiar, los paisajes de las serranías de Imías que siempre lo habían acompañado, junto a sus hijos y nietos, y los pobladores de Cajobabo.

 

Tras la retirada del Comandante en Jefe quedó el polvo levantado de los carros que transportaba la comitiva que había cumplido con creces con la historia. Allí quedó Salustiano, dos hermanos se habían acabado de conocer y a la vez de despedir, y el fantasma poeta rondaba orgulloso en aquel paraje histórico, allí quedó también la profecía de Salustiano… ¡Que tenga mucha vida y que dure por lo menos 300 años!

 

Hasta ahora se está cumpliendo, Fidel se ha comportado como un viejo caguairán, ha rebasado los infortunios que le ha reparado la vida, pero ahí está, ahí, ahí y seguirá ahí, por los tiempos de los tiempos, predestinado a convertirse en inmortal, que son los que rebasan el tiempo reivindicado por Salustiano. Porque su ejemplo y su obra es y será siempre en este universo y en los que están por revelar, eterno.

 

El 2 de septiembre de 1981 se enferma Salustiano Leyva de bronconeumonía y es hospitalizado con urgencia en Guantánamo, transcurridos 15 días, fallece el 17 de septiembre a la edad de 96 años.

 

El 16 de octubre de 1986, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz vuelve a visitar a Cajobabo, pero esta vez intervino en el Acto Nacional por el inicio de la aplicación masiva del Médico de la Familia y la Residencia de la Medicina General Integral, a solo unos metros de la Playita de Cajobabo.

Fidel en el Centenario de la Expedición Martiana

 

EL 11 de abril de 1995 se celebró en Cajobabo en horas de la mañana, el acto por el centenario del desembarco de Martí, Gómez y otros patriotas por Playita de Cajobabo, estuvo presente el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque y el miembro del Buró Político José Ramón Balaguer.

 

Pero por la noche, a la misma hora que desembarcara Martí y Gómez, hace acto de presencia su mejor discípulo, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Esa noche no es tormentosa, ni hay lluvia, pero son cerca de las 10 y 30 pm, con su traje verde olivo.

 

Caminando por las arenas gruesas de Playita de Cajobabo se encuentra ya el otro cubano universal para rendir homenaje a José Martí y a los expedicionarios que lo habían acompañado a la patria 100 años atrás.

 

En entrevista realizada esa noche en el escenario natural de Playita de Cajobabo, por Dr. Pedro Álvarez Tabío, director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, el propio Fidel le comenta al llegar a Playita de Cajobabo el sentido de lo que va a tener efecto allí esa noche:

 

“Yo he sentido un deseo especial de estar esta noche aquí a la hora de la llegada de Martí y de Gómez. Y quería esperarla con la bandera de la estrella solitaria plenamente independiente. Creo que es el homenaje más digno que se le puede ofrecer a aquel hecho histórico tan grande como el desembarco por aquí por Playitas.

 

“Esa es la emoción que sentía yo en el momento en que allí los esperaba con la bandera, y soñando con que esa escena la repitan siempre las futuras generaciones de siglo en siglo.

 

“Que sean iguales a las generaciones que las precedieron. En primer lugar, la generación que inició nuestra lucha por la independencia, y las generaciones que continuaron esa lucha, las generaciones que se enfrentan hoy a muy difíciles circunstancias para mantener en alto esa bandera y libre a la Patria. ¡Que sean como esas es mucho pedir, pero lo pedimos! ¡Que sean mejores es pedir más, pero lo esperamos!”

 

Luego de cinco años de aquel acto solemne y de tributo en enero del año 2000, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz confesaba que por Martí, él se había convertido en Revolucionario. “Lo que soy y lo que siento se lo debo más que nadie a Martí. Por él me convertí en revolucionario y su enorme influencia en mí durará hasta el último aliento de mi vida”.