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mujeres guantanamerasFoto: Lorenzo Crespo Silveira

Cuando se declara dueña de sí misma en esta tierra, en este instante, ella sabe que ejerce la autonomía de su cuerpo. El gesto airoso no es, sin embargo, únicamente una graciosa manifestación física de sus gentiles atributos.

Se reconoce libre como sujeto económico, que contribuye a la reproducción de los medios de subsistencia y de la sociedad; como ser social con iguales deberes y derechos; como individuo que puede determinar cómo cumplir su rol de concebir o no los hijos.

Por eso, al celebrar este 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, la guantanamera y la cubana mezclan en su actitud el agradecimiento y el legítimo orgullo de su condición, conseguida y ratificada, porque hay una Revolución en su Patria y dentro de su propia organización femenina, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

Tal vez ni siquiera sea necesario ella afirme cada vez su sabiduría profunda: el motivo y la fuerza primera la imprimieron a sus ansias de liberación la valía y la decisión con que Fidel y Vilma enfrentaron el reto de hacer con la mujer una Revolución dentro de la Revolución.

La base y origen de este nuevo ser que es ella en Cuba está en el pensamiento humanista, de igualdad entre las personas, de solidaridad social impulsada por el líder histórico de la Revolución y por la presidenta eterna de la FMC que las integró para ese propósito de justicia y redención.

Es un camino pleno de acciones transformadoras mediante una constante acción participativa que ha recogido frutos de educación escolar y profesional, cultural y social para acceder al lugar que le corresponde en la estructura del entramado social.

La membresía de la FMC ha estado en el vórtice de los sucesos para eliminar la herencia tenaz de la desigualdad social o racial, la exclusión y los prejuicios de género.

Sin embargo, la propia protagonista advierte que no basta ser hoy, ya siendo de hazaña, de las 48 de cada cien entre los científicos cubanos, al igual que de los trabajadores no estatales, ni 65 de cada centenar de estudiantes universitarios.

Sigue presente y necesaria, en las actuales transformaciones del modelo económico cubano, la misma guía y dirección que marcó las fundaciones de los nuevos caminos de la mujer, en ese empeño de preparación y desempeño en la vida.

Todavía ellas tienen ante sí el desafío de crecer su ofrecimiento e integración al trabajo socioeconómico, y ascender más jóvenes a la organización y a sus cargos desde la base, sumando sus ímpetus, ideas y propuestas a las de las veteranas.

Tampoco sin ellas, imprescindibles puntales de la familia, y tal vez únicamente si participan con su sensibilidad, intuición y conocimiento, será posible atender a los temas de imprescindible impacto social, como evitar el embarazo en la adolescencia y rechazar el uso y consumo de drogas.

Así, desde dentro de sus propios hogares, y a través de las casas de Orientación a la mujer y a la familia, las federadas intervienen en la lucha contra el Aedes aegypti y en el autofocal familiar, entre otras tareas de urgencia.

En este día a día ha crecido y lo seguirá haciendo la mujer guantanamera y cubana.