¡Hola, amigos de Contigo! Gabriela Lozano Montoya, amiga y seguidora de este espacio, nos escribe desde la Universidad de Oriente. Ella nos comenta que su sabor favorito de helado es la vainilla; sin embargo, no está segura de la procedencia de esa especia. ¿De dónde se obtiene? ¿Cuál es su historia?
Este es un ingrediente que ha conquistado los corazones y paladares de millones, no solo de Gabriela. Su exquisita orquídea es conocida por su aroma dulce y su gran variedad de utilidades.
Desde su uso en la repostería hasta su aplicación en perfumes y productos de belleza, es un tesoro en el mundo de la gastronomía y la cosmética. Además, posee propiedades antioxidantes y antinflamatorias, lo que la convierte en un aliado para la salud. Pero, ¿sabían que su historia está marcada por el ingenio de un niño esclavo? Aquí les contamos sobre el descubrimiento que revolucionó su producción.
Edmond Albius, un niño esclavo, descubrió su secreto. En 1841, tenía apenas 12 años y vivía en la isla de Reunión, en el océano Índico, de donde había sido traído desde su natal Madagascar. Sin educación formal y bajo el yugo de la esclavitud, logró desarrollar una técnica innovadora para polinizar orquídeas vainilla de manera rápida y eficiente, enigma que había desconcertado a muchos botánicos de la época.
La historia comienza en la década de 1820, cuando colonos franceses introdujeron las cápsulas de vainilla en Reunión y Mauricio, desde México. Sin embargo, pronto se hizo evidente que ningún insecto en la región podía polinizar las orquídeas vainilla, a diferencia de México, donde las abejas silvestres cumplían esta función. En los años 30, el botánico belga Charles Morten intentó crear una técnica de polinización manual, pero era un proceso laborioso y poco práctico.
Fue entonces cuando Albius, con su ingenio natural, utilizó hojas de hierba o finos trozos de madera para levantar la tapa de la flor y doblar la parte masculina, permitiendo que el polen entrara en contacto con la parte femenina. Con un simple movimiento del pulgar, logró realizar la polinización de manera eficaz. Aunque su técnica era sencilla, revolucionó la industria y convirtió a Reunión en uno de los mayores proveedores de vainilla del mundo.
En 1848, Francia abolió la esclavitud en sus colonias, lo que llevó a Albius a dejar la plantación y emigrar a St. Denis, donde se desempeñó como criado de cocina. Sin embargo, fue condenado por el robo de joyas y sentenciado a 10 años de prisión. Su pena fue conmutada tras cinco años, cuando el gobernador decidió otorgarle clemencia, en reconocimiento a su valiosa contribución a la producción de vainilla en Reunión.
Desafortunadamente, los aportes de Albius no fueron reconocidos durante su vida; falleció en la pobreza y el olvido. Sin embargo, su trabajo fue celebrado muchos años después como un avance significativo en la historia de la botánica.
Hasta el día de hoy, la técnica Albius sigue utilizándose en Madagascar, que se ha consolidado como el mayor proveedor de vainilla del mundo. Así que cada vez que disfrutes del sabor de la vainilla, recuerda al pequeño Edmond Albius y su invaluable legado.