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cirugia fDonar un órgano de un ser querido que ha fallecido trasciende la ciencia y se adentra en el corazón de la solidaridad humana.

El comentario nos viene hoy desde Villa Clara, pero es común para el Sistema médico asistencial cubano. Parte del primer trasplante renal de este año en esa central provincia, pionera desde 2001 del procedimiento, con un historial de más de 500 trasplantes.

El Dr. Yuniel González Cárdenas, especialista de Primer Grado en Medicina General Integral y Segundo Grado en Nefrología, y coordinador regional de donación y trasplantes, señala que el servicio villaclareño extiende su alcance a Cienfuegos, Sancti Spíritus y el municipio de Colón, en Matanzas, consolidándose como eje central para la atención renal.

Las cirugías de trasplante, explica, son procedimiento de alta complejidad y requieren de un esfuerzo prolongado, tanto físico como logístico, y un consumo de recursos considerablemente mayor al de operaciones convencionales.

Sin embargo, su finalidad es profundamente humana: ofrecer una nueva oportunidad a quienes luchan contra la insuficiencia renal. A nivel mundial, el costo de un trasplante de riñón se estima de 40 mil a 70 mil dólares.

Esos procedimientos en la región central cubana se logran con una supervivencia postoperatoria comparable los estándares nacionales e internacionales más exigentes, alcanzando una tasa de éxito del 85 por ciento, tras el primer año de la cirugía.

A pesar de los logros, el camino no está exento de obstáculos, pues el bloqueo económico, comercial y financiero impacta de manera negativa en el desarrollo de la especialidad, impide la adquisición de insumos médicos, reactivos para estudios de diagnóstico y medicamentos esenciales, incluyendo antibióticos de última generación.

La dependencia de la importación desde Europa y Asia se hace imperativa, dada la imposibilidad de acceder a suministros del mercado estadounidense, debido a tales sanciones imperiales, detalla el entrevistado.

El éxito de cada trasplante es, en esencia, un tributo al gesto altruista de las familias que cuando un ser querido enfrenta la muerte encefálica, consentir la donación de sus órganos se erige como un acto de profunda sensibilidad y amor.

La decisión para salvar a un ser humano que lo necesita constituye un vínculo indescriptible, una forma de trascendencia en la que una parte de quien partió continúa en otro cuerpo.

Es un paso que conmueve por su inmensidad, por su capacidad de transformar el dolor en esperanza.

En esta ocasión, Ianisbel García Martínez, quien por cuatro años recibió hemodiálisis, experimentó el renacer tras el trasplante, y conmovida agradeció a Dios y al equipo médico que hizo posible esa intervención. “Es una nueva oportunidad para vivir”, expresa con emoción.

“Depender de una máquina que filtre tres veces a la semana tu sangre, la limpie de toxinas y la devuelva al cuerpo para que este aguante tres días más, hasta la próxima sesión, es, cuando menos, agotador.

“Solo quien ha vivido o tiene un ser querido en ese proceso, sabe que junto a la alegría de un día más, hay dolor, cansancio, estrés y miedos, muchos miedos”.

Estrella Martínez Guevara, madre de Ianisbel, compartió la larga lucha por la mejoría de su hija y explica: “Llevamos muchos años luchando”.

“Agradezco a los galenos por su dedicación en medio de tantas dificultades y de manera muy especial, a los familiares del donante, su generosidad nos ha devuelto la esperanza y han salvado una vida”.

Cada uno de estos casos representa una historia, un testimonio del poder de la ciencia, unida a la más pura expresión de la solidaridad humana. Hacemos Revolución.