Relatar una historia contada varias veces es complicado para cualquier guionista o director, y si esa historia es sobre el holocausto provocado por el fascismo alemán durante la II Guerra Mundial le agrega un plus de dificultad. Jonathan Glazer tuvo la audacia de dirigir una película sobre el oscuro tema de una forma novedosa que le permitió ganar el Óscar a Mejor Filme Extranjero. Zona de Interés reaviva los horrores de esa época de la forma más grotesca posible y cargada de introspección para el espectador.
La cinta sigue a Rudolf Höss un hombre casado que vive con sus hijos, esposa y algunos trabajadores. El largometraje explora el día a día de Rudolf y su familia, es a ojos ciegos la trama central. Con el avance del filme el espectador nota quejidos provenientes de la fábrica adyacente y es cuando comprendemos que Höss es el director del infame campo de concentración de Auschwitz, escenario de lo peor de la naturaleza humana.
Glazer trae una metáforma en forma de película. Una familia que busca construir una vida idílica justo al lado de uno de los horrores de la humanidad, es un recuerdo de nuestra indiferencia hacia hechos que hoy siguen ahí, aunque no queramos verlos. Para el final de la película se nos guarda una escena desgarradora, el mismo campo de exterminio convertido en museo, con ropas de reclusos detrás de cristales, simplemente una exhibición del horror.
Llevar esta clase de películas es un trabajo conjunto que busca entrelazar todos los aspectos que logren centrar al espectador en la naturaleza del metraje. El juego de colores y sonidos que Glazer utiliza le permite mantener una escenografía casi surrealista con sonidos inquietantes por momentos que colocan al público en un estado de incomodidad constante.
El paisaje sonoro que presenta la película a cargo de Tarn Willers y Johnnie Burn, ganadores a mejor sonido en los Óscar, nos crean un estado de inquietud en contraposición con la fotografía que nos brinda Lukasz Zal, supuestamente pacífica con una paleta de colores suaves y ligeros. El enlace entre lo incómodo y lo pacífico crea un escenario surrealista donde el espectador se preocupa e interesa por la familia Höss, hasta comprenden de su labor en la maquinaria nazi.
La cinta de Glazer, rica en elementos visuales y técnicos, demuestra que en ocasiones una buena historia respaldada con un director creativo y un equipo comprometido es suficiente para resaltar entre una industria tan comercial. Una historia que conmueva es un reto, pero crear una que evoque un estado de introspección, es donde se nota la naturaleza de un director talentoso.
Poco puede hacer la opinión de este redactor para elevar el filme más de lo que ya fue. La industria del cine pocas veces trata este tipo de películas con el respeto que se merece y esta vez Glazer se fue entre lauros. El galardón del Óscar a Mejor Filme del Año que levantó Christopher Nolan y su cinta Oppenheimer bien pudo ganarlo Glazer en mi opinión, pero sin duda el 2024 elevó con creces la calidad de las películas en comparación con años anteriores, y cito el famoso meme, en efecto, es cine.
Lo cierto es que Zona de Interés nos trajo algo fresco y novedoso, distinto a la forma clásica de tratar el holocausto, con respeto a La Vida es Bella y La Lista de Schindler, esta es una obra maestra sacada de las pinceladas del director a la novela homónima de Martin Amis, y cierra con una premisa fundamental, todo crimen por muy horrendo se gana nuestra indiferencia si pasa el tiempo suficiente. Da que pensar.