Aracelio Iglesias se impuso al rechazo de una sociedad por su condición de afrodescendiente y sus ideas comunistas, en uno de los periodos más reaccionarios de Cuba, y fue asesinado el 17 de octubre de 1948, a manos de esbirros.
Su valentía, prestigio y autoridad lo catapultaron a la condición de líder sindical indiscutible de los trabajadores portuarios.
Nació el 22 de junio de 1901 en Consolación del Sur, Pinar del Río, y a los 15 años, en La Habana, comenzó su trayectoria como bracero en los muelles de San José, en la bahía capitalina.
Desde temprano despertaron sus inquietudes revolucionarias, al vivir en carne propia la dura realidad de sus colegas, quienes laboraban en pésimas condiciones y ganaban una miseria.
De inmediato se incorpora a las luchas por las reivindicaciones y, en 1938, lo eligen secretario de finanzas del Sindicato de Estibadores y Jornaleros, y más tarde, secretario general.
Un año después, integra el Comité Ejecutivo de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) y en 1946 ocupa la secretaría de la Federación Obrera Marítima Local del Puerto de La Habana.
Con su infatigable lucha al frente del sindicato y el apoyo de sus compañeros, arrancó a los patronos importantes conquistas, entre ellas, el establecimiento de las listas rotativas, aumento de salarios y el descanso retribuido.
La labor de Aracelio, negro, comunista y dirigente sindical, preocupó siempre a los explotadores y a los gobernantes de turno, plegados a los dictados de la embajada estadounidense en Cuba.
Por tal razón no fue casual que, durante el período presidencial de Ramón Grau San Martín (1944-1948), resulte constante la represión al movimiento obrero y a los líderes de los trabajadores, en particular sobre otro paladín, pero del movimiento azucarero, Jesús Menéndez, y del portuario Aracelio Iglesias. Ambos ultimados por sicarios del régimen.
Documentos prueban que, desde 1947, los jefes militares y policiales recibieron órdenes, indicaciones y circulares dirigidas a detener las denominadas “actividades subversivas”, a los “perturbadores comunistas” o a los “propagadores de teorías extranjerizantes”, según reza en los anales históricos.
El 17 de octubre de 1948, Aracelio participó en una reunión en el local del Sindicato de los obreros portuarios de la Empresa Naviera de Cuba, a fin de decidir los reclamos que entregarían al Ministro del Trabajo.
Terminada la sesión, unos pistoleros dispararon contra el dirigente sindical con saldo de cuatro impactos en la espalda.
Trasladado de inmediato al hospital, fallece al día siguiente, mientras era intervenido quirúrgicamente.
Aracelio fue una gran preocupación, no sólo por las numerosas conquistas obtenidas para los trabajadores, sino también por el prestigio, responsabilidad y autoridad de que gozaba entre sus compañeros.
Carlos Prío Socarrás, presidente de la nación a partir de 1948, en franca continuidad de la política anticomunista y antiunitaria del Partido Auténtico, de Grau San Martín, desató la persecución y desarticulación del movimiento obrero y comunista cubano mediante amenazas, sobornos, chantajes, engaños, encarcelamientos y asesinatos.
En medio de una discusión sobre mejoras salariales, Carlos Prío, entonces ministro de Trabajo, le dice:
“Ven acá, ¿tú te crees que eres el dueño de los muelles o qué?", a lo que Aracelio replicó:
“¿Y tú te crees que eres el dueño de Cuba o qué carajo?”
Así siempre fue la trayectoria del líder sindical de los portuarios; directa, valiente y sin que el peligro o las represalias lo amedrentaran, atributos por los cuales sus colegas, amigos y compatriotas de faena lo siguieron y continuaron en la batalla para un futuro mejor.