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columna abiertaUnos años después de haberse jubilado del trabajo activo, al guantanamero Juan Megret Chararán, se le presenta la posibilidad de reincorporarse a la vida laboral, al entrar en vigor en el país un nuevo Decreto, que modificó aspectos esenciales del reglamento de la Ley de Seguridad Social en el país.

Fue así como el experimentado mecánico de implementos de un taller del Ministerio del Azúcar al que dedicó casi toda su vida, se empleó en el Cuerpo de Vigilancia y Protección de la escuela pedagógica José Marcelino Maceo Grajales, donde laboró como custodio durante ocho años consecutivos.

Todo bien. Bien, hasta el día en que, por cuestiones de salud y de edad, puso fin a ese contrato e inició un nuevo trámite, pues según los procedimientos vigentes, tiene derecho a un aumento de la pensión que ya recibe como jubilado.

Y fue ahí cuando el anciano supo de lo que es capaz de generar en impotencia y amargura, el irrespeto, la falta de orden y exigencia para brindar un servicio eficiente al pueblo, como tanto insiste la dirección del país y tanto se incumple en el momento y lugar de la verdad.

En carta enviada a la dirección de este semanario, el anciano, vecino del edificio 244, apartamento 3141-C, en el reparto residencial Caribe, en la ciudad de Guantánamo, explica su problema.

''Va a ser un año ya desde que presenté, y fue admitido, mi expediente en la oficina de Seguridad Social, ubicada en la calle Calixto García y 3 Sur, para el aumento de mi chequera. Después de un mes de iniciado el proceso, llamaba e iba a ese lugar casi semanalmente y siempre me decían lo mismo, que tenía que esperar'', dice textualmente.

Esperó un tiempo y volvió a la carga a reclamar que se concretara su derecho. Y sucedió que ''parece que para salir de mí, me mandaron a ver a una funcionaria o especialista en una oficina de la dirección provincial de Seguridad Social, en Beneficencia entre Bernabé Varona y Pintó'', relata Megret Chararán en su misiva.

En sus tantas idas y regresos de esa institución, tenía que seguir esperando. ''Por un lado, a la especialista que, cuando no estaba enferma, estaba de vacaciones y nunca ha podido verla. Por otro, l documento aprobatorio, que viene de La Habana, pero no acaba de llegar'', refiere la carta.

''Lo que a mí más me molesta, añade Juan, es que además de la demora, no te dan una respuesta concreta, es un ve para allí, y ve para allá, sin tener en cuenta las dificultades con el transporte y que quienes realizamos este tipo de trámites somos personas de la tercera edad'', apunta en su queja el viejo Juan.

''Me siento como enredado en la pata de los caballos y sin esperanzas de salir rápido y felizmente de ese martirio de la espera, provocado por la condenada burocracia, que tantos disgustos causa a la gente'', expresa finalmente.