¡Hola, amigos de Contigo! Rosalía vuelve a deslumbrar el panorama musical. Tres años después de Motomami, la artista catalana presenta Lux, su cuarto álbum de estudio, una obra que promete redefinir su carrera y, quizás, también el modo en que entendemos el pop contemporáneo.
Una sinfonía moderna
Lux es una experiencia más cercana a una pieza sinfónica que a un álbum de música popular. El resultado es un viaje sonoro donde conviven la orquesta clásica, los sintetizadores experimentales y la voz de Rosalía, que se mueve entre el rezo, el susurro y el estallido flamenco.
La artista española, que ya había demostrado su versatilidad fusionando géneros en El mal querer y Motomami, lleva ahora esa mezcla un paso más allá. Lux se organiza en cuatro movimientos, una estructura más típica de la música clásica que del pop, y cada uno explora un tema: la identidad, la mística femenina, la tragedia y la transcendencia.
Uno de los aspectos más sorprendentes del álbum es su apuesta lingüística. Rosalía canta en trece idiomas: español, inglés, francés, alemán, árabe, latín, catalán, euskera, portugués, italiano, ucraniano, japonés y griego antiguo. Este detalle no es un mero capricho estético: es una declaración de intenciones.
Según explicó en una entrevista con Elle, cada idioma fue elegido por su sonoridad y carga simbólica, y no necesariamente porque entienda todo lo que canta. Es un experimento emocional, dijo. Quería probar si el alma entiende idiomas.
El disco tiene 18 temas en su edición física (15 en digital) y se siente como una travesía espiritual. Hay canciones dedicadas a figuras míticas, a la pérdida y a la redención. En una de ellas, Σοφία (Sofía), Rosalía canta en griego antiguo sobre la sabiduría como fuerza femenina. En Amén (Lux IV), mezcla cánticos religiosos con percusión electrónica y una letra que repite: No busco fama, busco fe.
No faltan los guiños a su herencia flamenca ni a su identidad catalana: el álbum cierra con De la terra al cel, un tema interpretado en catalán y euskera, donde la artista reflexiona sobre el hogar, la raíz y la memoria.
Con este proyecto, Rosalía parece alejarse del circuito comercial y acercarse a una dimensión más artística y filosófica. Lux no es un disco de éxitos inmediatos, sino una obra que invita a escuchar con calma, a cerrar los ojos y dejarse arrastrar.
Motomami fue la libertad; Lux es la contemplación. Si el primero gritaba con energía, el segundo medita con silencio. Es un salto de fe —musical y espiritual— que consolida a Rosalía como una de las creadoras más importantes de su generación.



