En Maisí, donde el agua siempre ha sido tanto bendición como desvelo, la inminente llegada del huracán Melissa coloca al municipio ante un nuevo examen de resistencia. Si bien ya no se habla de sequía en el extremo más oriental del país, la estabilidad del servicio hidráulico continúa siendo un tema sensible para la población, sobre todo en medio de un escenario meteorológico inestable y con lluvias que podrían prolongarse durante días.
De acuerdo con Yusnier Leyva Castillo, director de la UEB Acueducto de Maisí, el 98 por ciento de las fuentes de abasto del municipio son superficiales y solo el resto subterráneas. Esa característica vuelve al territorio particularmente vulnerable ante los eventos de lluvia intensa. El servicio de abastecimiento está detenido por la turbiedad en la fuente, explicó, subrayando que la prioridad inmediata es garantizar el suministro del líquido vital, destaca el ciclo de entrega por pipas cada veinte días aproximadamente.
En Maisí existen nueve reservorios de agua, todos listos para enfrentar las próximas jornadas. Sin embargo, la planta desalinizadora, que abastece a unas 1 125 personas, continúa fuera de servicio. La causa, piezas de repuesto extremadamente costosas y la ausencia, hasta ahora, de una fecha concreta para su llegada al país. No obstante, nadie está desprotegido, aclara Leyva. Esa planta es esencial porque ofrece agua limpia todo el tiempo, especialmente cuando las lluvias enturbian las fuentes naturales, por eso es importante su reparación.
La tradición local de recolectar agua de lluvia ayuda a sortear parte de la emergencia, pero el municipio no se confía. Las autoridades mantienen la protección de sectores vitales como hospitales, escuelas y otros centros sociales, reforzando los depósitos y garantizando cloro para el tratamiento del agua. Se han recibido mil litros del desinfectante, de los cuales 300 se reservan y el resto se distribuye de manera preventiva.
El contexto provincial no es menos complejo. Guantánamo ha experimentado, en apenas meses, un giro drástico, de la sequía persistente a un incremento notable de las precipitaciones. Ese cambio de patrón, acentuado por la formación de tormentas tropicales en el Caribe, impone nuevos retos al sistema hidráulico y sanitario. Donde antes el problema era la escasez, hoy la amenaza es la contaminación y el estancamiento de las aguas.
Consciente de ello, el sistema de Salud Pública en Maisí refuerza las labores de saneamiento. La limpieza de alcantarillas y la eliminación de escombros se realizan con urgencia, no solo para prevenir la proliferación de mosquitos y roedores, sino también para evitar acumulaciones de agua que podrían agravar los efectos del huracán. Las estaciones de bombeo de Maya y La Vieja presentan roturas, pero ya se espera la llegada de las piezas necesarias para su reparación.
Más allá del parte técnico, la situación revela una realidad, la infraestructura hidráulica en Guantánamo, y en especial en sus municipios montañosos y costeros, necesita modernización.
En Maisí, el agua no es solo una cifra en los partes meteorológicos; es una cuestión de supervivencia. Entre los vientos que anuncian a Melissa y la calma tensa que antecede a cada lluvia, los maisienses siguen haciendo lo que mejor saben, resistir, prepararse y confiar en que la previsión y el trabajo colectivo vuelvan a ser, una vez más, su mejor defensa.