El aporte de la finca de semillas radicada en Valle de Caujerí, municipio de San Antonio del Sur, sigue siendo sustantivo para el desarrollo de la agricultura urbana, suburbana y familiar en la provincia, si bien desde hace tiempo pasaron los mejores momentos de un colectivo que deslumbró por la variedad, cantidad y calidad de sus simientes. Ello cuando los recursos lo posibilitaban.
Pudiera bastar el resultado que aporta la reproducción de la lechuga Fomento-95 para corroborar la trascendencia vigente de ese centro, pero el aporte de simientes va más allá de la demandada reina de las hortalizas, ya que en los predios de esa finca también se desarrollan otras especies y variedades hortícolas y de granos, como la habichuela Cantón, quimbombó rojo e Inivit 2006, soya, maíz, frijol…
Pero la “niña de los ojos” de Guillermo Gudes Gamboa, director de la Unidad Empresarial de Base Agricultura Urbana San Antonio del Sur, es la lechuga Fomento-95, que madura imponente en una hectárea (ha) compacta para, en unas jornadas, quedar lista para su recolección y beneficio.
Su predilección por la lechuga se sustenta en el rápido crecimiento de esa planta, en el aporte de simientes y, consecuentemente, en los ingresos que aporta al colectivo por su venta, amén del valor nutritivo de esa hortaliza.
La lechuga aporta minerales como el potasio (ayuda en la función nerviosa y muscular), hierro (necesario para fabricar la hemoglobina, proteína de los glóbulos rojos), fósforo y calcio (mantienen nuestros huesos y dientes sanos). Las hojas de color verde intenso son las más ricas en vitaminas y minerales.
La hectárea existente en la finca debe rendir unas 300 libras de semillas, y una libra de simiente alcanza para sembrar una ha, asegura Gudes Gamboa. Entonces la cuenta queda clara. Con las simientes que se obtengan en la finca se pueden sembrar alrededor de 300 ha, cantidad suficiente para cumplir los compromisos de entrega a la Empresa Provincial de Semillas, abastecer al municipio y vender un excedente a otros necesitados, sobre todo, parceleros y dueños de patios, como es la intención del colectivo.
Esta lechuga Fomento-95 es más bien repollada, pero de hoja blanda. Se caracteriza, además, por ser resistente a la alta temperatura, lo que garantiza su buen comportamiento en estos meses de verano, tercia en el diálogo Jonás Matos Díaz, jefe de la finca, en la cual laboran otros seis trabajadores agrícolas.
Uno de ellos, Orlando Duvergel Diéguez, trabaja como boyero, aunque asegura que es multioficio, pues realiza la chapea manual y con azada, la siembra, recolección y beneficio de las cosechas, todo lo que haga falta en su momento, al igual que el resto de sus compañeros, entre quienes resalta Damaris Paumier Galano (única mujer), encargada de la casa de producción de posturas y en estos meses dedicada a otras tareas, mientras se restablece la cubierta de la instalación, destruida por el huracán Oscar.
“Ahora estoy cultivando la soya con el uso de los bueyes. Mientras tanto mis compañeros la limpian en el hilo con el azadón. Son necesarias ambas labores para su rescate y buen desarrollo, pues el enyerbamiento la asfixiaba. Cuando estaba pequeña, momento en que no admitía la limpia, le cayeron varios aguaceros y la yerba la ahogó. Pero ya ves, la estamos rescatando”, relata Duvergel Diéguez.
Colaboración internacional
Una contribución sustantiva, más bien determinante, en el desarrollo de la finca de semillas de Valle de Caujerí corresponde a los proyectos de colaboración internacional Resiliencia al cambio climático, de la agencia italiana de Cooperación para el Desarrollo, y MAS (Modelo Agroecológico Sostenible), de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El suministro de equipamiento para la producción y beneficio de las simientes, el otorgamiento de especies y variedades de semillas, más el asesoramiento en ambas tareas, constituyen aportes fundamentales de ambos proyectos, explica Jonás.
Mediante MAS -añade- recibimos una pequeña cantidad de semillas de ajonjolí para su multiplicación y la siembra de 10 ha en Valle de Caujerí, con el propósito de continuar propagándolas.
Auspiciado por ese proyecto también hemos asistido a diferentes encuentros nacionales sobre producción de semillas, amplía el jefe de finca y continúa: “Una cámara fría y un split se cuentan entre los equipos recibidos, los cuales están destinados a garantizar la preservación de las simientes”.
Según Jonás esos medios permitirán un mejor aprovechamiento de las semillas, la garantía de su conservación y poder extender sus ventas a pequeña escala a quien la demande. Será un aporte importante al avance de la agricultura urbana y familiar y a los ingresos del colectivo.
Está previsto, además, recibir otros medios como trilladora, beneficiadora de granos, zaranda (recursos que ya están en la capital del país) y sistemas de riego para unas seis ha, amplía el jefe del colectivo.
Matos Díaz afirma que ya recibieron implementos agrícolas útiles para su faena, como carretillas, mochilas, limas, azadas, machetes, rastrillos, botas, así como tanques plásticos y mantas para depositar las simientes.
El problema que más afectaba al colectivo, en ocasión de la visita de Venceremos, estaba en la inestabilidad con el suministro del agua, lo cual ya impactaba en el desarrollo de los cultivos y, por tanto, en la eficacia de la obtención de semillas.
En los últimos 15 días prácticamente no ha entrado una gota de agua, la que, de por sí, en los últimos tiempos recibimos limitada en su presión, puntualiza Jonás.
Ojalá más temprano que tarde tenga solución esa dificultad, pues pudiera lanzar por la borda el esfuerzo de los trabajadores de la finca, un sitio vital y de referencia en la provincia en el avance de la agricultura urbana, suburbana y familiar.