MejunjeObra Nuevas aventuras de Juan QuinquínLa compañía Teatral Mejunje, de Villa Clara, sedujo a los guantanameros con la puesta en escena de tres obras clásicas del repertorio activo, como parte de la gira nacional con la cual celebra los 35 años de creada la agrupación por el promotor Ramón Silverio, premio Nacional de Cultura Comunitaria.

Marcó el debut en la Sala Guiñol del Guaso, la obra Nuevas aventuras de Juan Quinquín, versión de la novela del escritor cubano Samuel Feijóo, llevada a las tablas para mostrar los modos de vida del campesino cubano, maneras de divertirse, los guateques, los velorios, las comidas, la forma de hablar, los dicharachos y refranes, sin olvidar los paisajes rurales.

La pieza llama la atención por el sencillo colorido y diseño, la jocosa actuación de los personajes, interpretados con respeto, sin excentricidades burlonas, evidencia del estilo único y refinado del grupo defensor del teatro popular, en cuyo repertorio figuran además Las cabañuelas y Vida Incompleta del Poeta Wampampiro Timbereta, referentes de calidad a nivel nacional.

También para los pequeños el Mejunje trajo la interesante pieza Yisel, basada en el ballet del mismo nombre y que fuera la tesis de graduación de la escuela de arte de una de los miembros del grupo, quien trabaja junto a su madre, la actriz Idania García. Resalta en la puesta la construcción sublime de la escenografía y el desempeño actoral, muy empático con el público infantil y la familia, en general.

Pero quizás la oferta más polémica y fascinante de los santaclareños fue el espectáculo heterogéneo Yo me incluyo, llevada a distintos parajes para sensibilizar a la población en torno a la diversidad sexual.

Se trata de un intento plausible por la ruptura de prejuicios, a partir del diálogo abierto con la población y que surgió como proyecto hace cuatro años en coordinación con el Sectorial provincial de la Cultura en Villa Clara.

Yo me incluyo, desde su estética musical y humorística, constituye un clamor contra la discriminación, la homofobia y la transfobia, que dignifica el papel del arte como transformador de la sociedad, pues los actores abandonan las dimensiones teatrales para promover cuestionamientos, ideas, mover el pensamiento y la sensibilidad del espectador.

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