El aula entre las pasiones de la profesora titular de la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo
Anselma Betancourt Pulsán (Guantánamo, primera primavera tras la llegada de la Revolución Cubana al poder) está tan segura hoy como entonces.
Eran los difíciles años 90 cuando declinó la oferta de trabajo del Instituto de Investigación de Biomedicina Mack Planck, de Buenos Aires, Argentina, con entorno de primer mundo y de donde han salido premios Nóbel en especialidades afines a la suya.
“Ninguna cosa que me ofrezcan o me den es más importante que mi Universidad de Ciencias Médicas, mi Guantánamo, mi Cuba”, dice ella.
Recibe con familiaridad al periodista en su hogar del barrio Norte de esta ciudad, en un espacio ambientado sonoramente por el barroco italiano de Albinoni y, en un sitio eminente de su sala, con la estatuilla La Fama, el Símbolo de la Ciudad, entre imágenes familiares y objetos que relacionan con creencias ancestrales.
Fácil se pasa en el diálogo de sus dos años de Maestría en Valencia, España, múltiples viajes a conferencias, congresos y otros eventos en varias grandes capitales, otras seducciones, y siempre volver con sencillez al terruño.
Enseguida se instala en la conversación de la Doctora en Ciencias el tema de los jóvenes y la investigación científica en el territorio más oriental de la isla de Cuba. Aquellos y esta son principales beneficiarios de la obra de esta mujer, cuya principal dedicación es prevenir el alcoholismo, el consumo y dependencia de otras drogas y de la violencia concomitante.
La profesora e investigadora ha tenido que rendir incomprensiones con conocimiento, voluntad, talento y resultados. Se han impuesto las altas miras sociales de su autoridad en esas y otras materias de la ciencia médica.
Su pueblo y su órgano local de gobierno reconocieron a la doctora Anselma entre sus más ilustres hijas. En sesión solemne le entregaron La Fama el 30 de noviembre de 2004, por su contribución al desarrollo de la Villa que este año cumple 145 de haberle sido dado tal título por la entonces metrópoli española.
“Amo entrañablemente mi ciudad, por eso ningún estímulo me da más orgullo que el recibido del pueblo donde nací, he vivido y trabajado”, dice, al hablar sobre el hecho, la profesora titular de la Facultad de Ciencias Médicas de Guantánamo, especialista de segundo grado en Fisiología y Doctora en Ciencias de la Salud (Escuela Nacional de la Salud Pública, 2010).
Reitera que prefiere a cualquier otra consideración su condición de trabajadora de la Salud Pública cubana, como profesora e investigadora en Guantánamo. En este 2015 fue reconocida en la localidad con el Premio al Mérito Científico, por la obra de toda la vida. “Pero no soy una aldeana vanidosa”, reflexiona martianamente, y cita indirectamente la poética de Boti: “Nada como el natal terruño”.
Doctora en Ciencias de la Salud Anselma Betancourt Pulsán
¿Qué la motiva?
He hecho mucho y grandes amigos que conservo en todo el mundo, gente de mucho prestigio intelectual y humano que quiero y respeto mucho.
Pero sobre todos están mis compañeras y compañeros del departamento de Ciencias Fisiológicas y Colectivo de Fisiología, de la universidad médica guantanamera, de la que he sido siempre trabajadora, desde que comencé a trabajar en ella, en 1986, aunque fui docente inicialmente en Santiago de Cuba, donde me gradué en 1983.
Ellos, nosotros, somos como una gran familia. Gracias a ellos he podido estudiar, viajar, porque cubren mis turnos de docencia mientras investigo y amplío mi formación.
Les debo mucho a mis alumnos, porque me hacen sentir y me obligan a ser eternamente joven. Esa es una de mis grandes satisfacciones.
Aquí nací, me crié, crecí… Para ser lo que soy, ¡mucho les debo a Dios, a la Virgen de la Caridad, a mi madre Adela, a mis tías Flora y Elba Lidia, a mi padre José…! Me apoya en todo mi esposo Yulian González Pérez.
Todos ellos me motivan.
¿Otras consideraciones?
Aprecio el desarrollo de la cultura general como aporte al bienestar del ser humano. Disfruto las buenas lecturas: García Márquez, Víctor Hugo, Jorge Amado, Martí, Galeano, novelas históricas, la historia como tal, la poesía… Disfruto la pintura y la escultura, aunque no tenga talento ni habilidades para ejecutar estas y otras artes visuales.
Aunque no soy buena bailadora disfruto la cadencia sonora de la música tradicional cubana, la trova, el son, el changüí, el quiribá.
Las mejores obras de la literatura, el gusto por las obras artísticas y la belleza son también buenas para la salud, estoy convencida, porque proporcionan que uno se sienta bien mental y espiritualmente.
Por eso me vinculo a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) aquí, y ayudo a organizar cursos de las relaciones entre el arte y la medicina para profesores y alumnos de las ciencias médicas.
¿Cuál es su compromiso con la prevención del alcoholismo?
La prevención del alcoholismo en jóvenes fue mi tema de doctorado y en el que investigo durante más de 30 años, con diversas publicaciones especializadas, tanto en Cuba como en el extranjero, y colaboraciones con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y otras organizaciones y colectivos.
En libro tienen mi autoría ¿Consumiendo el futuro? (Comité Nacional de la UJC, Ciudad de La Habana, marzo, 2004), Porque creo en Alcohólicos Anónimos (Editorial A & A. Comercializadora Mexicana JLA S.A. de C.V. Abril 2005), Drogas y.... (Editorial El Mar y la Montaña, Guantánamo, marzo, 2008), y Prevención de alcoholismo en jóvenes (Editorial Académica Española, septiembre, 2012), y más de una docena de artículos en revistas especializadas.
Creamos la primera cátedra de prevención de la drogodependencia en Guantánamo en 2001, y hemos realizado charlas, conferencias, talleres y otras intervenciones. Tenemos un vínculo sostenido desde hace mucho entre mi centro y las estructuras del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) en el territorio.
También me he acercado fructíferamente a la experiencia de la organización internacional Alcohólicos Anónimos, que contribuye a que muchas personas retornen a ser sobrias.
Sobre todo nos hemos enfocado en el hecho y la consideración de que si bien el alcoholismo en particular y la drogodependencia en general no son un problema de salud en Cuba, sí se trata de una enfermedad social que hay que tomar en cuenta por su incidencia y asociación con la violencia, los accidentes laborales y de tránsito, contrariedades para el normal desarrollo de la niñez, la adolescencia y la juventud, y otros.
¿La ciudad y tú?
Sí. Creo que he ayudado personalmente a mi ciudad, pero no es mérito personal. Ha sido posible por la ayuda de mis familiares y compañeros. Mis logros se deben al ejemplo práctico de trabajo y humildad que me han dado ellos, a su tenacidad y firmeza: todo se puede lograr con laboriosidad y constancia.
De la ciudad, de sus gentes me han venido los honores: la Orden Ana Betancourt, del Consejo de Estado, a propuesta de la FMC; la Lázaro Peña de Segundo Grado, propuesta por la Central de Trabajadores (CTC); Por la Educación Cubana, y otras, de diversas instituciones.
A todas les doy mucho aprecio, pero La Fama es la más querida.
Estos guantanameros son una escuela por ser solidarios, comprensivos, unidos, responsables, afanosos, capaces de hacer varias cosas a un tiempo, con la cultura del detalle, esa ética de estudiar y trabajar no por teque ni que digan bien de uno, sino por respeto sí mismos.
Ese es mi orgullo.