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Yaunier Durán Reyes profesor de geografía aEl profesor como faro, como guía en cualquier época, todavía con más luz en estos tiempos. Con ese sino se mueve la vida de Yaunier Durán Reyes, profesor de geografía por dos décadas y guía base de la escuela secundaria urbana Glicerio Blanco Lores, de Baracoa.

De casta, cuenta, le viene el magisterio: La madre, profesora de física; la tía titulada en historia. La decisión propia, que lo “movió” en plena adolescencia, también se explica por la vocación de servicio, por el saber que tiene algo que ofrecer de su sapiencia, de sus valores.

No se acomoda en su altura. No es la idea, ni la forma. “Trabajar con adolescentes es complejo. Es una etapa de cambio entre la niñez y la juventud, que requiere de conocimientos y de apoyo, y estoy aquí para ayudarlos a comprenderla y vivirla, de la mejor manera”, precisa.

La geografía, con su tendencia al movimiento, al cambio, la exploración y la aventura…, lo acerca a sus muchachos y muchachas. “Creo que me ayuda a pensar, un poco, como ellos, a idear actividades y proyectos que les interesen realmente, y los motiven, que es lo más importante”, abunda.

Sabe que la contradicción está planteada. Entenderla, reconocerla, también es parte del trabajo. Así lo ve: “Son momentos difíciles, en los que muchas veces entran en conflicto los sentires y intereses, de los adolescentes, de sus familias…, con lo que se enseña en la secundaria y lo que se vive día a día”.

En ese entramado, en el que no faltan las pasiones, su apuesta sigue siendo la educación. “Es lo que nos salva como seres humanos. Lo que nos da un camino, una guía, un pensamiento fortalecido para enfrentar la vida. Eso me motiva a ser mejor, a dar lo mejor”.

¿Cómo se acerca? ¿Cómo lo dejan acercarse?

Yaunier Durán Reyes profesor de geografía1Yo creo que debo ser maestro y amigo. Siempre he pensado, y lo aplico, que el respeto no se impone, se gana y es una calle de dos sentidos. Respeto a mis estudiantes, confío en sus acciones y ellos me respetan a mí, y confían en que siempre los llevaré por el mejor camino”, recalca.

Tiene los ojos abiertos. Sabe que eventualmente se equivocarán, y no resultará como espera: pero esa realidad, más que desanimarlo, lo alienta.

“El buen maestro, concluye, debe conocer a sus estudiantes, quiénes son, qué quieren. Saber qué pasa en la escuela y qué ocurre en la casa. Qué los mueve. Y trabajar a partir de ahí, apoyarlos en todos los sentidos y mantener la comunicación. Solo así es posible apoyarlos en su desarrollo”.

Volvería a ser maestro?

Lanzo la pregunta que, antes de mí, miles de periodistas ya le preguntaron antes a un millar de docentes quizás, porque en estos tiempos, cada afirmación es una victoria del alma sobre el tiempo y las carencias, una insistencia maravillosa.

Me dice que sí, como miles de maestros de corazón han respondido, a lo largo de los años, a periodistas como yo.