La sala Tusy acogió los conciertos de música de estudiantes y profesores de la escuela profesional Antonia Luisa Cabal con piezas de artistas como Saint-Saëns, Francis Kleynjans, Édith Piaf y Gabriel Fauré.
Lo francés, así como lo haitiano, africano, español, chino, árabe e hindú, perviven en Guantánamo, como parte indisoluble de la idiosincrasia y el patrimonio material e inmaterial del Alto Oriente cubano, dada la cuantiosa influencia que los galos tuvieron en el desarrollo socioeconómico y demográfico del territorio desde principios del siglo XIX.
La Jornada Presencia Francesa, que convocó el Comité provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), del 21 al 23 de noviembre busca rescatar, visualizar y resaltar esos valores costumbristas y arquitectónicos que existen dispersos, a veces olvidados en la cotidianeidad guantanamera, para colocarlos en su debido lugar, como tesoros de la historia local y nacional.
Fue la compra del hato de Santa Catalina, así como de otros terrenos realengos mayormente despoblados, lo que marcaría la llegada del componente franco al archipiélago, de la mano de inmigrantes que huían de la Revolución en Saint-Domingue (Haití) allá por el 1815, y más adelante llegarían otros provenientes del sur de los Estados Unidos.
Francia, como referente de modernidad aportó mucho a la civilidad y progreso cubano, al introducir novedades en la plantación de café y caña, con maquinarias y procedimientos actuales, y contribuir a la aparición de labores como profesor de música, pintura o baile, maestros de primeras letras o de idiomas; artesanos, modistas, peluqueros, peritos o técnicos agrícolas e industriales, químicos, comerciantes, compañías de ópera o solistas.
Así lo confirmó la Doctora en Ciencias del Arte María Elena Orozco Melgar, de la Universidad de Oriente, en conferencia magistral que repasó el devenir de la migración de miles de francófonos que lograron erigirse como clase distinguida en la rama cafetalera en zonas de El Naranjo, El Jagüey, Santa Rosa, La Indiana e incluso con negocios en la propia ciudad del Guaso.
La especialista señaló ejemplos de la impronta francesa evidenciados en puertas de tablero liso en viviendas, ciertas divisiones en el interior del hogar, las haciendas, los salones y otros elementos propios del eclecticismo de filiación clásico que se perciben en varias partes de la Mayor de las Antillas.
Sobre la acciones recientes de restauración a la arquitectura industrial francesa, el estudio de la influencia gala en el oriente y occidente de Cuba, así como las características y modos de vida de las familias Riveaux-Girard, Manet Petit y Beneguí, discurrieron académicas como Lourdes Rizo Aguilera, Yaumara López, la periodista Martha Reyes Noa y otros, con profundas investigaciones del tema en Santiago de Cuba, Guantánamo y Pinar del Río.
Momentos de considerable trascendencia resultaron las visitas a las ruinas de cafetales en municipios de Yateras, El Salvador y Niceto Pérez, reservorios culturales en progresivo deterioro y sobre los que urge accionar de conjunto. Igualmente intercambiaron con la Tumba Francesa Pompadour Santa Catalina de Ricci, patrimonio inmaterial de la humanidad, que no obstante a representar una burla a la alta sociedad, mantiene vivo parte de la cultura.
Con la música de artistas como Saint-Saëns, Francis Kleynjans, Édith Piaf, Gabriel Fauré, la exposición Divino Café, del pintor George Pérez, y la exhibición de platos por la Asociación Culinaria, se despidió la jornada que rememora parte del legado de la antigua metrópoli europea, latente hoy en detalles como el deleite con postre al finalizar la comida; el arroz congrí; las salsas; el caldo; los vinos y el uso de condimentos como la pimienta dulce y orégano.