Imprimir

Evaluar la calidad del agua tiene como objetivo fundamental establecer los parámetros mínimos para conocer si un agua es apta o no para el riego. Su uso por los diferentes organismos estatales y no estatales relacionados con la agricultura, permite tomar medidas encaminadas a obtener mayores rendimientos y por otra parte conservar y mejorar la calidad de los suelos agrícolas.

¿Cómo evaluar la calidad del agua?

Basta con tomar muestras, pero siguiendo determinadas reglas: ella debe extraerse del centro de la fuente de abasto para evitar contaminación. Debe ser en un pomo limpio con una capacidad de 500 ml. Después deben llevarse al laboratorio de inmediato, y de no ser así ponerla en refrigeración no más de 72 horas, para evitar la evaporación del agua y así la concentración de sales.

Se debe muestrear 2 veces al año. Uno en época de lluvia y otro en época de seca, ya que en ambas estaciones del año la calidad del agua puede variar significativamente.De acuerdo a la NC 1048:2014 “Calidad del agua para preservar el suelo. Especificaciones”, la evaluación valora indicadores técnicos de su composición que determina la clasificación y posibilidades de uso de la misma en tres categorías: Superior (Calidad I), Primera (Calidad II) y Segunda (Calidad III).

Los indicadores a evaluar serán conductividad eléctrica o conductancia (dS.m-1), Sales solubles disueltas (mg.L-1), RAS ajustado (mmol.L-0,5), salinidad efectiva (mmol.L-1), concentración de Na+1 (mmol.L-1), concentración de Cl-1 (mmol.L-1), concentración de B (mg.L-1), concentración de carbonatos residuales (mmol.L-1) y porcentaje de Mg2+ (%).

 De no haber coincidencia en la valoración particular de todos los indicadores, la estimación general de la calidad del agua la decidirá en primera instancia la sensibilidad particular del cultivo a los iones específicos (Na+, Cl-) y en segundo término, la evaluación de la conductividad eléctrica.