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portada melissaPasadas las 5:00 de la madrugada del miércoles, cuando el estallido de un artefacto junto a su cama la despertó, Ruth, sin entender lo ocurrido, se lanzó “descalza a correr en la oscuridad, sobre el piso frío”, refiere la joven. A esa hora, en la urbe guantanamera parecían más fuertes los vientos del huracán Melissa.

La ciudad estaba protegida, e inmuebles adentro había insomnio. Pero Ruth, una de las 26 embarazadas que, para protegerlas mejor la habían trasladado del Hogar Materno a la Escuela de Danza, de la urbe, dormía, ajena al rugido meteorológico.

Sucedió que, disparada por una racha del huracán, una de las ventanas del cubículo donde pernoctaba se proyectó contra el piso junto a su cama, y obedeciendo al instinto, la muchacha emprendió la carrera entre la penumbra y el viento.

El agua y el viento empezaron a entrar por la brecha en el sitio, donde había otro grupo de mujeres gestadas. Menos mal que el estruendo no paralizó a las enfermeras de guardia ni al personal de turno. Elsa, Irene María, Yoel, Enrique, el director, “el ruso de los moñitos”, los trabajadores de servicio; en fin, todos, “reaccionaron rápido”, relata la doctora Madelín Espinosa Jiménez.

Desafiaron el vendaval, y el traslado de las embarazadas hacia el cubículo contiguo se hizo de manera rápida y exitosa. Sin embargo, después del amanecer, a Ruth le dolía la cabeza. “La presión arterial estaba normal”, agrega la doctora; “entonces le suministramos un calmante, y la molestia empezó a ceder. Pero seguimos vigilando su evolución”.

El síntoma luego reapareció, dice Madelín. La tensión de la joven había subido. Se activaron entonces los protocolos, a pesar de que en ese momento la comunicación era casi nula. Poco después, este periodista pudo ver cómo un auto del Consejo de Defensa en el territorio condujo a la paciente hacia el Hospital Provincial Doctor Agostinho Neto, donde fue atendida con prontitud.

Para en tonces los parámetros de presión estaban normales. No obstante, refirió el ginecobstetra Cleider Martínez Frómeta, “ella permanecerá bajo el cuidado de la institución.

Hasta el momento no existe riesgo de preclampsia ni de otra complicación, pero la observaremos. “El sustico te alteró”, le dijo el galeno a Ruth, quien le había adelantado a la prensa una confesión: “De embarazo tengo 21 semanas, el sexo del bebé todavía no está definido, pero si es hembra se llamará Melissa”.