Pastores por la Paz en Gtmo“Los luchadores por la paz no podemos cansarnos nunca” aseguró Samira Addrey y levantó al plenario: un respiro de aire fresco que es, además, la esencia del recién finalizado VII Seminario Internacional por la Paz, la más profunda de las muchas que reúnen, cada dos años, a activistas de todo el mundo.

Ahora la tengo frente a mí. La miembro de la Fundación Interreligiosa para la Organización Comunitaria (IFCO) Pastores por la Paz viste un traje típico africano -afirmación de su cuna ghanesa- y su voz ahora suena en español, fruto de sus estudios en la Escuela Latinoamericana de Medicina, ELAM.

Ha venido acompañada por Gail Walker, hija del mítico reverendo Lucius Walker, y sabe cuánto significa. “Nuestra presencia, por primera vez en este seminario, es un paso necesario para unirnos a las actividades del Consejo Mundial por la Paz.

“La razón es simple: La paz, en el mundo de hoy, es una cuestión crítica, y todas las personas, las de fe y las de conciencia, tenemos la obligación de luchar por ella, de defenderla”, afirma.

Sabe de lo que habla. Su organización desde 1988 acompaña a pueblos de Latinoamérica y el Caribe en desafío a la agresividad de los Estados Unidos. Primero fue Nicaragua. Luego, Cuba, y a partir de 1992 las imágenes de Las Caravanas de la Amistad y las cajas de medicinas, sillas de ruedas, sus guaguas amarillas pintadas de palomas y “peace” por todas partes.

Es el espíritu de su fundador, el reverendo Lucius Walker. “Como decimos siempre: Lucius vive, la lucha sigue…, porque su legado de amor y solidaridad hacia Cuba continúa, bajo el liderazgo de su hija Gail. A ellos, nos sumamos los más jóvenes, que somos el relevo de esta causa.

“Todas esas personas -insiste- que se mantienen luchando por la soberanía de Cuba, denunciando el bloqueo criminal e injusto y desobedeciendo a las leyes de los Estados Unidos son la prueba de ese espíritu”.

Los tiempos, empero, son duros. También para los Pastores. “Nunca la tuvimos fácil, pero con el recrudecimiento del bloqueo con Donald Trump todo ha sido peor, más la pandemia, que afectó a todos los movimientos de solidaridad”.

La solidaridad hombro con hombro, que ha definido el trabajo de los Pastores “no fue posible por la COVID-19. Tuvimos que organizar las iniciativas de manera virtual, pero no es lo mismo. Estábamos acostumbrados a reunirnos, ir a las casas, a movilizar, andar en caravana…”.

Pero siguen haciendo, le digo, y están aquí. “Estamos, seguimos enviando ayuda, pero cada día con más dificultades. Si antes podías tomar un vuelo directo a Cuba, ya no es posible porque han cerrado muchas rutas, y eso ha encarecido todo”.

Los Pastores por la Paz, explica, “por lo general somos personas pobres, así que esas limitaciones son un duro golpe, pero nos mueve la idea de que si nosotros los estadounidenses sufrimos, el pueblo de Cuba sufre mucho más”.

Un país que sufre pero da. Ella misma recibió y se ocupa de que otros puedan tener el “privilegio de graduarse como médico en este país”, como coordinadora de las becas para la ELAM.

Pregunto sobre el bloqueo, sobre cuánto los golpea, cuánto le dolió durante sus años cubanos, lo que siente cuando alguien le dice que es un invento, una cortina de humo.

“Para mí es triste tener esas conversaciones para que la gente crea en una política que está documentada, sobre todo con personas que no son capaces de sensibilizarse con el dolor, con las carencias de su prójimo.

“Los ejemplos, enfatiza, son muchos, pero señalaré la educación: la imposibilidad del país de acceder a Internet de alta velocidad, a medios informáticos…, de no poder darle a sus niños todas las posibilidades que brinda la tecnología a pesar de que la educación es un derecho. ¿Les parece poco?”.

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