Imprimir

trump cansadoSi se hace un análisis de los datos estadísticos relacionados con el actual presidente de los Estados Unidos, se podría concluir que el magnate devenido en mandatario, por segunda ocasión, enfrenta números rojos que dicen mucho de su gestión.

Podríamos empezar por una de sus medidas más controvertidas, la “guerra contra el narcotráfico en aguas del Caribe”, esa mentira que ni por ser repetida hasta el cansancio ha logrado engañar a la opinión pública mundial, ni siquiera a la del pueblo estadounidense.

En este momento, cuando la escalada contra Venezuela nos lleva a pensar que una intervención gringa en ese territorio podría ser inminente, es normal que varias encuestadoras pregunten a los estadounidenses su opinión al respecto. Cerca del 90% de los compatriotas de Trump considera que la nación suramericana no es una amenaza para los Estados Unidos, pese a que el secretario de Estado, Marco Rubio, y varios medios de ese país insisten diariamente en el peligro de Venezuela para el imperio más grande del mundo.

Pero este no es el único dato que ilustra las desproporciones presupuestarias de la actual administración. Estudios independientes —pues el Pentágono es bastante cuidadoso con estos datos— señalan que mantener el portaaviones USS Gerald R. Ford, ese que amenaza la seguridad de toda la región, le cuesta a Estados Unidos un promedio de 6 millones de dólares diarios, teniendo en cuenta salarios del personal, combustible de la nave y de las aeronaves. Se cree que cada vez que un avión despega del Gerald R. Ford se gastan entre 40 mil y 50 mil dólares.

Y eso es solo en el portaaviones. Recordemos que frente a las costas de Venezuela Estados Unidos ha desplegado entre ocho y doce buques de su armada, según The New York Times. Así que saque usted sus propias conclusiones sobre el costo diario de esta operación. Esto sin contar los gastos en bases en tierra y arrendamientos de espacio en República Dominicana, un país que se ha plegado a esta peligrosa maniobra imperial.

Es mucho dinero, sin dudas. Tal vez, solo tal vez, con un poco de voluntad política se hubiese podido emplear para ayudar a los cerca de 35.9 millones de estadounidenses que en 2024 se encontraban por debajo del umbral de la pobreza; de ellos, el 14.3% son niños, según el Congreso de EE.UU.

Y como si esto no fuera ya alarmante en un país que se considera paradigma para el mundo y con el derecho de imponer sus ideas, incluso al precio de la fuerza y con costos exorbitantes, pese a las promesas electorales de Trump y los informes de la Casa Blanca que dicen lo contrario, los estadounidenses sienten que la inflación se ha disparado en los últimos meses. Tal vez tenga relación con la “super guerra arancelaria”, pero lo cierto es que esto ha provocado que el nivel de desaprobación de Trump supere el 60%, según un sondeo de USA Today.

Otros factores que influyen en esa drástica caída son las políticas relacionadas con la seguridad nacional, el trabajo y la economía, los impuestos y la inmigración, según The Economist.

Nada, que la prometida prosperidad de Trump no es para todos, sino para un reducido segmento que sí ha engrosado considerablemente sus fortunas. Por eso no es alarmante que en medio de este adverso contexto, la actual administración haya impuesto nuevos requisitos para las personas que pueden ser elegibles para programas que los ayudan a cubrir facturas de sanidad, como el popularmente conocido Obamacare.

También se han pausado miles de millones de dólares que estaban destinados a investigaciones en el área de la salud. Así lo reflejan noticias como la publicada a inicios de año en CNN, que informaba que los departamentos de salud pública estatales y locales se preparaban para que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades retiraran unos 11,400 millones de dólares en subvenciones. O la difundida por NBC en abril, que anunciaba fuertes batallas legales a raíz de la decisión de la administración Trump de cancelar una oleada de subvenciones de investigación en grandes instituciones privadas como Johns Hopkins y la Universidad de Princeton.

Y esto es solo en lo referido a la política interna. No se pueden obviar las medidas similares vinculadas a los compromisos de Estados Unidos con organizaciones mundiales.

También se podría mencionar la crisis que provocó el cierre del gobierno más prolongado en la historia de esa nación, con graves consecuencias para los trabajadores y la implementación de políticas, o las constantes protestas en importantes ciudades que evidencian el malestar de los ciudadanos con las políticas del “rey”, como despectivamente catalogan a Trump.

Pero evidentemente esto no es suficiente, o no es prioridad, y Trump prefiere gastar millones en armas, fuerzas y amenazas. Está dispuesto a bañarse en sangre para forcejear por una hegemonía que va perdiendo desde adentro.

Tomado de Cubasi