Imprimir

DrogasPodría parecer perogrullada repetir que un terrible flagelo, cual fantasma, recorre y cala de forma más creciente, y cada vez menos oculta, a la sociedad cubana: el consumo de drogas.

El Gobierno de Cuba tiene Tolerancia Cero en el enfrentamiento al uso indebido y tráfico ilícito de las drogas y en esa batalla con la participación de varios organismos se realizan ejercicios mensuales de la operación “Contra las Drogas se Gana”, para abordar el asunto en las comunidades.

Crecen el número de plenarias en barrios y centros educacionales; las inspecciones en centros nocturnos; y las acciones de la Agricultura y el Ministerio del Interior para detectar y erradicar el cultivo de marihuana en nuestros campos; mientras Salud Pública tiene diseñado un sistema para el control de los medicamentos en hospitales, policlínicos y farmacias, y las falsas prescripciones.

También aumentan las operaciones del orden interior contra la venta de estupefacientes y la acción contra los comisores de hechos delictivos relacionados con las drogas, de conformidad con la política penal y penitenciaria establecida por el Tribunal Supremo Popular.

Pero aún así hay consumo, tanto de las mal llamadas blandas como de las prohibidas por la ley, con acento en los cannabinoides sintéticos (químico), cuya detección se dificulta por la diversidad de formatos en que son utilizados para su comercialización: retazos de papel, picaduras vegetales, condimentos, cigarros electrónicos… en los que se impregnan las sustancias adictivas.

Datos expuestos en reciente reunión de la Comisión provincial de prevención y enfrentamiento a las drogas, presidida por Oscar Silvera Martínez, ministro de Justicia, alarman: la edad promedio de adolescentes que se acercan a las drogas está entre 13 y 14 años y la cifra mayor de consumidores se concentra hasta los 45 años de edad.

En Guantánamo los casos detectados en centros educacionales señalan secundarias básicas y politécnicos, aunque no escapan de este mal los preuniversitarios y también las universidades.

Los estudios sobre consumo y comercialización apuntan los cannabinoides sintéticos como las más usados por ser más baratos incluso que las bebidas alcohólicas

El consumo de drogas no llega solo, a él se asocian actos violentos, robos y otros delitos, y sobre todo mucho sufrimiento de las familias y no solo de aquellas etiquetadas como disfuncionales.

El enfrentamiento al flagelo es una guerra de todos para crear verdadera cultura de rechazo a las drogas y en ello juega un papel vital la información.

En las plenarias estudiantiles y laborales y en las audiencias de barrios debe lograrse mayor participación juvenil, e intervenir con consejos quienes han sido víctimas de las adicciones, que narren sus dolorosas historias de vida y muestren como lograron recuperarse y alejarse de las garras de ese maleficio.

Los medios de prensa, las redes sociales digitales y comunitarias por su parte, deben informar más al respecto, para que las familias conozcan del trabajo del personal médico especializado en los centros de salud mental, los policlínicos, en el hospital psiquiátrico “Luis Ramírez López”, así como de la valía y el valor de la Línea Confidencial Antidroga y de asociaciones como Alcohólicos Anónimos.